A comienzos de este año, el prestigioso Centro Cifra de la CTA produjo el relevante documento “La naturaleza política y económica de la alianza Cambiemos” en el cual revelaba la elevada incidencia de egresados de universidades privadas entre los funcionarios del actual gobierno, en comparación con el total de la población universitaria. De acuerdo a Cifra, durante la última dictadura cívico–militar, los sectores dominantes pusieron en marcha estas universidades para nuclear y formar intelectuales orgánicos propios “que les garantizaran no sólo en lo inmediato el diseño e implementación de las profundas transformaciones que implicaba el desarrollo de la valorización financiera” sino también disponer en el mediano y largo plazo de una elite dirigente que les permitiera modelar el sentido común, de tal manera que sus intereses corporativos “fueran asumidos como propios por la sociedad en su conjunto y especialmente por los sectores populares”. 

El documento expone como esta tendencia no se modificó en el período postdictatorial, sino que se profundizó, y que “el gabinete del gobierno de la alianza Cambiemos expresa hasta donde maduró ese proceso del cual son hijos”.

Sin embargo, la división público–privada parece borrarse al hablar de la carrera de Economía en la principal universidad argentina (UBA) que concentra alrededor del 35 por ciento del total de los estudiantes de económicas, quienes pocos cambios han recibido en su formación ortodoxa durante las últimas décadas, incluso cuando el mundo experimenta, desde la crisis de 2008, el fracaso de las teorías neoliberales y en la Argentina ejercía el poder un gobierno que, en base a respuestas heterodoxas, había logrado sortearla.

A grandes rasgos, la carrera de Economía de la UBA mantiene el programa neoliberal introducido fundamentalmente durante la última dictadura, donde se modificó incluso la denominación de la licenciatura de Economía, a la que en 1976 se le amputo la denominación “Política” para enmascarar esta licenciatura bajo un falso neutralismo. A ello se sumó la reforma menemista de 1997, que acentuó el sesgo neoclásico de la formación, pese a la oposición de un gran número de docentes y estudiantes, al punto que un documento producido en 2012 por docentes y estudiantes nucleados en las Jornadas de Economía Crítica sostuvo que los actuales contenidos de la carrera de la UBA respondían a una visión ortodoxa, que tiene “salpicaduras” de otras orientaciones, cuyo objetivo es producir “paliativos” para evitar cambios más profundos. De acuerdo con este documento, los actuales contenidos poseen “un enfoque donde las clases sociales no son relevantes, y menos aún el enfrentamiento de clases”.

Luego que en 2014 se fundara la International Student Initiative for Pluralism in Economics, organizada por estudiantes de ciencias económicas de todo el mundo preocupados por los planes de estudio de sus carreras, la Sociedad de Economía Crítica, miembro de esta organización multilateral, estudió a fines del año pasado las carreras de economía de 31 universidades de Argentina y Uruguay, entre las que por supuesto se incluía la UBA. Concluyó que “en consonancia con la situación internacional, la formación promedio de los economistas de nuestros países tiene un fuerte sesgo hacia el conocimiento técnico y de gestión –representado por las categorías “Matemática y Estadística” y “Administración, Contabilidad y Derecho”– así como hacia el conocimiento puramente economicista y por lo general de corte neoclásico –representado por las categorías de “Microeconomía” y “Macroeconomía”–. El peso que representan las asignaturas asociadas a estos tipos de conocimiento dejan un escaso margen para aquellas que proponen un dialogo interdisciplinario con otras ciencias sociales”.

