El caso de Luciano hay que pensarlo dentro de una problemática que es la represión estatal y es importante también tomar el caso de mi hermano como ejemplo de un accionar que se llevó la vida de muchos pibes y pibas de los barrios empobrecidos. En estos 40 años de una democracia muy debilitada, son los pibes y las pibas de las barriadas empobrecidas aquellos que suelen ser identificados como peligrosos, criminalizados y discriminados.

Los pibes y las pibas que habitan los barrios empobrecidos son víctimas de la violencia institucional desde que nacen, por no poder acceder a una vivienda digna, a un sistema de salud que les permita tener una atención o un control en el caso de padecer enfermedades y eso también se debe a la precarización del sistema de salud y de sus trabajadores. Al mismo tiempo, todos los sistemas desarrollados o instituciones encargadas de acompañar a niños, niñas, adolescentes y jóvenes a través del sistema de promoción de derechos, tienen trabajadores precarizados y esto hace que el acompañamiento al sector empobrecido desde la niñez a la adolescencia se complique.

Para que un niño, niña, adolescentemente o joven en nuestro país sufra la represión estatal necesariamente antes y de forma sistemática tuvo que haber sufrido diferentes formas de violencia institucional. Entonces la violencia institucional y la represión estatal son dos problemáticas que es necesario visibilizar, poder concientizarnos como sociedad que esto ocurre y que esto en una democracia que garantiza derechos no debería ser algo común y corriente.

Durante mucho tiempo no pudimos hacer un ejercicio saludable, crítico y dinámico de la memoria. Como sociedad no hemos comprendido la atrocidad de la violación a los derechos humanos como en el caso de mi hermano que fue desaparecido de forma forzada. Eso hizo que los discursos negacionistas y violentos se hayan instalado impunemente hoy en nuestro país y esta forma de pensarnos como sociedad tiene que ver con años de una democracia debilitada y con años de naturalización de la violencia.

No comer un plato nutrido, no poder acceder al sistema de salud, que muchas personas vivan en la calle, es extremadamente brutal y violento. Si a eso sumamos que esas mismas personas sufren situaciones de represión a través de tortura, desapariciones forzadas o fusilamientos creo que no cabe ninguna duda de que hay una responsabilidad directa del Estado a través de sus instituciones. En los casos de represión hay que señalar las responsabilidades materiales de las diferentes fuerzas de seguridad, las responsabilidades políticas de todos los gobiernos constitucionales de la era democrática y la responsabilidad judicial que son los que permiten que hacia adentro de las causas no se pueda llegar a la verdad y de este modo condenar a los responsables.

A nivel personal y también pensando esto desde la grupalidad y habiendo observado la situación en la que vive un porcentaje muy elevado de la sociedad argentina que hace tiempo están muy mal, sobre todo quiero situarme en la vida de niños, niñas, adolescentes y jóvenes que sufren sistemáticamente la violencia, creo que es inimaginable para quienes ya hemos tenido un acercamiento a esa violencia poder imaginar, que eso puede recrudecer aún más. En ese sentido, creo que lo que queda de la clase media, una clase desintegrada, maltratada y desorientada tiene que tomar conciencia que -y sobre todo en este momento en donde se le exige tanto al votante- hay personas que hace años la están pasando muy mal.

Hay que reorientarnos y pensar un cambio que contemple a toda la sociedad accediendo a sus derechos más fundamentales, pero también tenemos que encontrarnos de una manera solidaria y honesta a la hora de poder pensar ese nuevo proyecto de país y para ser sinceros, honestos, solidarios y solidarias tenemos que empezar a entender que casi un 50% de la sociedad argentina viene padeciendo sistemáticamente la violencia, la explosión y el abandono por parte de los diferentes gobiernos constitucionales.

Los discursos violentos no aparecen porque sí, no se dan de la noche a la mañana, tienen que darse todo un conjunto de variables que permitan que hoy estén fuertemente instalados y eso tiene que ver con años de una democracia debilitada, de mucha violencia esparcida hacia los sectores empobrecidos y de una falta de mirada y de conciencia por parte de la sociedad en su conjunto para entender que, sí se puede estar peor, pero seguramente quienes estén peor sean los sectores medios porque los sectores empobrecidos hace tiempo que están muy mal y que pueden estar peor sin ninguna duda, pero es inimaginable para muchos de nosotros que sabemos de esa realidad pensar que pueden estar aún peor porque hoy el sufrimiento es mucho y es grande.

Ya son muchas las víctimas de la represión estatal y tenemos que entender que en democracia es inadmisible la violacion a los derechos humanos, de lo contrario, no estamos hablando de democracia sino de un sistema debilitado que intenta llegar a serlo.

Vanesa Orieta, hermana de Luciano Arruga.