Al brindar su discurso en la Asamblea General de la ONU ayer, el presidente de Brasil Michel Temer estuvo falto de autocrítica, siendo que sucedió a Dilma Rousseff tras el golpe parlamentario. En lugar de eso, Temer se mostró preocupado por “la situación de los derechos humanos en Venezuela”, que “sigue deteriorándose”. El inquilino del Planalto recalcó que “en América latina ya no hay margen para alternativas a la democracia”, en alusión al gobierno de Nicolás Maduro. Nada dijo sobre el deterioro democrático de Brasil. Sobre otros de los temas fuertes del día, Temer abogó por una salida diplomática a la crisis norcoreana al recordar que su país se abstuvo de desarrollar armas nucleares a pesar de contar con la tecnología para ello y que firmará hoy el tratado que prohíbe dicho armamento.