Matías Santana, hasta ahora el testigo más importante en la causa que investiga la desaparición de Santiago Maldonado, fue denunciado por la Gendarmería por haber arrojado una piedra que habría lastimado a Emmanuel Echazú. A su vez, éste es el gendarme más comprometido en el expediente por haber estado cerca del Río Chubut durante la represión del 1º de agosto, donde fue visto por última vez el joven artista. Sin embargo, los abogados de esa fuerza formalizaron la denuncia contra Santana ante el juez federal Guido Otranto, el mismo magistrado que fue apartado del caso y que además está denunciado penalmente por los abusos contra la comunidad mapuche cometidos durante el operativo del lunes 18 de septiembre. “Es parte de la persecución mediática y judicial, el principio de los montajes políticos”, dijo el joven mapuche en diálogo con PáginaI12, desde Esquel donde trabaja en los asuntos previos al juicio de extradición del lonko Facundo Jones Huala, de la Lof en Resistencia de Cushamen, a la que ambos pertenecen. Durante la entrevista dirá que, aún con el nuevo juez, no hay garantías para que más mapuches declaren, que pasó la noche del 31 de julio charlando con Maldonado, entre arroz con leche y disparos, y ratificará que aquel día enviaron un mensaje de texto que decía “se llevaron al Brujo”. Sus dichos coinciden con sus testimoniales: “Veo a tres efectivos de Gendarmería, dos de espalda y uno de frente, que iban golpeando al compañero, tenía puesta mi campera.”

Santana tiene 20 años, estudió hasta cuarto año y dice que lo echaron por “rebeldía”. En 2015 con el proceso de recuperación del territorio asumió el compromiso de reconocerse como mapuche. “Son 130 años de opresión, necesitamos levantarnos y recuperar la tierra para vivir de una manera más digna”. Se crió en Esquel, en el contexto del conflicto minero. “Tenía cuatro e iba a las marchas con mi familia. Ahora busco aprender de mi gente mapuche, profundizar en mi conciencia, leo mucho, mi vida es la militancia”, dice. Le gusta el punk rock, pero escucha poco “porque en el campo hay que ahorrar batería”.

Matías Santana compartió dos jornadas con Santiago Maldonado. “Conversamos mucho, luego supe por los que ya lo conocían que él creía en una lucha anticapitalista. El 31 se cumplía un mes de la prisión política de Facundo Jones Huala. Reprimieron la manifestación del 29 en Esquel y la del 31 en Bariloche, donde se llevaron a nueve personas detenidas, y nosotros como último recurso para hacer saber lo que estaba pasando cortamos parcialmente la ruta. Santiago llegó un ratito antes de mediodía para pedir por los detenidos”.

–¿Lo llevaron Claudina y Ailinco Pilquiman?

–Sí. Aparece Gendarmería como a las 6 de la tarde, se paran en el cruce de la ruta 40 y la 70, y disparan con escopeta a los peñi, los hermanos mapuche. Hacemos uso de la autodefensa, nos leen la orden de desalojar por altavoz, pero a las ocho ya estábamos dentro del territorio y Gendarmería nunca apareció. Habíamos dejado un pino, que sacaron como a las cuatro. Volvemos a recurrir a la autodefensa. Santiago pasó la noche en la casilla de guardia con nosotros, y hasta el momento de su desaparición se mantuvo ahí. Esa noche compartimos mates, comimos un arroz con leche, preocupados de no saber qué estaba pasando en Bariloche con Facundo. A las seis y media bajan tres camionetas y un Unimog, los gendarmes nos empiezan a prender luces hacia adentro del territorio, y donde veían un bulto disparaban, por eso nos defendemos con la honda de reboleo y piedras. A la mañana cuando llega Soraya le contamos que nos estaban provocando, ya estaba la Gendarmería sobre la ruta 40, en el cruce de El Maitén. Volvemos a la ruta cerca del mediodía y ésa es la represión más fuerte que pasan en los medios. Baja la camioneta primero y entran con todo. Se escuchan disparos todo el tiempo.

–¿Con qué disparaban?

–Hubo disparos de 9 milímetros, desde el lado de la banquina, donde hay monte. No es la primera vez que nos reprimen, sabemos diferenciar el ruido. Pegamos el grito “están tirando con nueve”, la camioneta a toda velocidad rompe la fila de los peñi de la ruta, y ahí es que corremos a los gritos. Fue todo rápido, uno solo atina a seguir tirando piedras y tratar de que no entren porque sabemos lo que pasa, no es la primera vez que rompen y queman todas nuestras cosas. Mientras veía un panorama general de todos mis peñi se me atraviesa un Unimog en la tranquera, patean y rompen el candado. Iniciamos el repliegue hacia río. En ese momento lo cruzo a Santiago que iba a la casilla, le digo ‘por ahí no’, y yo sigo corriendo. Buscaba su mochila y su campera negra. Bajo por el río, lo costeo hasta un corral donde tenía el caballo atado. Escucho ‘quedarte quieto, estás detenido’, me subo, apretó la cincha y vuelvo por arriba. El río está en bajada, hay como un pequeño cerro, yo subo al camino y en ese momento veo a tres efectivos de Gendarmería que iban golpeando al compañero. Lo afirmo porque era la campera que yo le había prestado ese día a la mañana. Ahora lo marcan a Santiago en el video el 31, lo identifican. Nos cambiamos la ropa para no ser identificados, porque sabemos que terminamos todos con causas. Habíamos decidido eso para cuidarnos. Veo que van subiendo por el camino que yo bajé, golpeándolo con los puños. Cruzo el río y ahí los chicos me preguntan si había alguien detenido, les digo que sí. Y sigo hasta un cerro que está justo en la guardia vieja, desde ahí con unos binoculares de bolsillo veo que sale el Unimog muy rápido, hasta el cruce de la 40 con la 70, ahí aparece otra camioneta blanca y hacen el traspaso, luego sale esa camioneta hacia Esquel. Lo reconozco por la campera y el pantalón negro que tenía. 

–¿Hay más personas que puedan declarar esto que vio?

–La justicia no busca a Santiago sino perseguir a integrantes de la comunidad. No tenemos garantías, tengo un auto de la policía y de Gendarmería parado adonde me esté quedando, me siguen todo el tiempo, estuve trece horas precintado y fui golpeado en el último allanamiento del lunes 18. Como siempre nos reprimen sabemos cruzar el río con temperaturas bajo cero, tenemos herramientas para sobrevivir después de una situación como esa. Andrea Millañanco ya declaró y aportó el número donde recibió el mensaje que le mandamos ese día, así que el Estado de una vez por todas tiene que investigar en lugar de perseguir a las víctimas.

–¿Qué pasó finalmente con los binoculares?

–Gendarmería rastrilló del 15 de agosto por orden de Otranto. Se los pasé ese día a un peñi porque mi tarea era resguardar a los niños, y cuando se tiró al río la corriente se llevó el morral donde los había puesto, ahí se perdieron. No tengo nada que ocultar, pero no importa lo que diga, es una guerra mediática que busca ensuciar nuestra lucha de cualquier manera. Hay montones de luchas sociales que están siendo reprimidas y estigmatizadas. La solución es política, y consiste en conversar en igualdad de condiciones, con nuestras autoridades en libertad, y que devuelvan todo el territorio usurpado a la gente que empobrecieron. El 1 querían matar a uno, que tengamos miedo y dejemos todo lo que hicimos. Por eso me aferro mucho a mi gente mapuche, tenemos diferencias con algunos sectores pero en este momento hay que ser objetivos, sacar a Facundo de la cárcel y que aparezca el compañero Santiago.