Cada vez que digas que sos feminista alguna persona cerca tuyo se va a poner nerviosa. Alguien va a sostener la respiración y te va a insultar en silencio. Para mí, esa es razón suficiente para andar diciéndolo todo el día, pero comprendo que esta energía no es para todas. Realmente hay que tener un cuchillo entre los dientes para declararse feminista, te van a preguntar por qué, te van a pedir credenciales, pruebas, razones, te van a decir hipócrita porque hace un par de años no lo eras. ¿Feminista vos? ¡Pero si te depilás! ¡Pero si te vi reír! ¡Pero si te gustan los hombres! El nivel de confusión es tan inmenso que de verdad no hay nada más punk y más valiente hoy en día que declararte feminista. Ser machista sin embargo, y lógicamente, no solo es lo más común del mundo y lo esperable, es lo correcto, lo entendible, Eva de Dominici sí es machista, y responde “no soy machista, pero me gusta que el hombre ocupe su rol”. Entiende que está mal aceptar en voz alta que lo es, pero no está mal serlo realmente. Y se trata de eso. No está mal el machismo, es lo que sucede todo el tiempo todos los días en cada segundo del día, todos lo hacen la prueba de que lo son, hablales de feminismo y verás sus ojos arder de odio. 

Hace unas semanas, uno de los tantos desagradables personajes que se dedican a escribir críticas de cine por internet se rió del concepto de la sororidad diciendo: “las mujeres se odian tanto que tuvieron que inventar un concepto para llevarse bien”. Sí, claro, no entiendo la burla, de eso se trata. Las mujeres fuimos educadas en la misma cultura que los hombres, la cultura enseña que la mujer es inferior y eso aprendemos todos. En este mundo las mujeres somos la otredad, incluso para nosotras mismas. He visto decenas de comediantes mujeres empezar sus monólogos con: “las mujeres somos raras”. ¿Raras?  ¿Raras con respecto a quiénes? ¿Vos sos rara para vos misma? ¿Vos misma no te endendés? El cuerpo de las mujeres es extraño incluso para las mujeres que poco y nada sabemos de nuestros cuerpos que históricamente representan el tabú, el pecado. Sobre todo cuando las mujeres quedan embarazadas, se dan cuenta de que no saben nada de ellas mismas y cada evento las sorprende porque además las mujeres nos pasamos muy poca información entre nosotras, porque nos enseñaron que a la otra hay que demostrarle que somos felices y nada más. Y las que tenemos miedo a quedar embarazadas, porque hemos aprendido que eso no es propio del ser humano, (porque el ser humano es el hombre) eso es ciencia ficción. 

Hace poco charlando con una amiga, que tiene las mejores intenciones y se está adentrando en el feminismo me dijo: “¿pero no son las madres las que educan en el machismo a sus hijos?”. Ella es madre y eso que está diciendo es increblemente machista, por lo tanto muy probablemente esté educando a sus hijos con un monton de ideas machistas. De esto se trata la sororidad, del ejercicio de dejar de echarnos la culpa por todos los males del mundo. En la tele la guerra entre mujeres es cada vez más feroz. La Bomba Tucumana se pelea con cuanta mujer se acerca a su hijo en el programa porque puede, de la manera más feroz y descarnada, a los gritos, además, sintiendo la necesidad de aclarar que su hijo es bien machito, y que no es un pollerudo y que sus novias son unas arpías chupa sangres, y Yanina Latorre defiende con uñas y dientes y a moco tendido la institución del matrimonio, porque “como mujer”, pareciera ser lo único que la define, eso y nada más, a esto se suma la madre de Yanina que también se pone del lado del hombre y declara “es una pirateada, lo bien que hizo”, y aun así no es responsabilidad de las madres de este mundo horrible donde las mujeres se odian y sobre todo no es culpa de tu suegra que tu vida sea horrible, y no es culpa de tu esposa tampoco, es culpa de que el machismo y todo esto, te parezca que está bien y el feminismo te de bronca. Ahí tenes la pista del culpable, papito. Besis.