Los primeros aplausos fueron dubitativos: los músicos no salían al escenario por donde acostumbran, y eso llamó inmediatamente la atención de los habitués de los conciertos que los viernes ofrece la Orquesta Sinfónica Nacional en el Centro Cultural Néstor Kirchner. No se trataba de un cambio de estilo por contar con dos invitados internacionales como el violinista Shlomo Mintz o el director Yoav Talmi, ni la posible presencia de autoridades de Israel, de donde eran oriundos los invitados de la velada. Mientras sus representantes se formaban al frente del escenario para leer un comunicado sobre la situación que atraviesa el organismo, el resto de los integrantes accedía a la sala desde el Hall, repartiendo volantes y llevando sus instrumentos con cintas celestes y blancas como llamado de atención. Y sus reclamos encontraron cabida en el público, que los reconoció con aplausos.

“La Orquesta Sinfónica Nacional atraviesa problemas administrativos y salariales”, advirtieron. “Siendo el primer organismo del país, es una de las orquestas peor pagas; pese a eso, decidimos seguir el contacto con ustedes, nuestro público”. Los habitués de la “ballena azul” ya conocen el conflicto que atraviesa la Orquesta. De hecho, más de una vez se quedaron sin concierto luego de que el Ministerio de Cultura los cancelara, tras destratos a directores invitados (el trasandino Francisco Retting, por ejemplo, se encontró en el país sin reserva de hotel y terminó volviéndose a Chile).

Desde el escenario, los representantes de los músicos exigieron el pago de los salarios adeudados, tanto a los miembros estables como a los contratados e invitados. En algunos casos, la deuda tiene varios meses acumulada, y eso sin contar que –como ya se informó en PáginaI12– la orquesta tiene salarios muy por debajo de sus similares del resto del país, pese a ser la más importante.

Pero los problemas no acaban en un simple reclamo salarial: los músicos también piden la apertura de concursos de ingreso al organismo. Los últimos debían realizarse en junio y fueron postergados. Ellos ruegan que, al menos, se hagan en diciembre. Y no sólo eso: la orquesta más importante del país no tiene sede definitiva. Los músicos consideran que el Centro Cultural Kirchner sería el lugar ideal para ello (y los aplausos del público ante la lectura de este punto parecen coincidir).

El comunicado también incluía un último punto: los integrantes de la orquesta piden la firma de un convenio entre el Ministerio de Cultura de la Nación y el Sistema Federal de Medios Públicos, y la negociación de los derechos de imagen (con su correspondiente pago) para que las presentaciones de la Sinfónica, además de grabadas, puedan ser transmitidas en todo el país. Y contra el lobby que se registra en otros medios y que llama a eliminar la gratuidad de sus conciertos en pos de una supuesta “jerarquización”, la ovación tras la lectura de este punto (varios “bravo” incluidos) indica que el público valora a la orquesta y reconoce la importancia de difundir su trabajo, como corresponde a un organismo público de carácter nacional.

El conflicto cada vez resuena más. No sólo en el circuito local, bien enterado de las dificultades de la Orquesta, pese a los intentos oficiales por bajar el tono. Hacia afuera, cada invitado internacional termina haciéndose eco de la situación. En esta ocasión, fue el propio director invitado quien envió una carta a las autoridades. El israelí señala que está “al tanto de los conflictos que atraviesa la orquesta”, y se declara simpatizante de los músicos y el staff. “Ser un músico profesional es extremadamente difícil y la principal orquesta de la Argentina necesita las mejores condiciones posibles, al igual que salario, para que puedan ofrecer a su audiencia el más alto nivel interpretativo y atraiga a los mejores músicos del país”, continúa su misiva. “La Sinfónica Nacional es el embajador cultural del país ante el mundo y espero que encuentre el apoyo financiero que merece”, concluye Talmi.