Los brotes verdes promocionados por la Casa Rosada no alcanzan al consumo masivo de bienes, que en el caso de los supermercados ni siquiera reacciona con los agresivos descuentos ofrecidos para las compras realizadas con algunas tarjetas emitidas por bancos públicos. La facturación en esos establecimientos se contrajo en julio 2,1 por ciento frente al mismo período del año pasado. Las cifras publicadas por el Indec están expresadas en cantidades, o sea que descuentan el impacto de la inflación sobre las ventas. Los datos del organismo estadístico no permiten determinar la magnitud de la caída acumulada en los primeros siete meses del año ya que recién comenzó a ofrecer sus mediciones en términos reales en abril. Los cuatro datos disponibles muestran mermas interanuales. La medición realizada a precios corrientes, sin limpiar las cifras del efecto inflacionario, muestra un alza interanual del 18,4 por ciento. En las principales cadenas de supermercados tienen lugar ajustes de personal y cierres de sucursales. Los datos del informe oficial dan cuenta que las empresas del sector despidieron 1353 cajeros y repositores en relación a julio de 2016.

El comportamiento de las ventas en los principales shoppings del país es similar al observado en las cadenas de supermercados. De hecho, en julio coincidió la magnitud de la caída en la facturación al mostrar un rojo de 2,1 por ciento en términos reales. Las cifras negativas se repiten desde abril aunque la magnitud del retroceso se vino achicando. Por su parte, la variación nominal sube 14,7 por ciento interanual. Los datos oficiales y otras fuentes como los detallados informes de Radar Consultora revelan que la caída en los niveles de consumo masivo continúa acompañada por un incremento en las importaciones de productos como alimentos, indumentaria, calzado, electrodomésticos, línea blanca y juguetes. 

Para el Instituto de Trabajo y Economía (ITE) de la Fundación Germán Abdala, el anémico desempeño del consumo masivo se explica por una transformación en la estructura laboral. La recuperación del empleo privado registrado, explican los economistas del ITE, no solo es débil sino que además se modificó su composición, reemplazando puestos de ingresos altos por empleos de menor remuneración. Los datos revelan que el mayor crecimiento de asalariados se produjo en aquellos sectores con salarios entre 10 y 25 por ciento debajo de la media de la economía argentina. Por su parte, la mayor destrucción de empleo se concentra en aquellos asalariados que se encuentran hasta un 10 y 25 por ciento por encima del promedio como la industria manufacturera, la minería o las actividades inmobiliarias. Desde esa perspectiva, los cambios en el empleo explican por qué si bien el nivel de actividad comienza a mejorar, no sucede lo mismo con el consumo masivo de bienes.

El IPC del Indec marcó en julio un salto interanual del 21,5 por ciento. La variación del índice es superior a todos los grupos de artículos de supermercados relevados, un escenario que da cuenta de la contracción en términos reales de las cantidades vendidas. El único subítem que se ubica por encima es carnes, que sube 22,6 por ciento respecto al mismo mes del año anterior. La mayor contracción en términos reales es la de las ventas de frutas y verduras que suben 6,0 por ciento. Algunas consultoras privadas advierten que la caída en las ventas de los supermercados se conjuga con un paulatino desplazamiento de consumidores hacia los canales de ventas mayoristas.