Llevar al público hasta el “útero de la canción”, es lo que la cantautora Paula Basalo se propone para hoy a las 21, cuando active sus músicas en el Caras y Caretas 2037 (Sarmiento 2037). “La idea es que el público sea protagonista, no espectador”, orienta ella, que se expresará en clave de folklore con matices de jazz, junto al grupo Caminantes. “La raíz de mi música está en las sonoridades litoraleñas de las que vengo. Luego fui buscando mi sonoridad interior y fue ahí cuando el árbol se ramificó, creció y afloró en este eclecticismo que soy hoy”, detalla Basalo, casualmente nacida en Esquina, Corrientes, y causalmente radicada en Buenos Aires, cuando decidió escaparle, no sin cierta osadía, a un destino “impuesto” de doctora en leyes. Causalidad que le permitió trasladar a la gran urbe las improntas de Mario Bofil y Ramón Ayala, y ponerlas a convivir con las de otros referentes, especialmente la de Mercedes Sosa. “Lo que busco es transmitir de una manera que conmueva sin perder la técnica y esa es la virtud que tenía Mercedes. Se sentía cómoda en todos los géneros, porque decía de un modo único”.

Basalo tiene un disco publicado (Frágil, 2010) y un mundo de haceres a partir de él. Cantar pegada a Mario Bofill, por caso, en “Viva el Chamamé”, el multitudinario encuentro que se dio en el Luna Park, en 2010. “Cantar con él fue un parteaguas para mí, por el contexto en que se dio. El es un cantautor correntino que admiro mucho y por el cual tengo un gran afecto. Por lo tanto, que me lleve de la mano ante su publico y generosamente me diga: ‘Cantales un tema de tu autoría, así ellos pueden descubrirte’, es oro para mí. A esto le sumo un detalle de amor, porque me encontraba transitando el octavo mes de embarazo, con mi hijita Olivia anidada en mi vientre”, evoca la guitarrista y cantora, cuyo grupo sostén forma con Coqui Rodríguez y Roberto Malagueño también en guitarras; Ricky Proz, en piano y acordeón; Agustin Marquesano, en bajo y Mariano Risso, en batería. “Con ellos haré un recorrido por temáticas como los sueños, las inquietudes sociales, la reivindicación de los valores humanos, el respeto por la naturaleza y la postura positiva ante la vida. En resumen, historias comunes, donde seguramente el público se verá reflejado”, resume esta mujer que empezó a adentrarse en estas cuestiones a partir de las rondas chamameceras que vivenció de chica. Y por la naturaleza, claro. “Todos somos parte y resultado del sitio donde pasamos nuestra infancia y nuestra adolescencia... En mi caso, ese pasado fue de río y vegetación. Por eso, el sonido de las siestas encendidas y la luna bañando la piel del río se encuentran en mis versos.”