Fuego Gris es dos cosas en una. Una película estrenada en 1994, extraña, onírica, experimental, ultrasurrealista -tal vez la más del cine argentino- cuyo leitmotiv es contar en esa clave y, a través de un personaje llamado Marmorita, lo abrumador y angustiante que implica sobrevivir en las ciudades y sociedades de hoy. Es también un disco de Luis Alberto Spinetta que opera como banda de sonido con un tremendo peso específico propio, dado el autor, y dado además que el film de Pablo César carece de diálogos.

En este lío se metió Jorge Kasparian. En contar en ambas dimensiones la obra, bajo el mismo método de entrevistas que utilizó en Luisito I y II. Habló entonces -además de con César-, con Gustavo Viau, Victoria D'Antonio –“Marmorita”, la actriz principal-, Cristina Banegas y Arturo Bonín. Con el artista plástico Christian Gruaz, y la actriz brasileña Ana Elisa Paz, que destella como la “Preciosa Dama Azul”, mientras suena el tema epónimo. Con Machi Rufino, uno de los pocos músicos que acompañó a Luis en la confección del disco junto a Claudio Cardone y Jota Morelli, y descubrió en esas charlas –y muchas más- secuencias del film y el disco que el fana tipo del “Flaco” desconocía.

Por tomar casos al azar, que al acceder al guión del film para imaginarle canciones, Luis dijo a los hacedores “Ustedes dos, ¿qué están tomando?”. Que hubo secuencias de entre las filmadas bajo tierra, acompañadas por ratas “del tamaño de una pierna” (César dixit). Que el derretimiento de la cara de Bonín se logró gracias a una sucesión de máscaras. Que Luis no se animó a interpretar el personaje de “Kakon”, el ídolo de Marmorita. Y que la mayoría de los dos mil sapos que caen en paracaídas desde el cielo hacia la Avellaneda Corrientes –por la que casi van algunos en cana- mientras suena “Caspa tropical”, eran de plástico. “Los sapos reales no eran muchos y los tirábamos para la cámara… ponerles paracaídas a esos sapos fue un asco”, cuenta Ana Repetto, otra de las entrevistadas por Kasparian.

El resultado es pues un libro cuyo nombre va de suyo, porque lleva una frase de “Verde bosque”, uno de los temas que puebla el disco: Tu cabeza va a estallar (La historia de Fuego Gris). “Es un libro recién salido del horno, que inicié en pandemia y terminé hace poco. Cuenta la historia de la película y del disco”, refrenda el serigrafista y escritor cordobés, que presentará el trabajo este martes 28 de noviembre a las 18.30 en la Sala Jorge Luis Borges de la Biblioteca Nacional (Agüero 2502), acompañado por el mismo Pablo César y la cantautora Florencia Ruiz, que ejecutará algunas canciones alusivas. 

Fuego Gris para mí es un discazo, aunque medio oculto ya que Luis rara vez tocó en vivo alguna de sus canciones. Y la película, bueno, en sí es un delirio e hizo escuela en muchos aspectos y en muchas de las personas que trabajaron ella. Lo que hice yo, básicamente, fue juntar muchísimo material. El libro tiene muchas fotos, también las ilustraciones que me envió Ciruelo Cabral –quien diseñó la portada-, las tapas que no fueron, el desarrollo de la tapa del disco y el afiche, y una carta que le envió Spinetta a Ciruelo contándole el proyecto. En suma, se trata de un relato coral hecho por músicos, actores y personas que participaron de un proyecto que pasó casi inadvertido, y que por ese motivo debía ser contado. Lo siento como un pequeño acto de justicia”.

Acaba entonces este hombre de dar un paso más en su devenir hacia la galaxia Spinetta, a través de sus obras. El debut fue en 2014 a través de un libro hecho en páginas de tela llamado La Biblia Spinetteana. Luego llegó el programa radial de nombre epónimo en Radio Universidad de Córdoba. Y el tercer acto en cuestión fue la publicación de los dos volúmenes de Luisito (Vademecum, 2019-2021) libro que rastrea al primus inter pares del rock argentino, a través de diversas aristas y personajes que orbitaron cerca suyo. 

“Toda mi búsqueda en la obra de Spinetta radica en entender por qué he necesitado tanto escuchar sus canciones”, admite Kasparian, que tiene publicados también dos libros de relatos: 333 y Ultimas imágenes de Siboldi. “Necesitaba saber por qué Spinetta me mejoró como persona. Comprender cómo me regaló tantas enseñanzas y tan profundas; cómo me hizo ver al mundo y al arte desde otro lugar; cómo laburar con un objetivo claro, y convicciones firmes. Al día de hoy, de hecho, me pasa que cuando voy en el auto escuchando alguna canción suya, me empiezan a saltar las lágrimas. Se me pone la piel de gallina y tengo que parar el auto y esperar porque así como se actualiza Windows o el celu, a mí se me actualiza el alma”.

Kasparian realizó en total unas 300 charlas spinetteanas, de las cuales 30 pueblan el Volumen I de Luisito, y otras 60, el II. “Con Roque Di Pietro de la editorial Vademecum nos pusimos como objetivo innegociable que el segundo volumen superara al primero. Y fue lo que terminó pasando… somos unos enfermos devotos de Spinetta y eso la gente lo notó en el acto”, ríe. En las entrevistas, su autor encontró de todo. El dolor inconsolable del bajista Paul Dourge cuando se separó Jade. La sorpresa que invadió al guitarrista Martin García Reinoso, cuando Luis lo invitó a grabar en Silver Sorgo. Los bomberos fanas del Flaco que apagaron el incendio del colectivo de gira en 1988 en Marcos Juárez. Y el panadero al que Luis llamaba “Bill Evans”, entre mil secuencias más. “Tanto en el Volumen I como en este, los entrevistados se refieren a Luis en tiempo presente. Y, sin excepción, todos lo extrañan. Pasaron casi tres años de un libro a otro y el tiempo te muestra otra dimensión de las cosas. Se rescatan otros valores, otros recuerdos. Muchos entrevistados añoran volver a estar al menos un rato con Luisito. Yo daría lo que tengo para volver a ver un show suyo”.