La Cámara de Casación Penal confirmó la continuidad de los peritos de Gendarmería –fuerza que responde directo a la ministra Patricia Bullrich– que están reeditando las pericias forense y criminalística sobre la muerte de Alberto Nisman, y que fueron cuestionados por la defensa de Diego Lagomarsino a raíz de que el diario Clarín había publicado que el resultado de los estudios –que aún no habían empezado– sería que al fiscal lo mataron. Lo cierto es que desde que PáginaI12 reveló la semana pasada que los nuevos análisis ya en marcha detectaron ketamina en el cuerpo de Nisman, una sustancia cuya presencia no se había advertido hasta ahora, ya empezaron a crecer otra vez toda clase de teorías para agitar la hipótesis del asesinato, que es la que quieren la ex esposa del fiscal Sandra Arroyo Salgado y el Gobierno. Como se trata de una droga usada en ocasiones como anestesia, se sugiere que lo habrían dormido o dopado para matarlo. Sin embargo, en la autopsia no hay pinchazo alguno en el cuerpo. Por lo tanto, es posible que se haya usado como droga recreativa, como “cristales” (que se aspiran o se consumen en pastillas).

Al hallazgo de la ketamina, los peritos de Gendarmería agregaron un cambio en el horario de la muerte, adelantándola al menos cinco horas, lo que muestra que la fuerza dependiente del Ministerio de Seguridad llegó para contradecir a los peritos oficiales que intervinieron en el primer año y medio de investigación designados por la Corte Suprema, que afirmaron que no había elementos que permitieran hablar de un homicidio.

La autopsia y los estudios forenses que se hicieron apenas conocida la muerte y en los primeros meses, con parámetros como la rigidez cadavérica y el estado del hígado, indicaban que la muerte se había producido 24 horas antes del inicio de la autopsia, es decir, alrededor de las ocho de la mañana del domingo 18 de enero de 2015. Ahora los peritos de Gendarmería señalan las 3 de la madrugada. Utilizaron una técnica basada en mediciones de potasio partir del humor vítreo, que había sido considerada controvertida por la primera ronda de peritos designados mientras la causa estaba cargo de la fiscal Viviana Fein y de la jueza Fabiana Palmaghini. Cuando pasó al fuero federal el juez Julián Ercolini y el fiscal Eduardo Taiano encomendaron una nueva junta interdisciplinaria a Gendarmería. La nueva data de muerte beneficia a Lagomarsino, a quien se quería atribuir la muerte pese a que su presencia en el departamento de Nisman para darle el arma había sido el sábado 17 por la tarde. Si murió a las 3 de la madrugada eso se contradice con la actividad detectada en la computadora del fiscal a las 7 de la mañana: recorrió los diarios, consultó mails de Yahoo, buscó en Google la palabra “psicodelia”, miró las fotos de una modelo con la que había estado y un posteo de Claudio María Domínguez sobre el regreso de la muerte.

Además de rechazar el recurso de Lagomarsino contra los peritos de Gendarmería, Casación también refutó un pedido suyo para que declaren como testigos los peritos que hicieron la “autopsia psicológica” sobre Nisman, que decía que no tenía ningún trastorno asociado a una conducta autodestructiva pero aclaraban que no habían podido hacer una reconstrucción de los días previos a la muerte. Los fallos ayer fueron firmados por Mariano Borinsky y Gustavo Hornos, los mismos que este año ordenaron la reapertura de la denuncia de Nisman por supuesto encubrimiento contra Cristina Fernández de Kirchner y Héctor Timerman, que había sido archivada dos veces, tanto por el juez Daniel Rafecas como por la Cámara. También ellos le permitieron a Bonadio seguir con el expediente sobre “traición a la patria”.

El punto más ruidoso de las nuevas pericias es el hallazgo de ketamina metabolizada en el hígado. Hasta ahora se sabía que Nisman tenía en el cuerpo clonazepam en dosis baja y que había ingerido un vaso de alguna bebida alcohólica fuerte. La ketamina es una droga disociativa que en medicina se usa como anestesia, en especial de en veterinaria (porque paraliza los cuatro miembros y facilita las intervenciones). En personas se aplica cada vez menos. Como anestesia tiene que ser inyectada. Una persona bajo el efecto de ketamina como anestesia sería difícil de manejar, por el peso del corporal. En el cuerpo de Nisman, además, la autopsia no detectó signos de que le hayan inyectado nada, debería haber un pinchazo que no se halló. Es un punto obligatorio de toda autopsia establecer si la persona recibió una inyección, algún sustancia por vía endovenosa. Aun así, resurgen las teorías de que lo durmieron para matarlo.

La querella de la familia de Nisman ya dejó trascender, por ejemplo en el diario La Nación, que la aparición de la ketamina ahora y no en los primeros estudios es una señal de “encubrimiento”, ya sea porque se la ocultó o no se la rastreó. Aunque los peritos explican que a veces depende del aparato utilizado para hacer el barrido sobre los tejidos y las estructuras químicas que la computadora utilizada tenga registradas en su “biblioteca”. La realidad es que la ketamina tiene un uso recreativo extendido en los últimos años entre quienes frecuentan “la noche” –como era el caso de Nisman– y las fiestas electrónicas. Se la utiliza para lograr efectos alucinógenos, a menudo con pérdida de noción del cuerpo o del “yo.  Se aspira como cocaína o se consume en cristales. Los expertos consultados señalan que lo que podría haber en el hígado son trazas de la droga, de un consumo previo. Como sea, resultará muy difícil confirmar qué cantidad de ketamina había en el cuerpo de Nisman y cómo fue administrada, lo que facilitará que la información sea manipulada.