De la mano de la presentación del proyecto del presupuesto nacional para 2018 por el Ejecutivo, se inició un debate en torno a la política económica que se propone aplicar el gobierno de Cambiemos en su tercer año de gestión. Desde distintas miradas, hay coincidencias en que la apuesta al endeudamiento externo para sostener los gastos de la administración pública es altamente riesgosa. Desde economistas críticos del neoliberalismo como Horacio Rovelli, que preanuncia que “el perverso mecanismo del carry trade (bicicleta financiera) y endeudamiento externo” volverá a colocar al país en una situación de crisis externa como las ya vividas, hasta la visión ultraortodoxa de la consultora Economía & Regiones (Diego Giacomini y Javier Miles), desde la cual señalan que “el mercado financiero mundial está experimentando una burbuja de valor que sugiere no descartar un endurecimiento de las condiciones financieras; si este fuera el escenario, la (actual) mala política fiscal nos pondría de cara a un shock externo con ajuste macroeconómico”. Tarifazo, ajuste y endeudamiento, las claves que caracterizan el plan económico y el sendero por el que se transitará el año próximo, según cuatro miradas diferentes. 

Tarifazo

 Al analizar el proyecto de presupuesto presentado el viernes 15 a la Cámara Baja por el Ejecutivo, el ex diputado nacional y actual coordinador del Instituto de Pensamiento y Políticas Públicas Claudio Lozano definió que las claves que lo caracterizan son “tarifazo, ajuste y endeudamiento”. “El primero surge al observar que la estrategia de control del gasto público se asienta centralmente en la reducción de los subsidios. Así, mientras la evolución del gasto total para el año próximo es de un 16 por ciento, la caída en el rubro que contiene los subsidios (Servicios Económicos ) es de un 8,1 por ciento,  que al computar la propia pauta de precios que estima el gobierno supone una caída en términos reales del 20,6 por ciento. En particular para el sector energético, la reducción real supera el 38 por ciento. Por tanto, lo primero a señalar es que el Gobierno confía en poder seguir transfiriéndole al conjunto de los hogares la reducción del gasto, vía aumento de las tarifas de luz y gas, así como también a través del incremento de los costos del transporte (por ejemplo, el boleto de colectivo)”.

El ajuste 

Desde un enfoque diametralmente opuesto, un informe de Economía & Regiones sostiene que la principal falencia del proyecto presentado por el oficialismo es “no haber comenzado con el cambio en la política fiscal”, desde una mirada ultraortodoxa según la cual el déficit es el origen de todos los males. “Es un presupuesto más pensado para seguir surfeando el oleaje político, que para comenzar a corregir los problemas económicos de fondo de nuestra economía. En pocas palabras, el Presupuesto 2018 no baja prácticamente el peso del Estado sobre el sector privado de la economía, con lo cual no alienta un fuerte proceso de inversión privada, acumulación de capital, mejora de productividad, creación de puestos de trabajo y crecimiento en serio”. Según la estimación de E&R, el crecimiento económico de 2018 podría llegar al 2 por ciento, pero no al 3,5 proyectado por el gobierno, mientras que la meta de inflación tendría dificultades en cumplirse dado que, a su criterio, continuará habiendo una emisión de dinero excesiva. “El problema es que el Presupuesto 2018 y su gradualismo fiscal aseguran que el ritmo de toma de deuda baje muy poco durante los próximos años, exigiendo que el mundo nos siga financiando mucho y por tiempo prolongado, lo cual es un riesgo que no se puede ignorar. Asumiendo un mundo sin cambios pronunciados de liquidez y con baja tasa de interés en términos históricos, supuesto fuerte, si Argentina cumple con sus pautas del programa económico, otro supuesto fuerte, muy probablemente seguiría habiendo acceso al financiamiento internacional. Sin embargo, no se puede dejar de mencionar que el mercado financiero internacional está experimentado una burbuja de valor que sugiere no descartar por completo la probabilidad que ocurra una reversión con endurecimiento de las condiciones financieras, “flight to quality” y menor acceso al crédito mundial. Si este fuera el escenario, la mala política fiscal nos pondría de cara a un shock externo con ajuste macroeconómico”.

Endeudamiento 

 Horacio Rovelli, economista de EPPA especializado en políticas fiscales y presupuesto, sostuvo que el proyecto presentado “ratifica el empleo del perverso mecanismo del “carry trade” y de deuda externa para que ingresen dólares al país, indispensables para pagar las importaciones y los servicios de la deuda externa. El Mensaje que acompaña al Proyecto de Ley de Presupuesto sostiene que “Volver a tener acceso a los mercados internacionales de crédito permitió también que el Tesoro dejara de usar al Banco Central como principal fuente de financiamiento”. Eso es falso, porque lo que hacen es endeudarse y traspasar esas divisas al BCRA que se los vende a los bancos, financiando su posterior fuga a través de sí mismos o a favor de sus principales clientes. Y con los pesos que recibe, el Tesoro hace frente a sus compromisos con proveedores, contratistas, salarios del sector público, etc. Segundo, para absorber la mayor emisión monetaria por la creación de dinero por deuda, lo esterilizan con Lebac, cuyo stock ya supera el billón de pesos y devenga un interés anual en pesos, que equivalente a unos 14.000 millones de dólares, que es el 2,4 por ciento del PIB”. Así, estima Rovelli, el déficit total del sector público, que en 2016 y 2017 alcanzó una cifra equivalente a 31 mil millones de dólares en cada uno de esos años, en las proyecciones para 2018 superaría los 35 mil millones de dólares. 

 Por su parte, un informe de la Asociación Argentina de Presupuesto y Finanzas Públicas (Asap), advierte sobre la forma en que el gobierno refleja la supuesta reducción del déficit fiscal. “En los últimos tiempos, se ha planteado una discusión recurrente sobre el crecimiento de los pagos de la deuda, ya que los intereses vienen aumentando por encima del resto de los gastos y se prevé que esa tendencia continúe en 2018. La respuesta del gobierno es concentrarse en el resultado primario, dejando de lado la cuestión de los intereses. Si bien el resultado primario es importante, el que define la cuantía del financiamiento que deberá conseguir el Estado es el resultado financiero, que incluye el pago de intereses. Si el peso de los intereses se acrecienta, la política económica perderá grados de libertad, por más esfuerzos que se hagan en contener el gasto primario”.