Myriam Bregman se enteró durante la tarde que Santiago Maldonado solía  acompañar las marchas de cada 18 de septiembre en La Plata, una movilización que permaneció en la calle desde 2006 para reclamar la aparición con vida de Julio López. La abogada de aquel testigo desaparecido en dictadura que volvió a desaparecer cuando se iniciaba la reapertura de los juicios por los crímenes de lesa humanidad se sumó aún conmovida a la cabecera de la marcha que entroncó el reclamo de once años con esa bomba de tiempo que oye en el presente por la desaparición de Santiago Maldonado. “A 11 años de la desaparición de Julio Lopez, a 48 días de la desaparición de Santiago Maldonado: no olvidamos, no perdonamos, no nos reconciliamos”, señaló el documento leído en Plaza de Mayo. Las organizaciones del Encuentro Memoria, Verdad y Justicia exigieron la renuncia de la ministra de Seguridad Patricia Bullrich y de su jefe de gabinete Pablo Noceti. ¡Fueraaa!, respondió la plaza repleta. Hubo también una marcha en La Plata y otras en plazas de todo el país. Y los organizadores convocaron a una nueva jornada de movilización para el 1 de octubre, cuando se cumplan dos meses de la desaparición forzada durante la represión al Pu Lof en Resistencia Cushamen.

El telón de fondo del escenario montado sobre un acoplado de espaladas a la casa de gobierno tenía en una enorme grafía con el nombre de Santiago Maldonado. Allí estaban Nora Cortiñas, Cristina Cabib y Mirta Baravalle, de Madres de Plaza de Mayo, mientras dos integrantes de la Asociación de ex detenidos desaparecidos leían el documento. La cabecera de la marcha salió desde Avenida de Mayo y San José en dirección a Plaza de Mayo.

“Nos movilizamos a once años del secuestro y desaparición de nuestro compañero Julio López”, dijo Bregman. “Hoy supe y me conmovió que Santiago nos acompañó en muchas de las movilizaciones que hicimos en La Plata por Julio López. El marchaba por Julio y hoy estamos marchando por él, porque todo hecho que queda impune vuelve a cometerse y las fuerzas de seguridad saben que en Argentina desaparecen personas y ellos siempre quedan impunes. Tenemos que romper con esa lógica perversa”. A pocos metros, sostenía otro extremo de la enorme bandera la abogada de la Coordinadora contra la represión policial e institucional (Correpi) María del Carmen Verdú, una de las que corrió de comisaría a comisaría el último 1 de septiembre después de la cacería policial de la marcha. “La desaparición de Santiago hay que leerla con el telón de fondo de lo que ha sido el incremento represivo de todas las herramientas a disposición del aparato estatal administradas ahora por el gobierno de Cambiemos, desde las detenciones arbitrarias, el gatillo fácil, aplicación sistemática de torturas, requisas, razias, todas han tenido una profundización notable en los últimos 20 meses, y en ese marco la desaparición de Santiago es el hecho más grave”.

Por avenida de Mayo se desplegaron las organizaciones de derechos humanos, sociales y políticas nucleadas en el Encuentro. Estaban las banderas de la Correpi, el Serpaj, la Asociación de Ex Detenidos Desparecidos, el Centro de Profesionales por los Derechos Humanos (Ceprodh), Apel, el PTS, el PO y los centros de estudiantes de decenas de secundarios y terciarios. “A 11 años de López: Basta de Impunidad”, se leía en la bandera que llevaban en la cabecera entre otros Nicolás del Caño, Cristhian Castillo, Néstor Pitrola, Claudio Lozano y Vilma Ripoll entre las Madres. Esta fue la primera marcha de López con el trasfondo de la desaparición de Maldonado y la primera movilización posterior a la concentración del 1 de septiembre que culminó con la detención de periodistas y manifestantes. A las cinco de la tarde cuando la columna central comenzó a avanzar por avenida de Mayo, a escasas cuadras, sobre avenida de Belgrano y Defensa habían quedado estacionadas cuatro enormes celulares de la Policía de la Ciudad de Buenos Aires.

