En una escuela secundaria de un barrio popular de la ciudad de Córdoba, alumnas y alumnos hicieron máscaras con las distintas caras de la violencia de género junto a las profesoras de Arte y de Formación para la Vida y el Trabajo, para una feria de ciencias. Luego, los chicos y las chicas marcharon por el barrio con las máscaras y banderas que decían “Basta de violencia machista”. Cuando les preguntaron que les había quedado del trabajo realizado, una de las pibas tomó la palabra y sintetizó: “Aprendimos que nosotras podemos decir que NO”. La experiencia es uno de los tantos ejemplos que se recogen del impacto de la Educación Sexual Integral en el país. La cuenta a Página 12 Natalia Di Marco, docente hace 14 años de esa escuela --IPEM 13, Doctor Pedro Escudero, del barrio Colón--, coordinadora académica de la Diplomatura en ESI, Géneros y Sexualidades de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad Nacional de Córdoba y del Departamento de ESI de la Escuela Manuel Belgrano de la misma casa de altos estudios. Di Marco es parte del Movimiento Federal xMásESI, que se lanzó este jueves para “defender a la educación sexual integral como derecho y política pública educativa”. Se trata de un colectivo federal de docentes que trabajan en todos los niveles y modalidades del sistema educativo (desde el inicial hasta el universitario), en sindicatos, y diferentes instancias de los gobiernos nacional y provinciales; de periodistas, de militantes en organizaciones sociales, profesionales, educadoras populares y promotoras territoriales de género y diversidad. “Nos reunimos en torno a la convicción de que la Educación Sexual Integral es un proyecto de justicia y de igualdad para la mejora de la calidad de vida de todas las personas”, dice el manifiesto de presentación del Movimiento xMásESI.

El lanzamiento se hizo en el marco de un contexto político en el que uno de los candidatos con chances de ser presidente, en las elecciones de este domingo, tiene en su plataforma la eliminación de la ESI --que es ley hace 17 años--, una herramienta pedagógica que ha demostrado ser fundamental para proteger a chicos y chicas del abuso sexual en las infancias, prevenir las violencias machistas, el bullying y los embarazos no intencionales en la adolescencia, y acompañar los procesos de transición de alumnes trans, entre tantos logros.

“La intención es visibilizar el valor de la ESI y lo que venimos haciendo en estos años gracias al marco de la ley”, dijo a Página 12 Bárbara Riveros, coordinadora de la Diplomatura en ESI de la Universidad Nacional de Tres de Febrero (UNTREF), sobre el objetivo del Movimiento.

La ESI es una apuesta a un cambio cultural, una enseñanza de otras maneras de relacionarnos interpersonalmente, que pondera la afectividad y además de garantizar derechos en torno a la sexualidad y mejorar la calidad de vida, desarma y visibiliza todo tipo de violencias y multiplica mundos donde todas las diversidades son posibles, las disidencias, las étnicas, las funcionales. Es la posibilidad de un mundo a partir del resguardo de los derechos humanos”, destacó a este diario Belén Barral, licenciada en Educación y especialista en ESI, activista por los derechos LGTBIQBN e integrante y parte del grupo que fundó en 2018 la Red de docentes por el derecho a decidir en la provincia de Tucumán. Entre sus múltiples experiencias con la ESI, contó una que ocurrió en una escuela pública de barrios de clase trabajadora: “Hablamos sobre maternidades adolecentes, esto generó que el grupo se una y deje de discriminar a una compañera por haber estado embarazada. Acompañarles a investigar y que conozcan sus derechos sexuales reproductivos y no reproductivos impactó incluso en la manera de mirar a sus pares entendiendo que el derecho a decidir es algo personal y que el acompañamiento cuidado y bien informado es fundamental para decidir sin culpa y haciendo uso de sus derechos reales”, recordó. El grupo de estudiantes --precisó-- realizó una muestra como promotorxs de información sobre derecho a decidir y embarazo adolecente desde métodos anticonceptivos hasta derecho al aborto y a la consulta médica sin ser juzgadxs y sin la necesidad que un adulto /a acompañe cuidando su confidencialidad. “Esto fue muy potente teniendo en cuenta que hablamos de Tucumán, la provincia que se autoproclamó pro vida inconstitucionalmente, paseó un feto gigante con marchas organizadas por los mismos gobernantes y el financiamiento de Iglesia, donde tuvimos el caso Lucía, la niña abusada obligada a parir y el de Belén, una joven presa por un aborto espontáneo. Que jóvenes de 16 años reconozcan y conozcan sus derechos reproductivos y no reproductivos, pierdan culpa de sus decisiones de vida, puedan vivir una sexualidad responsable y disfrutarla, hablen de consentimiento y decisiones libres fue sencillamente maravilloso. Les cambió la perspectiva de vida, mejoró incluso la salud mental y los vínculos de solidaridad entre pares”, relató a este diario Barral.

En Entre Ríos, Florencia Milito trabaja en la ciudad de Gualeguaychú como profesora de educación superior en institutos de formación docente, donde dicta entre otras materias el Taller de Educación Sexual Integral y a la vez es asesora de Salud Integral para Adolescentes en escuelas secundarias públicas y en un centro de Atención Primaria de la Salud, como parte del Plan Nacional de Prevención del Embarazo No Intencional en Adolescencia (ENIA). En este recorrido con la ESI, le tocó acompañar en su transición a un adolescente de 14 años con genitalidad femenina pero con autopercepción de varón. “Eran pocas personas las que lo sabían ya porque le costaba contarlo por miedo a enojos tanto en su familia como en la escuela, donde se le exigía que asistiera con el uniforme femenino cosa que lo ponía muy incómodo”, recordó. Entonces, Milito le contó de los alcances de la Ley de Identidad de Género, de su derecho a que lo llamaran con el nombre que eligiera y a que se respetara su expresión de género varón. “A la semana siguiente volvió a buscarme para pedirme que lo ayudara a pedir a las autoridades de la escuela el cambio de nombre en los registros e informar a compañeros y docentes como había que llamarlo y dirigirse hacia él a partir de ese momento. Las acciones que se realizaron en primera instancia fue hablar con la tutora de su curso, luego con autoridades y también se realizó una reunión con su familia. Y luego hicimos también un taller para docentes, preceptores y adultos que tuvieran relación con él en la escuela. Siempre estuvo muy agradecido”, recordó la Milito, licencia y docente de Sociología de la UBA, para dar cuenta de la importancia de la ESI en la vida de pibes y pibas.

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