El director del Observatorio Social de la Universidad Católica, Agustín Salvia, consideró que las cifras de pobreza que mostró el Gobierno muestran una caída respecto de lo que fue el segundo semestre de 2016, que estos números retrotraen la cantidad de pobres a los de 2015 pero “mucho peor” con “más desigualdad que entonces”.

Por FM La Patriada, Salvia explicó que la situación actual mejoró si se la compara con el aumento de precios, el tarifazo y el contexto inflacionario que se dio tras la devaluación con que Cambiemos inauguró su gestión. “Si se comparan estos números con 2016, hay una caída, se reactivan algunos segmentos en la demanda de empleo y hay medidas que ayudan, como la reparación histórica a los jubilados y subir el techo del mínimo no imponible”.

Pero se encargó de aclarar que “cuando uno ve esto más detalladamente hay bemoles”, y aseguró que la situación actual “está empatada” con las cifras que manejó el Observatorio en 2015, “e incluso es mucho peor, con más desigualdad que entonces, la media está lejos de salir de la situación actual". Esto se debe a que "no llega la reactivación económica" en los centros urbanos donde "hay segmentos informales ajustados, sin trabajo y con asignaciones bajas".

El jueves, el Indec había dado cifras que colocan la pobreza en un 28,6 por ciento y la indigencia en el 6,2 por ciento. La merma de 1,7 por ciento en la pobreza fue respecto del segundo semestre de 2016 en comparación a la primera mitad de este año. Afecta a 11,3 millones de personas, y el Gobierno, por boca de Mauricio Macri, celebró que “hemos logrado rescatar de la pobreza a 600 mil argentinos”.

Así las cosas, el responsable del Observatorio de la UCA estimó que "el diagnóstico del derrame para resolver la pobreza que usa el gobierno es errado" y que faltan políticas “de desarrollo”. Fue categórico al caracterizar el modelo del macrismo: “Ajuste con crecimiento es mi diagnóstico, lo cual generaría mayor desigualdad, aun sacando gente de la pobreza”.

Salvia se mostró crítico de un posible tarifazo y una reforma laboral para después de las elecciones. A su juicio, un aumento en las tarifas “va a resentir el poder de consumo de los pobres”, mientras que una reforma laboral “a la brasileña” redundaría en dejar en manos del mercado “el manejo de las variables de oferta y demanda en el empleo” y la definió como “algo regresivo”. Precisó que ambas medidas son “reformas de riesgo social y político y creo que el gobierno no podrá avanzar mucho por allí”.

A su juicio, “hay que pensar en la economía social, popular, en los negocios de barrio”, que se apunte “hacia un segmento que debe ser traccionado para tener mejores oportunidades de trabajo, cosa que el mercado no hace”. También sugirió la necesidad de “pensar una reforma tributaria” que sea “progresista”.