La gente fue a ver a Messi, y Messi, que jugó 40 minutos, metió un córner en el travesaño y un tiro libre en el palo, además de un par de chiches.
La gente fue a ver cómo ganaba, y Argentina ganó 1-0, pero tuvo ocasiones para ganar por tres o cuatro goles de diferencia.
La gente fue a ver al "Dibu" Martínez, y en la única en la que le tocó intervenir sacó un remate de Sosa, y mostró la jerarquía de los que están en los momentos indicados. De yapa batió un récord nacional de arco invicto.
La gente fue a ver qué pasaba con Lautaro y Julián Alvarez, y se encontraron varias veces en el primer tiempo en el que Julián tuvo más luces, pero los dos cumplieron.
La gente fue a verlos a todos, pero se deslumbró con Mac Allister en su posición de volante central, con Tagliafico, que las hizo todas bien, con los centrales, con Enzo Fernández. Apenas le faltó Nicolás González, un escaloncito por debajo de quienes tuvieron un excelente rendimiento individual.
La gente fue a ver cómo es eso de que se presiona en toda la cancha, y vio como se asfixiaba al rival, se recuperaba la pelota rápido y, cuando se la conseguía, se la utilizaba para tocar, abrir, generar espacios y meter a Paraguay contra las cuerdas. En ese sentido, el primer tiempo del equipo e Scaloni (como aquel de Francia en la final del Mundial) marcó las distancias entre uno que jugaba, y otro que asistía en una ubicación privilegiada, dentro de la misma cancha, a un recital.
La gente fue con la esperanza de cantar "ole", y se dio el gusto en varios pasajes del segundo tiempo, pero no porque Argentina se floreara o se burlara del rival, sino porque se defendía con la pelota a la espera de alguna circunstancia favorable, de un hueco que le permitiera llegar al segundo gol que merecía largamente. Beneficiada por el 1-0 (que de todas maneras era muy exiguo), manejaba los tiempos, regulaba energías y tocaba para atrás o para los costados con precisión, y dejaba pasar el tiempo, sintiendo que nada podría quebrar esas posesiones largas. Lejos quedaron aquellos tiempos en los que enloquecía en los minutos finales, ante cualquier atisbo de reacción del adversario.
La gente fue a ver fútbol, el fútbol que le gusta, y la Selección nacional, aunque sólo ganó 1-0, le dio lo que había ido a buscar, y que a ellos también le gusta.