Inglaterra tiene una extensa tradición en valerse de la indumentaria como soporte de manifestaciones políticas. Un caso reciente y novedoso fue el que aconteció en el contexto del festival de verano Port Eliot y en los jardines de la bella casa de una familia aristócrata aunque bohemia en Cornwall-un poblado a tres horas de Londres-, donde funciona un “Departamento de Vestuario” conceptual que ahonda en la moda como espacio de reflexión y de visibilidad para los nuevos talentos y las manifestaciones estéticas. Su creadora es la experta en modas Sarah Mower -que ejerce la crítica desde Vogue, fue editora en The Guardian y en Bazaar, es la autora de los libros London Uprising, cincuenta diseñadores en una ciudad, editado por Phaidon, además de 20 Years: Dolce & Galbana, y Stylist: The Interpreters of Fashion. Por su cercanía y lupa cazatalentos en relación a las nuevas generaciones de diseñadores  ingleses (de Mary Katranzou a JW Anderson y Peter Pilotto, entre muchos otros), fue designada Embajadora para talentos emergentes por el British Fashion Council. 

Consultada por Las12 sobre su militancia en la moda aplicada a la pasarela bucólica del festival de verano, Sarah Mower señaló: “Este año, con el Brexit, el actual gobierno de Trump y la Marcha de las Mujeres realizada en marzo decidí que la temática sería la protesta desde la moda y el leitmotiv `Dress to Protest`. Todos los jóvenes que conozco están muy afectados por lo que pasa en el mundo y en su generación, de ahí que me pareció indispensable discutir desde esa premisa”.

Mower había visto en Instagram a tres jóvenes que marcharon emulando a las Sufragistas o Suffragettes, seguidoras de Emmeline Pankhurst en su defensa del voto femenino en el Parlamento, circa 1928, caracterizadas con ropa de época y con estandartes que decían `Same Shit, Different Century` (otro siglo y la misma mierda). Logró contactarlas a través de esa red y las convocó para que dieran una charla en el festival. Se llaman Amy Cartwright, Hannah Monkley y Amy Towl, trabajan en una casa de vestuario de época para cine y televisión llamada “Cosprop” (que supo abastecer de ropas a las series The Crown, Downtown Abbey, entre muchas otras producciones historicistas). “Dieron una charla muy buena donde contaron a los estudiantes cómo se había organizado la primera agrupación de mujeres inglesas para marchar hace un siglo y coordinando  la vestimenta en base a vestidos blancos y los carteles. El movimiento de las Sufragistas ganó pero mucho después que fueran encarceladas durante años, aunque en la actualidad los derechos femeninos parecen retroceder otra vez. También convoqué al diseñador de Ashish para hablar y mostrar su Glitter Resistance; usa la estética de brillos -y hace apología de las lentejuelas- para manifestarse por los derechos de la comunidad  LGBTQ y sus prédicas de libertad en contra de las políticas del odio.”

Y para contextualizar la protesta en la historia de la moda, la experta convocó a David Serlin, un profesor de Comunicación de la  Universidad de California. “Juntos mostramos las manifestaciones políticas desde las remeras con consignas antinucleares de la diseñadora Katherine Hamnett y las campañas de Vivienne Westwood con consignas políticas y críticas al establishment. Además invité al espacio que apodamos `Wardrobe Department` a algunos alumnos que conozco y que habían  recurrido a  sus desfiles de graduación para manifestarse políticamente”.

 

¿Cuál  es su apreciación sobre las temáticas que refleja la nueva camada de diseñadores en Inglaterra? 

-Considero que la nueva generación de diseñadores en lugar de diseñar para conseguir sus primeros trabajos, decide usar sus desfiles de graduación para manifestarse en contra del Brexit, los recortes de presupuesto en la educación, los desastres en la ecología que trae como consecuencia del fast fashion y también los recientes ataques terroristas en espacios donde se congregan los jóvenes. Me sorprendió  la potencia que tomó esta edición de moda en el festival, con su premisa “Dress to protest”, creo que no hay otro escenario para la moda donde estas ideas pueden discutirse. Me enorgullezco acerca de cómo pudimos instaurar y demostrar que lo que usamos puede ser efectivo para la protesta y en el poder de la  comunicación a través de la vestimenta. La  moda, abordada por grupos de creativos, puede desafiar barreras comerciales, y para ello hay que valerse de los medios virtuales y las redes sociales. 

¿Cómo define las consignas estéticas y otros ejes del Festival Port Eliot?

-Port Eliot es un festival cultural que reúne a exponentes de la literatura, la música que transcurre en la casa de Catherine St. German y el lord que fue su marido. Comenzó sin fines comerciales pero creció a tal punto que en la última edición participaron diez mil personas; la gente paga por el ticket y el camping, pero las actividades que organizo son gratuitas e intento que estén al resguardo de las pasarelas comerciales. Uso el espacio para que algunos diseñadores presenten sus primeros desfiles y también para abordar temáticas que están en el aire. Por ejemplo, en 2015 pensé en la importancia de Games of Thrones para reflejar los horrores actuales, convoqué a la diseñadora de arte y a la vestuarista Michele Clapton y Gwendoline Christie para hablar sobre su trabajo tanto con intelectuales como con fans de la serie.Y también fue una buena coartada para analizar las influencias medievales en la moda, desde la Reina Victoria y sus trajes de gala a los diseños de Alexander McQueen y Dolce & Gabbana. Se armaron desfiles con chicas y chicos que asistieron al festival y se paseaban por los jardines, y el escenario con trajes medievales recreados por jóvenes diseñadores.

Más info: porteliotfestival.com