En esa misma sintonía opinó quien fuera ministro de Economía del anterior gobierno, Axel Kicillof. En abril del año pasado, fue el principal orador de la conferencia “La formación en Economía en el contexto de crecimiento con inclusión”, en la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional de La Plata, organizada por las Cátedras Nacionales y Populares de esa casa de estudio. Kicillof sostuvo que “La larga noche neoliberal tuvo muchísimas consecuencias, una de ellas sin dudas son los planes de estudio, especialmente en economía. De eso soy un testigo presencial”, añadiendo que durante los noventa la carrera de Económicas de la UBA fue “un globo de ensayo” para privatizar encubiertamente parte de la licenciatura y achicar el Estado por medio de la reducción de la duración de la carrera y el arancelando posgrados y doctorados. Si bien señaló que la resistencia de la comunidad educativa a esa reforma frenó parcialmente el proyecto original, avanzó de todas formas el discurso de que “la mejor teoría había sobrevivido”, en referencia a la neoclásica, eliminándose así materias con un perfil histórico y social, limitando además las lecturas de Karl Marx, Adam Smith, David Ricardo o John Maynard Keynes a “recuadritos de color en el libro de texto”.

Kicillof planteó que era necesario una reformulación de los planes de estudio para comprender lo que pasó en Argentina y en el mundo en estos últimos años, pues los actuales planes de estudio “atrasan veinte años”, lo que provoca que “los economistas neoliberales se equivoque y le pifien en sus pronósticos”, aclarando que más allá de la “mala intención” y de los “intereses”, existía en ellos “una pobreza intelectual que son las teorías económicas que tienen”, pues la distribución no era el “resultado natural” que llega tras una etapa de crecimiento, sino que “ese fue el discurso que imperó en los noventa”.

Volvió sobre estos términos al disertar, poco tiempo antes de las pasadas elecciones, frente a empresarios de las principales compañías convocadas por el Consejo Interamericano de Comercio y Producción.  Señaló que “me recibí con medalla de honor, pero en la UBA el programa era ultraliberal, era el plan de estudios del programa norteamericano implantado en la Argentina. Lo que enseñan en la UBA no sirve para entender la realidad histórica ni las crisis”.

El Profesor Honorario de la carrera de Económicas en la UBA Abraham Gak, director del Plan Fénix que funciona como una cátedra abierta en esa casa de estudios, afirmó a Cash que “Kicillof es egresado de esta casa con una brillante tesis sobre John Keynes, y también tuvo la oportunidad de asistir a una cátedra de pensamiento marxista que dirige Pablo Levín. Pero ese fue un espacio marginal en esta facultad, que en todo caso él supo aprovechar”. Gak, de hecho, fue quien en los últimos años más cuestionó la orientación académica de la carrera dentro de la propia UBA. En 2008 afirmó que la facultad de Ciencias Económicas era “una incubadora de yuppies”, lo que le valió un pedido de juicio académico por parte de esa facultad, que lógicamente no prosperó porque hubiera implicado un cercenamiento a la libertad de expresión. Consultado por esa sentencia, Gak afirmó que “dije incubadora porque los que ingresan vienen en mayor medida para transformarse en yuppies, es decir profesionales exitosos individualista, y aptos para incorporarse y ser funcionales a una sociedad regida por las leyes del mercado. Lo que la facultad de hecho hace es mejorarlos en ese sentido, porque lo cierto es que todavía tenemos una facultad que no asumió su responsabilidad con la sociedad, que sigue brindando una formación dirigida al sector privado y a la gran empresa, con una mirada del tributarista como profesional que sabe cómo hacerle eludir impuestos a sus clientes. En 1985 dirigí el proceso de reforma del plan de estudios, pero finalmente, por cuestiones burocráticas, no se instrumentó, y luego se volvió a reformar todo en 1997. Desde entonces, existe una falta de actualización de los planes de estudio, que incorporen la mirada nacional, pues se sigue estudiando la economía neoclásica, que hay que estudiarla, pero junto a la economía real, que en la actualidad es marginal”.

Con la llegada de un gobierno cuyo proyecto económico y cultural responde a la descripción de Gak, este oscuro panorama parece estar aún más lejos de modificarse en las universidades privadas y en la licenciatura de Economía de la UBA