Mariana García es Magister en Política para las Migraciones Internacionales y docente de la Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la UNR. La investigadora sostiene que la migración es el derecho humano a movilizarse, "un impulso humano tan primitivo como que la especie humana existe y se desarrolló en función de la migración". Sin embargo, este derecho a migrar es poco resguardado por los regímenes internacionales. "El problema es que entra en contraste o colisiona con la soberanía de los estados modernos, porque consideran que es necesario resguardar sus fronteras, pero pensemos que el Estado es nada más que una formación histórica, que existe hace cinco siglos", comenta la politóloga.

Existen diferentes dimensiones de la migración, una de ellas es el deseo a trasladarse, a vivir y desarrollarse en otro sitio, pero existe una causa constante a través de la historia que es la de migrar por razones forzosas, por cuestiones políticas, religiosas, étnicas, etc. "Aquí hay un punto de intersección con el derecho humanitario, si bien muchos acuerdos internacionales, regionales o leyes internas de los estados han normatizado el derecho a migrar, también quedan áreas muy al resguardo de la propia persona y es victimizada en su derecho a migrar o mejor dicho, revictimizada, si pensamos en que ya se vio obligada a irse de su lugar", analiza Mariana García y agrega que las personas deberían estar cubiertas en todas las etapas del proceso de la migración.

 

En Argentina

Argentina es un país de inmigración desde sus orígenes y lo sigue siendo. En los últimos años, aumentó debido a la Ley de Migraciones 25.871 que se sancionó en el 2003. "Fue muy importante a nivel internacional porque consagra el derecho inalienable a migrar y muy valiosa además, porque dio por tierra con la conocida Ley Videla, una normativa del régimen militar dictatorial, absolutamente violador de los derechos humanos", comenta García.

"Esta ley -repasa la magister- tuvo muchas innovaciones para la época". A partir de las modificaciones que el gobierno de Macri hizo este año, mediante un DNU, muchos derechos se derogaron. La docente de la UNR considera que este decreto "retrocede años luz y hasta llega a cambiar las posibilidades de ciudadanización de los extranjeros que en este país datan desde 1862, con la Ley de Ciudadanía y posteriormente con la primera Ley de Avellaneda".

García comenta que "esta avanzada internacional contra el migrante" lo hace cargo del peor estigma, lo muestra como una amenaza, asociándolo con la falta de trabajo, con el terrorismo, con el narcotráfico. "No nos importa tanto el migrante que viene a invertir, que vive en un hotel 5 estrellas o si es un estudiante o profesor destacado y viene de Europa o Estados Unidos -sostiene la docente-. Al que miramos es al migrante que reclama por sus derechos, el migrante empoderado, que tiene una actitud proactiva y política en la sociedad".

 

Universitarios

La Universidad Nacional de Rosario cuenta hoy con una población total de aproximadamente el 3% de extranjeros. "La educación pública argentina es un dato muy interesante a nivel regional y global. Prestar educación de calidad, expandirla y difundirla debe ser visto como un capital social virtual propio, que tiene ventajas superlativas", opina García.

Pero además, pensar con Otros, desde y con otras fronteras, desde y con otras lenguas, le aporta a nuestra producción científica, filosófica y cultural una riqueza única, a través del debate interacadémico. Y no es menor el impacto económico que esto genera en la ciudad, con el alquiler de viviendas y el consumo.

 

Demonizar

García recuerda que las primeras políticas de inmigración pensadas por las clases dirigentes convocaban a poblar este mal conocido como "desierto" argentino. Pero la estigmatización de los migrantes siempre existió: "Si uno ve las normativas de los barcos, 'inmigrantes' eran siempre tercera clase. Los extranjeros que viajaban en primera clase no eran denominados inmigrantes, sino pasajeros", dice la investigadora.

Hoy en día, se ha construido una marca sobre el migrante, una dolorosa asociación que circula alrededor de los que se trasladan: la de "ilegal". Este tipo de construcciones "faltan el respeto a todo derecho humano: el inmigrante no es ni un delincuente, ni un ilegal, ni es un delito migrar. Está en otro país sin poder cumplir con la normativa que ese país requiere, porque las normativas son cada vez más restrictivas", sostiene la académica.

Cuando se produjo en Argentina la inmigración masiva, hubo procesos de rechazo a los inmigrantes, representados en producciones literarias, teatro, cine. Se imponían en la comunidad sobrenombres a los extranjeros como "el gringo", "el gallego sucio", "el turco", "el judío", etc. Pero, ¿hasta dónde esa nominación que comenzó siendo despectiva no se transformó en una integración también? "Todas estas tipologías reflejaban el rechazo, el no reconocimiento pero también comenzaron a ser signos de integración, porque en un barrio estaban todos juntos. Pero cuando nos introducimos en nominar al otro para discriminar, para ejercer violencia, connotativa, peyorativa, eso es claramente un proceso de violación a los derechos humanos", reitera García.

 

Reconocimiento

En Argentina existen diferentes diásporas de personas que han sido forzadas a migrar de sus países de origen. El caso de los armenios es clave para pensar la importancia del reconocimiento: en Argentina ya son tercera y cuarta generación de descendientes pero aún hoy siguen reclamando, manifestándose y luchando para que el estado turco y la comunidad internacional reconozcan el genocidio hacia su pueblo. Más de un millón y medio de personas fueron asesinadas, se usurparon tierras del territorio armenio y aún hoy niegan la masacre y los robos. "Es necesario que se reconozca incluso económicamente e históricamente este tipo de hechos, sobre todo los territorios perdidos -dice García-. No se puede violar un derecho humano a migrar y no reconocerlo o no indemnizar esa violación por parte del Estado o por parte del sistema internacional que sea, hay que reparar ese daño porque si no se traspasa de generación en generación". 

 

“No se puede violar un derecho humano y no reconocerlo o no indemnizar por parte del Estado o del sistema internacional”.

 

 

Lo múltiple

Rosario es una ciudad de inmigración y sigue siendo un puerto de atracción regional, intrarregional, interna y transatlántica. "El patrón migratorio está integrado principalmente por los países de la región, es decir, Paraguay, Bolivia, Perú. Hay corrientes migratorias nuevas como por ejemplo de Colombia y Venezuela y además, por el fenómeno terrible que sucedió en Haití y su pobreza endémica, fruto de la explotación de Estados Unidos y Francia y la destrucción del medioambiente haitiano, la migración haitiana se ha hecho presente en Rosario", comenta García.

La ya tradicional Fiesta de las Colectividades es una de las celebraciones más convocantes y masivas de la ciudad, que sigue creciendo año a año incorporando nuevas colectividades. "Creo que es una de las fiestas más representativas de la región y que ha sido parte del proceso constitutivo de Rosario, no ausente de conflictos, porque fue difícil el proceso de ingreso de la colectividad africana, de las latinoamericanas y aún hay muchas que no están". Se trata de la celebración e invitación de Rosario a vivir lo múltiple, a disfrutar las diferencias que conviven y que traman las identidades de la ciudad, revalorizando los orígenes y características de cada colectividad. Es un espacio de traducción "necesario, más allá de que hablemos el mismo idioma" y de diálogo que a veces resulta imposible en la cotidianeidad.

 

* Integrante de la Dirección de Comunicación de la Ciencia