La junta interdisciplinaria a cargo de analizar la muerte de Alberto Nisman terminó ayer sus deliberaciones y presentará un informe ante el juez Julián Ercolini y el fiscal Eduardo Taiano que afirmará que el fiscal fue asesinado. Esa es la teoría que sostienen 28 peritos de la Gendarmería y cuatro expertos designados por la querella de Sandra Arroyo Salgado (en rigor, de sus hijas) y de la madre de Nisman, Sara Garfunkel. La defensa del informático Diego Lagomarsino impugnará ese resultado, que considera forzado e inválido. La postura mayoritaria del homicidio es diametralmente opuesta a la que conclusión a la que habían arribado los peritos nombrados por la Corte Suprema, con vasta trayectoria en autopsias y análisis criminalísticos, que intervinieron el primer año de investigación y señalaron que no había ningún indicio de participación de otra persona en el hecho. Habrá que ver en el texto final cómo explican los gendarmes y las querellas la presencia en el baño de un supuesto homicida, incluso dos como sostiene Gendarmería, teniendo en cuenta que no había ni pisadas, ni indicios de arrastramiento del cuerpo y que el espacio de apertura de la puerta era ínfimo, entre otros muchos puntos dudosos.  

Con este resultado, todo indicaría que se intentará volver a poner como sospechoso a Lagomarsino, quien declaró desde el inicio que el arma hallada en el lugar era suya, y que Nisman se la había pedido porque temía por la seguridad de sus hijas. Antes le había pedido un arma a un custodio, como consta en la causa, pero no tuvo suerte. Lagomarsino declaró que estuvo dos veces en el departamento de Nisman el sábado 17 de enero de 2015. La primera vez cuando lo citó para decirle lo que quería, la segunda cuando le llevó el arma. Los registros de las cámaras del edificio y de la autopista que tomó para ir a su casa en Martínez dan cuenta de que se fue cerca de las ocho de la noche. La data de muerte que habrían consensuado los peritos es a las 3 de la madrugada del domingo 18. La autopsia original, hecha por expertos y con la opinión de Fernando Trezza, autor de teoría sobre la data de muerte, ubicaban la defunción entre las 8 de la mañana y el mediodía. En cualquier caso, el informático ya no estaba allí. ¿Dejó el arma para que la use otro? ¿Y por qué cometería la torpeza de dejar en el lugar un arma supuestamente homicida que le pertenece? 

Así como el diario Clarín anticipó que la Gendarmería iba a concluir que hubo un homicidio aún antes de que comenzaran los peritajes, Infobae ya adelantó que el fiscal Eduardo Taiano va a querer citar a Lagomarsino y que su situación quedará complicada.

La aparición de la ketamina en un estudio toxicológico que analizó sustancias metabolizadas en el hígado fue uno de los primeros datos utilizados por los peritos de Gendarmería para sostener el asesinato. Se trata de una droga que tiene efecto anestésico, aunque casi no se usa con esa finalidad en personas porque produce alucinaciones y su efecto dura poco. Su uso más extendido es como sustancia de uso recreativo, alucinógena, en fiestas. Para que la ketamina deje a alguien adormecido o atontado, hace falta una cantidad que se debe suministrar con jeringa, pero Nisman no tenía marcas de alguna pinchadura. Para un uso más leve, psicodélico que altera la percepción corporal, se puede snifar o disolver. Pero los estudios no establecieron qué cantidad de ketamina tenía Nisman en su cuerpo, de modo que es una conjetura en qué estado se encontraba.

La explicación de dos personas manejando a Nisman que da la Gendarmería – uno dispara y el otro sostiene, según dicen– pretende explicar que era la forma de sostenerlo “drogado” y que lo arrodillaron. No hay pisadas de nadie en el baño. La puerta principal del departamento estaba trabada desde adentro. La de la cocina estaba con la llave puesta del lado de adentro, a medio girar. ¿Cómo hicieron para entrar o salir los asesinos? La cámara del ascensor de servicio funcionaba, pero no captó a ningún asesino, que en todo caso debió irse por la escalera. Además, los videos del momento de hallazgo del cuerpo muestran un espacio de apertura pequeño de la puerta, ya que la cabeza de Nisman la bloqueaba. ¿Cómo salieron dos personas?

La Gendarmería sostiene que uno de los atacantes disparó. Igual que la querella, se escudan en que los estudios de barrido en la mano de Nisman dieron negativo. Se hicieron en laboratorios de La Plata y Salta. Sin embargo, lo que dieron como resultado es que los elementos del fulminante no estaban presentes en las proporciones que darían positivo, pero estaban. Es decir, había fulminante en la mano. El estudio de Salta incluso afirma que no se puede decir que Nisman no haya disparado. La mano del fiscal, además, tenía sangre con la forma de una “V”, como si fuera la marca de la empuñadura del arma. Otra cuestión es que las manchas de sangre en la bacha del baño y hacia atrás y al costado del cuerpo tenían la forma como de una salpicadura de aerosol (se llaman backspatter). Pero algunos de los peritos ahora hablan de manchas por transferencia, como si los asesinos hubieran esparcido la sangre a propósito. 

En la línea de sostener un ataque dicen que el fiscal de AMIA fue golpeado. Los peritos de la Corte siempre atribuyeron el golpe en la cabeza a la caída. El golpe en una pierna explicaban que era viejo, un moretón ya verdoso. Los gendarmes introducen un supuesto golpe en la nariz, que según ellos no generó hematoma porque uno de los atacantes era karateca experto. Los peritos de Lagomarsino no se movieron de su postura original y van a cuestionar todo este estudio que llegaría por escrito a tribunales entre hoy y mañana.