En la calle, las organizaciones les cantaron a las Madres de la Plaza cuando Mirta Baravalle se sumó a la columna. Un acoplado abría paso en la calle con un escenario en movimiento desde donde se leían las consignas sintetizadas luego en el documento final. ¡Fuera Bullrich y Noceti! Libertad a Milagro Sala. Libertad a Facundo Jones Huala. Libertad a Agustín Santillán. Basta de represión al pueblo mapuche. Y un repudio una y otra vez repetido como alerta de último momento al operativo de la justicia federal de Esquel que ordenó un allanamiento a la comunidad mapuche del Pu Lof en Resistencia y se llevó detenida a Elizabeth Loncopan. Fuera Benetton. Fuera Lewis. Y todos los terratenientes de Argentina. No a las políticas de ajuste, decían en una radiografía de época que incorporó la agenda específica de las organizaciones de derechos humanos con el reclamo de cárcel común a los genocidas y continuidad de los juicios.

–¡¿Y Julio López?! –preguntaron ya mas tarde desde el escenario mientras los “miles y miles” de manifestantes buscaban ir entrando a la Plaza.

–¡Se lo llevó la policía! –respondió la Plaza.

–¡¿Y Santiago Maldonado?!

–¡Se lo llevó la gendarmería!

La Plaza cantó el como a los nazis y ese canto que volvió a cantarse en esta plaza desde la desaparición de Maldonado. Ahora, ahora / resulta indispensable/ aparición con vida/ y castigo a los culpables. Mirta Baravalle se puso a cantar primero sola y enseguida acompañada: vivo los queremos/ porque vivos se los llevaron. Nora Cortiñas habló de Julio Lopez, dijo que no lo buscaron. Atrás, la gente coreó: yo sabía/yo sabía/queeeeea Santiago lo llevó Gendarmería. Belén, de 18 años, estaba con un grupo de compañeras del centro de estudiantes de Munro, número 77. Dijo que está ahí porque no tiene que haber ningún desaparecido. Magi, una de sus compañeras, de 30, del mismo terciario, explica lo que queda. “Más allá de que no hayamos vivido de forma cercana la dictadura y todo lo que fue el genocidio, esto nos convoca porque somos jóvenes que se organizan, que militan, que están en un centro de estudiantes para pelear por sus derechos y vemos en Santiago un reflejo de esa lucha y por algo muy sentido por todos nosotros que es el derecho de los pueblos originarios”.

El escenario hablaron de Julio López. De la responsabilidad del Estado en su desaparición. “La responsabilidad criminal es, sin duda, de los autores materiales y políticos del secuestro. Pero la responsabilidad política de que Julio aparezca con vida, como señalamos desde un primer momento, es de los gobiernos nacional y provincial”. Once años después de la desaparición de Julio López, agregaron, “nos encontramos frente a la desaparición forzada de Santiago Maldonado a manos de la Gendarmería Nacional, desaparición que es responsabilidad del Estado y el gobierno nacional (…) La participación directa de Pablo Noceti y la ministra de seguridad Patricia Bullrich en la persecución y represión por parte de Gendarmería al pueblo mapuche que terminó con la desaparición de Santiago Maldonado, y el total encubrimiento del gobierno de este hecho, muestra a las claras la responsabilidad del Estado, sus funcionarios y fuerzas de seguridad en este gravísimo hecho”, leyeron Osvaldo Barros y Margarita Cruz, de la Asociación. A las siete y media de la tarde, cuando la Plaza desconcentraba, los encargados de la seguridad de las organizaciones seguían atentos los movimientos de las calles. Ya sabían que había un pequeño grupo de personas que habían lanzado una molotov, pero a quienes la gente había corrido como en El Bolsón el 1 de septiembre, desconociéndolos como parte de la marcha y reconociendlos como provocadores. En La Plata, el hijo de Julio López se sumaba a una marcha masiva. “Estamos pidiendo por mi viejo y por Santiago Maldonado”, afirmó.