“Para ser sincero, lo que se viene viendo hace por lo menos veinte años, es la desaparición de pequeños productores agropecuarios como nosotros. Una figura que era un clásico en todo el interior productivo, con 40 o 50 hectáreas propias y alquilando otras 100 o 200 más al vecino. Es un esquema que está desapareciendo y no se toman medidas al respecto”, confiesa Sebastián Campos, que heredó el campo de su familia donde siembra soja, trigo y sorgo, además de un pequeño emprendimiento de vacas madres en Acevedo, provincia de Buenos Aires.

Sebastián es también secretario de Bases Federadas, un desprendimiento de las Federación Agraria Argentina. “En 2018, cuando se cumplían diez años de la 125, un grupo de referentes empezamos a pedirle a la conducción que se separe de la Mesa de Enlace, que no nos representaba. Ese pedido no solo no fue escuchado sino que todo lo contrario”, explica. Tras la ruptura con la Mesa de Enlace, Bases Federadas se sumó a la Mesa Agroalimentaria Argentina junto a otras organizaciones campesinas, indígenas y de pequeños productores.

Diferentes realidades

El último Censo Nacional Agropecuario de 2018 elaborado por el Indec muestra que en quince años se perdieron un 25 por ciento de unidades productivas de alimento. Si la comparación es con el censo de 1988, la pérdida fue del 41,5 por ciento. Un promedio de 5678 unidades por año.

De acuerdo a los datos de dicho censo, las explotaciones de menos de 500 hectáreas (unas 180.000 unidades que componen el 80 por ciento del total) ocupan apenas el 11 por ciento de la tierra. En cambio las de más de 10.000 ha (el 1por ciento del total) ocupan el 40 por ciento de la tierra cultivada en Argentina.

“Al no haber políticas de contención por parte del Estado se está verificando un gran fenómeno de concentración de tierras. Y, por ende, de la producción. Porque ese pequeño productor tiene que afrontar un nuevo ciclo productivo y no hay créditos. Entonces no tiene capital de trabajo para emprender la próxima cosecha. Ante esa situación termina alquilando el campo. ¿A quién se lo da? Al vecino no, porque está en la misma situación. Se lo termina dando a los pooles de siembra”, se queja Pablo Paillole, productor del sur de Santa Fe y dirigente de Bases Federadas.

“Producto de la sequía este año han desparecido miles y miles de pequeños productores que por ahí no venden su tierra, pero han decidido alquilarla. Al no tener una ley de arrendamientos y estar el 70 por ciento de la tierra alquilada, hoy los productores hacemos lo que podemos. Por lo que la rotación con la ganadería prácticamente se ha perdido. Y la rotación de la agricultura debería ser muy superior”, cuenta Campos. 

Y agrega: “Desde Base Federadas decimos que eso es minería, porque cada vez que se va un buque con soja o maíz lo que se lleva es el nutriente de nuestros suelos. Hace 50 años que nadie lo cuida. Hay trabajos del INTA acerca de cómo se han degradado nuestros suelos por la ausencia de políticas agropecuarias en beneficio de la tierra”. Según el Instituto de Suelos del INTA Castelar se pierden en Argentina 200.000 ha al año producto del monocultivo y el uso de agrotóxicos.

La gran deuda 

Nuestra mayor bandera es la segmentación de la retenciones, porque no es lo mismo un productor que siembra 200 ha o un pool de siembra que hace 50 mil ha. Esa es la gran deuda de este gobierno. Vemos ya una falta de compromiso”, comenta Campos. “Hay 1000 propietarios de tierra que se llevan una renta parasitaria que no vuelve a la producción, sino que ingresa al sistema especulativo. Unos 8000 millones de dólares por año de renta por el solo hecho de tener un título de propiedad de dudosa legitimidad en muchos casos”, destaca Pailolle.

“Fue muy profundo el desmantelamiento de las herramientas del Estado, incluso desde la última dictadura cívico militar. Revertir eso y los efectos del modelo agropecuario que se ha impuesto es muy difícil. Esto ha contribuido a que la concentración en la producción y las cadenas de comercialización se haya profundizado, permitiendo el abuso o la especulación con los precios. Las medidas que se han puesto en marcha no han impactado porque no han sido diseñadas para nuestro sector de pequeños productores familiares.”, agrega Luciana Soumoulou, también de Bases Federadas.

A principios de año, la Mesa Agroalimentaria Argentina presentó un Plan Agrario para el Alimento, que incluye una Empresa de Alimentos, un programa de Mercados de Cercanía, leyes de Arrendamientos Rurales, Acceso a la Tierra, Financiamiento Cooperativo y Transición Agroecológica, Protección y Fortalecimiento de las Áreas Campesinas o Segmentación de las Políticas Impositivas Agrarias.

“Necesitamos con urgencia incorporar en la agenda política la implementación de políticas públicas que incluyan a miles de pequeños agricultores, campesinos, chacareros, en la producción de alimentos diversificados en la Argentina. Ese es el debate: quién va a producir de aquí en adelante los alimentos en el país. Si un puñado de megaempresas que tienen de rehenes a los consumidores o los pequeños y medianos agricultores que garanticen una alimentación sana y el cuidado del ambiente”, sostiene Omar Príncipe, referente de Bases Federadas.

* Licenciado en Economía de la Universidad Torcuato Di Tella y master en Periodismo de la Universidad del País Vasco.