La pasión es uno de los factores que se destaca en el automovilismo nacional. Los propios protagonistas, como también sus seguidores fieles, aportan esa cuota para que las carreras se desarrollen bajo un manto de adrenalina constante. Los “fierreros” son los responsables de que en cada competencia los circuitos desborden de fervor ante el sonido de los motores. Pero sin duda, hay una categoría que se convirtió en emblema: el Turismo Carretera. El tiempo la fue ubicando en un lugar especial a lo largo de la historia, y los 80 años que cumplió en agosto último son el reflejo de lo que significa para los argentinos, que pretenden seguir festejando muchos cumpleaños más.

La transmición de esos sentimientos están volcados de manera precisa y dinámica en el libro “Tecé” (ocho décadas de fierros en 80 episodios), escrito por Pablo Vignone y editado por Al Arco. En él se pueden descubrir no sólo los cambios que fue teniendo la categoría, sino también saber de historias asombrosas acerca de sus propios pilotos.

Los nombres de Fangio, los Gálvez, los Emiliozzi, Pairetti, Traverso, Ortelli, los Aventín, y muchos otros, le dan vida a relatos que reflejan lo que significaba para ellos ser parte del TC. 

Si bien el nacimiento fue en 1937, su génesis puede llegar hasta principios de esa década, con máquinas que alcanzaban una velocidad máxima mucho menor a las actuales. Lo que continúa siendo similar es el grado de federalismo que tiene el Turismo Carretera, debido a que luego de que se concentrara durante años en Buenos Aires, se ha vuelto a recorrer el país como en sus inicios, en la medida que los gobiernos provinciales subvencionan las carreras como puntos de demanda turística.

En ese sentido, Vignone detalla que la Provincia de Buenos Aires dejó de ser la “casa” de la categoría: en 1991, solo dos de las 15 carreras del campeonato se realizaron fuera del territorio bonaerense y la Capital Federal; el año pasado esos datos se revirtieron: apenas dos competencias de 16 se largaron en la Provincia más grande del país. En esa transformación, el poder político pasó a tener un peso preponderante en la diagramación del calendario. 

Las vivencias placenteras, con triunfos inolvidables y ganadores múltiples, también contrastan en los relatos del autor con las tragedias que arrojó el TC. Las desapariciones de Roberto Mouras (Lobos, 1992), Osvaldo Morresi (La Plata, 1994), y el chico Guido Falaschi, el 13 de noviembre de 2011 en Balcarse, tuvieron un impacto mediático muy grande, a partir de la enorme cantidad de seguidores que tiene la categoría en todo el país. Como los dos primeros ocurrieron sobre pistas en ruta, fueron el disparador para que se deje de correr en esos ámbitos, y brindarle así mayor seguridad a los competidores. Sorpresivamente, Falaschi se golpeó brutalmente en un circuito cerrado...

Vignone le brinda un espacio destacado a la definición del título de 1976, uno de los más apasionantes de la historia del automovilismo argentino. El campeón terminó siendo Héctor Gradassi, a pesar de que ganó la mitad de las carreras que su rival directo, Mouras, pero como el sistema de puntuación fue cambiando terminó favorecido, y la polémica quedó instalada. 

La categoría tenía programada una carrera para septiembre de 1991 en un nuevo trazado, entre Zárate y Campana. Sin embargo, cuatro días antes de la prueba, las autoridades provinciales suspendieron su realización. El entonces Presidente de la Nación, Carlos Menem, fue a inaugurar una planta en Atucha, en esa zona, al día siguiente de la suspensión. Los dirigentes de la ACTC, Oscar Aventín y Rubén Gil Bicella, lograron meterse en ese acto y se acercaron hasta quedar frente a frente con el Presidente. El diálogo fue el siguiente:

–Presidente, nos quieren suspender la carrera (lanzó Aventín). 

–¿Cómo es eso?

Los directivos le explicaron la situación y Menem salió con otra pregunta insólita:

–No van a matar a nadie ¿no?

–Nooooo, presidente...

–Entonces, dénle.

La carrera se disputtó el 22 de septiembre. En ella hubo 82 autos, de los cuales 50 corrieron la final, que ganó Osvaldo Morresi con Chevrolet.

Las disputas de marcas es otro de los duelos calientes que cuenta Vignone en el libro, con los pormenores que efectuaba cada firma para lograr el máximo objetivo: ganar. A lo largo de ocho décadas se pueden conocer secuencias memorables, y cada una con el ingrediente que brota en el Turismo Carretera: pasión verdadera.