El historietista uruguayo Gonzalo Eyherabide

La historia de las colonias del Río de la Plata se apoya en los hombros y el padecimiento de un conjunto de personas casi del todo borrado de los registros: los esclavos africanos. Muy pocas veces se posa el ojo del artista o investigador en lo que la cultura afro-rioplatense significa en nuestro modo de concebir el mundo. Pero vayamos al caso oriental: en el más allá del ancho río que nos separa, parecería haber una mayor prestancia a reconocer las huellas de lo africano en ritmos, sabores, expresiones del más diverso tipo, pero... ¿y la historia? ¿No batallaron los esclavos e hijos de esclavos para lograr la misma libertad que sus supuestos dueños? Esa es la pregunta que guía al historietista uruguayo Gonzalo Eyherabide, que reconstruye la vida de Joaquín Artigas en Artigas: el patriota sin patria, un libro centrado en la compleja biografía del esclavo mozambiqueño a cargo de la familia de José Gervasio, traído de su tierra natal a través del próspero mercado de comercio negrero que nutrió de mano de obra ambas márgenes del Río de la Plata, y que participó en uno de los hitos fundamentales de la historia de los dos países: el desembarco de los Treinta y Tres Orientales, allá por la noche del 18 y madrugada del 19 de abril de 1825.

Una página de Artigas: el patriota sin patria

“En Uruguay tampoco lo conocemos, quedate tranquilo”, señala rápidamente Eyherabide, historietista, escritor y también publicista, cuando se le pregunta quién era Joaquín Artigas. “Siempre se habla de los Treinta y Tres Orientales: conocemos a Lavalleja y Oribe. Del resto, nada. Por eso fue un descubrimiento para mí la figura de Joaquín. Recuerdo que una vez leí una nota sobre los que formaron parte del levantamiento, que decía quién era quién de esos supuestos treinta y tres (que son más y que no todos son orientales, claro), y encontré dos Artigas: Pantaleón y Joaquín. Uno el amo, el otro, el esclavizado. Pantaléon era sobrino de José Gervasio, el erigido como el héroe de la patria. Me puse a investigar de manera más firme para averiguar quién era el segundo, y ahí encontré un librito de 1976 llamado Los libertadores de 1825, de Aníbal Barrios Pintos, un texto muy riguroso, y ahí le dedica un capítulo a cada uno de esos treinta y tres... y a este Artigas, a Joaquín, le dedica una página y media”. Con tono de profesor de historia cautivado por su tema, Eyherabide no abandona la veta publicitaria con la que se gana el pan, según sus palabras: “Para mí, no hubo mejor lema que el de la bandera de Lavalleja, que decía Libertad o Muerte, y que hasta el día de hoy tenemos tal cual en todas las escuelas. Ponete a pensar: ¿qué mejor manera de convencer a la inmensa cantidad de pardos, de negros, de morenos, como se decía en la época, de esclavos e hijos de esclavos de participar en la guerra que prometiéndoles que iban a ser libres? Ahí no mentían, el lema no mentía: o eran libres o morían en el intento. Eso sí que no lo podemos negar, los independentistas fueron honestos”.

Su libro posee estos dos grandes temas, en definitiva: la compleja libertad conquistada por los orientales, primero de Brasil, luego de Argentina y, por sobre todo, la historia a contrapelo que esta historieta busca contar acerca de los esclavos negros en las dos márgenes del rio. Ese mismo tono fluvial se traduce en la plasticidad del trazo expresivo de Eyherabide: el dibujo se acomoda a las intenciones narrativas sin mucha dificultad, explotando en planos generales aplastados por la inmensidad del campo y el cielo o viñetas atiborradas de animales, cuchillos, sangre, tripas, pequeños detalles que siguen contando algo al costado o muy en el fondo del dibujo contenido en la viñeta. Un dibujo que no se puede contener, entonces: Eyherabide bien podría compartir lista con expertos en el trazo sucio y ágil como Podeti, Sergio Langer o Fayó. “Y Fontanarrosa”, aclara Eyherabide, con los ojos puestos en la presentación de su Artigas en nuestra Biblioteca Nacional, donde lo acompañará Langer. “A mí desde niño me fascinó la historieta. Y todo eso está en mis trabajos, también en este. Asterix está sin dudas, pero también Peloduro, que hacía esos personajes tan característicos, con una crítica social buenísima. Y, bueno, después, Inodoro Pereyra... ahí veo una libertad sin precedentes. Como para dar una idea, yo cuando leía la Fierro iba directo al suplemento Óxido, donde estaban todos estos que te nombro, donde estaba también Maitena, sin dudas, y donde también debería incluir en la lista de dibujantes que me alucinaron a Max Cachimba. Creo que todas esas influencias se pueden ver”.

Artigas, el patriota sin patria, de Gonzalo Eyherabide

Artigas: el patriota sin patria fue editado en Uruguay por Planeta –y acaba de ser distribuido en Argentina– en un formato apaisado y de grandes dimensiones, con prólogo de Felipe Pigna. Es un trabajo que funciona como punto elocuente con respecto a la biografía de este y tantos otros esclavos que participaron de las campañas que terminaron con la colonia: por un lado, exhibe un largo trabajo de documentación. Por el otro, el propio artista hace arriesgadas propuestas historiográficas a partir de conclusiones propias y llena los huecos que va encontrando con ficción, inventos que permiten que la historia avance y que el retrato de un convulsionado siglo XIX esté lo más completo posible. “A mí lo que me llamó la atención del famoso cuadro de Juan Manuel Blanes sobre el desembarco de los Treinta y Tres Orientales es el lugar en el que puso tanto a Joaquín Artigas como a Dionisio Oribe, los únicos dos africanos que participaron de la campaña de Lavalleja”, comenta Eyherabide acerca de una investigación que le tomó diez meses, un tercio del trabajo total, previo a la escritura del guión, y que incluyó la cuidadosa observación de la obra El juramento de los Treinta y Tres Orientales (1878), de Blanes. “Para mí, este detalle sintetiza lo que quiero decir. Lo estuve mirando durante mucho tiempo, hasta casi pido una escalera para verlo todavía más de cerca, pero no lo hice porque era un lío administrativo. Lo que pasa ahí es que Joaquín y Dionisio quedan totalmente tapados: de Joaquín sólo se ve una parte del sombrero, un ojo y la punta de la nariz. De Dionisio, las motas y una oreja. Después, están tapados por los brazos levantados de los demás. Una vez, un periodista me pregunto si estaba diciendo que Blanes era racista. Lo que estoy diciendo es que los uruguayos éramos y somos racistas”. Algo que también puede aplicarse a los hermanos de este lado del ancho río, ese que nos une en las victorias y en este tipo de espantos.

Portada de la edición uruguaya del libro de Etherabide

Artigas: el patriota sin patria se presenta el jueves 19 en la Biblioteca Nacional, Agüero 2502. A las 18.30. Gratis.