Empezando la segunda mitad del año, los indicadores económicos muestran que la actividad industrial se resintió a nivel nacional, aunque de manera heterogénea se observa una debilidad en el proceso de crecimiento que caracterizó a la economía hasta meses recientes. El problema inflacionario se agudizó, también de la mano de la última devaluación del peso y la incertidumbre electoral contribuye a tensar el panorama. Página 12 consultó a economistas y protagonistas del sector productivo sobre la coyuntura actual y las perspectivas a futuro.

“Es probable que al volcar recursos por el equivalente al 0,5 por ciento del PBI en solo tres meses (septiembre a octubre) se mitigue la caída de la actividad fabril que se inició en mayo y que probablemente se haya acentuado en agosto con la devaluación”, sostiene el economista Pablo Manzanelli de Flacso. “El desafío es que eso ocurra sin que haya una aceleración de los precios, ya que estamos hablando del sector que lideró la expansión de los precios y los niveles de rentabilidad en la post pandemia”, continúa.

En similar dirección se expresó Sergio Chouza, de la consultora Sarandí, para quien “haber devaluado de manera forzada y por fuera de un programa integral resuelve poco y puede dejarte rápidamente en la misma situación en términos reales y de los incentivos de los agentes económicos”. Para el economista, “una devaluación desordenada e impuesta –como reconoce el propio gobierno- conllevó la absorción de los costos en términos de nominalidad, sin poder aprovechar los beneficios que aparecerían en un programa integral”.

Asimismo, planteó el interrogante sobre las posibilidades de crecimiento a futuro que “dependerán de cómo implemente el programa de normalización macroeconómica el próximo gobierno, pues no todos los planes de estabilización son expansivos en el corto plazo”. Y agregó: “será un año delicado, tenso, no de prosperidad”.

“En la industria manufacturera, a las dificultades habituales para producir por incrementos de costos, por desabastecimiento de insumos, o por trabas para importar repuestos y máquinas, se sumó un freno en los pedidos por la incertidumbre política, y por una caída en el consumo que comenzó a hacerse más importante desde mediados de julio”, explicaba Victoria Giarrizo a Página 12. Y que la solución a futuro se abre “no con políticas sueltas que suman de un lado y restan del otro, como las anunciadas por el ministro de Economía, Sergio Massa, sino con medidas que tengan la capacidad de resolver varios problemas en simultáneo”.

También desde CAME ponderaron “el clima de incertidumbre que genera la situación política ya que los tres proyectos políticos en danza son muy distintos”. “Si bien el escenario es optimista en algunos sectores como la minería y petróleo para 2024, se necesita una estabilidad mínima en las variables macroeconómicas para poder proyectar cierto crecimiento en la industria”, agregó Juan Carlo Uboldi de CAME.

“Se observa una caída en rubros como la construcción, la metalmecánica, etc. de la mano del deterioro de los salarios y la demanda”, confirma Uboldi, que por el contrario pondera “los buenos datos de empleo”. El empleo no cayó, pero empeoraron los salarios, en especial luego de la devaluación y la aceleración inflacionaria. “Son ocho años consecutivos de deterioro en los ingresos”, agrega Chouza.

Por otro lado, respecto de los dilemas para importar los insumos necesarios, Manzanelli sostiene que: “Las posibilidades de amortiguar la contracción industrial dependerán también de las divisas disponibles para los insumos importados, que deberían ser cuidadosamente orientadas”. Para CAME, en tanto, “resulta positivo el levantamiento de las Sira para importaciones de pymes, pero existen todavía atraso de importaciones y deudas con proveedores internacionales que obstaculizan la producción”.

Para Chouza “en el escenario de 2024 es dable esperar una mayor oferta de dólares producto de más exportaciones, pero esto no significa necesariamente acumulación significativa de reservas, ya que estas pueden estar menguadas por la cancelación de pagos diferidos a importadores, el pago de vencimientos al FMI o a juicios como el reciente fallo sobre YPF”. Si a nivel macro se resuelve en cierta medida el desequilibrio externo entonces aumentarán las posibilidades de crecimiento del país, pero es de notar que el 2023 resultó desafiante en la materia y que restan recuperarse varios años de deterioro en los ingresos para mejorar.