Se acerca el 10 de diciembre y la sociedad argentina parece esperar o un milagro o el estallido de un volcán.

En las últimas dos semanas los humores han sido variados. Y es un hecho que el ánimo social gira en torno de una espera poco esperanzada, creciente inquietud y un inminente fastidio ciudadano que hace pensar que cualquier cosa —mala— puede suceder. Así se aprecia en todas las provincias —pueblo más, pueblo menos— mientras en la Capital Federal y alrededores se nota un nerviosismo entre precavido y desconfiado y de consecuencias imprevisibles.

Desde luego, nada es sencillo de explicar ni mucho menos fácilmente opinable. Hoy nada parece recomendable, y acaso lo único que redondea el humor nacional —si eso pudiera decirse— es el inquieto temor a que un inminente tsunami sociopolítico arrastre brutalmente a 47 millones de personas que, simbólicamente, cruzamos dedos medios sobre índices y/o mascullamos broncas, confusiones, explicaciones imposibles, arrepentimientos y una variedad de sentimientos de temor, rabia, frustración y cuantimás.

Es un hecho que en esa millonada de gente hay de todo: engañados, necios, lelos, ignorantes, irresponsables, odiadores, gorilas, bandidos y un interminable listado sociológico que incluye buenas personas sensibles, decentes y patrióticas. Pero todo gira en torno a mentiras y amenazas que podrían destartalar para siempre a esta república exhausta que lo tuvo todo y que hoy sólo tiene —mayoritariamente— desazón y miedo. Aunque much@s lo disimulen y/o —los más necios— se abroquelen en negaciones y estolidez, que es la falta total de razón y discurso.

En este contexto, dramático por donde se lo mire, llega a la mesa de trabajo de esta columna un texto notable, que firma un distinguido historiador y economista, muy respetado entre otras virtudes por su apego al estudio y a la verdad fundada, que está por encima de la opinión atrevida o la mera argumentación pletórica de deseos. A lo que suma un obsesivo rigor analítico y un apego ­—furibundo por momentos— al apotegma que gustaba repetir Juan Domingo Perón: "La única verdad es la realidad".

En circunstancias en que 47 millones de seres mucho o poco atemorizados nos encontramos cada hora más asustados o alarmados por lo que parece venírsenos encima como sociedad —y que puede terminar con la Patria Argentina para siempre— este columnista considera atinado y urgente compartir algunos puntos de vista del reconocido historiador y economista Alejandro Olmos Gaona, director del Observatorio de la Deuda Pública de la Universidad de La Punta, Provincia de San Luis.

En el informe más reciente él parte, en original y preciso texto posteado en redes sociales, de cuestionar todas las supuestamente instaladas legitimidades textuales y verbalizadas. Partiendo de un honesto cuestionamiento a l@s ciudadan@s que votaron a Javier Milei con la esperanza de terminar "los robos de los kirchneristas y sus cómplices" o de "acabar con la actual gestión empobrecedora", Olmos Gaona lanzó el pasado fin de semana, y a propósito de la designación de Luis Caputo como Ministro de Economía, lo que en su texto llamó "una biografía muy precisa del nuevo ministro, quien ya en junio de 2017 fue Ministro de Finanzas y como tal emitió un bono endeudándonos a CIEN AÑOS por 2.750 millones de dólares, a una escandalosa tasa de interés (7.125%)". Demostrando así "que a él la Argentina no le importa aunque sí sus negocios privados". Entre ellos "una empresa OffShore que compró 5.5 millones de dólares de ese bono, luego colocado por cinco bancos".

Tan preciso como claro, Olmos Gaona es un investigador reconocido por el rigor de sus análisis. En este caso, y en un texto posteado en redes sociales, califica a Caputo de "hábil frecuentador de las zonas más oscuras y especulativas del mundo financiero", quien habría tenido —sostiene— "el atrevimiento de negar que esa OffShore tenía que ver con él" a pesar de "pruebas contundentes suministradas por la Securities Exchange Commission (SEC) al Consorcio Internacional de Periodistas". Y veracidad informativa que refuerza citando a "dos buenos amigos insospechados de kirchnerismo o de ideas extremas: Hugo Alconada Mon del diario La Nación y Emilia Delfino de Perfil, quienes lo habrían confirmado, y, en el caso de Delfino, enviado por mail "todos los documentos de la SEC que probaban el vínculo".

Sostiene además que Caputo "siguió en su carrera de endeudador durante el gobierno del actual socio de Milei y firmó en su carácter de presidente del Banco Central el Stand By con el FMI por 57.000 millones de dólares de los cuales llegaron finalmente 45.500 millones, y que es la deuda más grande que suscribiera la Argentina en toda su historia, representando una enorme carga que vamos a tardar años en sacárnosla de encima".

Para completar la info, además, Olmos Gaona recupera la investigación que hizo el recientemente fallecido Fiscal Federal Federico Delgado, en la que "analizó a Caputo y a otros integrantes de la banda financiera, como Santiago Bausili, Secretario de Finanzas del gobierno de Macri, y Mario Quintana ex vicejefe de gabinete de Macri, demostrando que mientras emitían bonos por un lado, hacían negocios paralelos, comprándolos para incorporarlos a sus patrimonios, lo que en buen romance significa uso de información privilegiada para beneficiarse a expensas del pueblo argentino". Y apenado, concluyó: "Mi amigo Delgado se murió sin que el juez de la causa resolviera lo que correspondía. Y como tantas investigaciones que hizo sobre los dueños del *poder real*, quedarán en los archivos de Comodoro Py".

En su estilo certero y punzante, Olmos Gaona mostró a esta columna una foto de un documento confidencial mediante el cual Caputo le reconoció a un fondo Buitre la suma de entre 842 y 848 millones de dólares apenas asumió Macri en 2015 y siendo él Secretario de Finanzas de la Nación. "No estaba seguro de la suma que iba a pagarle, por eso puso las dos cifras". Pero además parece que en el apuro por reconocer esa enorme suma y tranquilizar a los buitres, recurrió a arrancar una hoja de una agenda que le suministraron los abogados del bufete neoyorquino New York McCarter&English, uno de los más importantes de EE.UU. Total el que iba a pagar era el pueblo argentino a través de la deuda contraída por Macri, originada en el menemismo que hoy elogia Milei y antes la dictadura.

Alejandro Werner, exDirector del Departamento del Hemisferio Occidental del FMI dijo en un libro que acaba de aparecer sobre Caputo, que, cuando se enteró de que iba a ser presidente del Banco Central "le dije en forma tajante a Dujovne que era un gran error, porque se trataba de una persona sin experiencia en política monetaria, punto clave para lograr la estabilización en medio de esa tremenda crisis. La designación de Caputo fue otro gran error de Macri. Dujovne tendría que haberla evitado como ministro de Hacienda, para hacerle entender al presidente la necesidad de contar con un banquero central experto en política monetaria, macroeconomía y finanzas, virtudes que difícilmente un operador de mercados podría tener. Caputo no tenía ninguna de esas cualidades".

Esto es lo "nuevo" que prometió Milei y hoy "pesa" en los temores populares. Olmos Gaona lo llama "aventurero de las finanzas, al que solo le interesan los negocios y para nada solucionar los problemas del pueblo argentino". Y se pregunta, no sin dolor: "Que dirán de esto, ahora, los que cacarean 'la decencia' pero miran para un costado cuando los peores delitos sufridos por nuestro pueblo los cometen los del mismo signo político que defienden".

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