Estudiantes de escuelas rurales y padres de los 43 estudiantes de Ayotzinapa desaparecidos en 2014 protestaron este lunes frente a las instalaciones del Centro Nacional de Inteligencia ubicadas en la Ciudad de México, donde exigieron la entrega por parte del Ejército de documentos cruciales para dar con el paradero de los jóvenes. Los padres llegaron junto a los estudiantes para recordar, a horas del noveno aniversario de los hechos, que el caso no está resuelto y que para poder avanzar es imprescindible que sean entregados los documentos que aún no fueron entregados.

Esas actas darían información acerca de la presencia de militares encubiertos en el momento de los hechos, sobre el paradero de 17 de ellos aquella noche del 26 de septiembre y del monitoreo constante por parte del Ejército de los movimientos de los alumnos. Después de la reunión los estudiantes realizaron pintadas en los muros y lanzaron cócteles molotov al interior de las instalaciones.

Los padres y las madres de los estudiantes desaparecidos en la noche del 26 de septiembre de 2014 en el sureño estado de Guerrero mantienen, como parte de sus actividades de protesta en la Ciudad de México, un plantón desde el jueves pasado frente al Campo Militar 1 en Naucalpan, donde se concentra la información de todos los batallones del país.

Luego de reunirse el miércoles pasado con el presidente Andrés Manuel López Obrador, los familiares reclaman que el Ejército entregue la documentación que falta sobre el caso y que podría ayudar a dar con el paradero de los estudiantes. López Obrador dio algunos documentos a pesar de su insistencia en que todo está ya en manos de los investigadores.

La Comisión de la Verdad del gobierno mexicano concluyó el año pasado que el hecho fue un "crimen de Estado" en el que participaron autoridades de todos los niveles, incluyendo las Fuerzas Armadas. El gobierno de López Obrador desmintió la polémica versión del gobierno de Enrique Peña Nieto, la llamada "verdad histórica" que sostenía que policías corruptos detuvieron a los estudiantes y los entregaron al cártel Guerreros Unidos, que los asesinó e incineró en el basurero de Cocula.