“Materia estelar, eso somos”, dice casi en una poesía literal Leticia Mazur bailarina, coreógrafa, actriz y ahora directora de Los Huesos. Y es cierto, porque bien abajo de carnes y fluidos es eso solo lo que hay: huesos y, no olvidemos, polvo de estrellas. Mazur nos acerca ahora precisamente una experiencia de otro planeta. Osada, volatiliza la materia corpórea para captarlo todo, y deslumbrar con una propuesta escénica que desarma, revuelve, crea, gira en mundos imaginarios distintos, plagados de baile y, por qué no, mundos absolutamente posibles.

Cinco son los que están parados en la oscuridad primero, y sin ni un gramo de ropa. Allí, desnuda también hay luz. O lámpara, grúa de luz, plato volador,  burbuja, sol, bicho, no importa. Es una luz hipnótica que uno a uno los va capturando, transformando, en una danza al principio circular, luego de a soliloquios de movimientos, luego en grupo, en un vaivén que como un ritual nos hace entrar en trance. Pero no es todo, los bailarines también instalan un juego donde ellos con el monstruo o dios solar a su merced van estrujando un claroscuro de luz cegadora, oscuridad, media luz o sombra. 

Así es como, en bolas y en clave luz/oscuridad, empieza una relación múltiple, propia y grupal, donde vemos chispear, estallar, llevar al límite al cuerpo entero y a las construcciones de sus vínculos. Para al fin, parir la añorada libertad. Sin que medien palabras, el baile y la expresión corporal lo hace todo: arroja, llora, danza, llama, imita, electrifica y sobre todo conecta. Se siente la conexión erizarte los poros.

Eso es lo que dicen en charla con Soy Leticia y Valeria Licciardi, una de las integrantes del quinteto, bailarina que participa en la obra y que lo pone todo. Valeria fue especialmente convocada por Leticia para formar parte de la obra. Como bien señalan ambas que un cuerpo trans con todo lo que implica y significa pueda finalmente verse fuera del acostumbrado ámbito prostibulario para mostrarse en otro espacio libre y resignificando desnudez fue fundamental. Porque si esta obra es sobre transcender las cadenas de las clasificaciones y mostrar esta multiplicidad que somos como seres humanos, reflexiona Valeria, era imposible no formar parte de esta propuesta. Y, por suerte, lo que más le preocupó, no era tanto perder las prendas, si no, más bien, el baile. Leticia, remata con satisfacción que poder mostrar cuerpos cis, trans, juntes sin tabúes, sin ligaduras es un ejercicio libertario de domar la mirada, de observar sin todas esas cargas que nos condicionan. Claro, también es un ir un paso más allá, develar el poder de la conexión de la tribu y darnos como espectadores carne libre de todo, que corretea impune como infante sin preocuparse por nada. l

Los huesos se puede ver los días 1, 7 y 8 de septiembre en el Centro Cultural Recoleta, Junín 1930. Y también en el FIBA, el viernes 6 y domingo 8 de octubre a las 17. festivalesteatro.com.ar