La vida de las personas trans (y en especial de las travestis) son las que más atraen la mirada de los espectadores, hipnotizados por el tono arrabalero, escandaloso y marginal de aquellas vidas históricamente olvidadas. Visibilizar estas existencias fue casi un imperativo político para resistir a las violencias y dar la batalla cotidiana contra los prejuicios y la desinformación, pero progresivamente la agenda de la visibilidad se ha ido comiendo todo a su alrededor e instauró un conjunto de narrativas hegemónicas sobre las vivencias de una comunidad. La rueda giró 360 grados y la historia de los vencidos se transformó en la historia de los vencedores, oprimiendo cualquier otro discurso que intente sacudir las conquistas de tantos años de militancia. ¿Cómo proponer, entonces, nuevas miradas sobre un tema tan sensible como la propia historia de nuestra comunidad?

Río Paraná, el equipo creativo integrado por Duen Sacchi y Mag De Santo, presentó durante la última edición del Festival Futuros en el Centro Cultural “Haroldo Conti” una muestra titulada La Pisada del Ñandú (o cómo transformamos los silencios). Esta exhibición se aventura en diversos acervos documentales y artísticos para construir una constelación visual que atraviesa formatos, tópicos y mitologías. Este trabajo de Río Paraná ha tenido diversas escalas: en 2021 se exhibió en La Virreina Centre de la Imatge en Barcelona, durante 2022 visitó el Museo de Arte Contemporáneo de Panamá y actualmente está presente en el Centro Cultural “Haroldo Conti” hasta febrero del 2024. 

Uno de los principales atractivos de este ensayo visual es la combinación de diversos registros, desde los documentos coloniales hasta los recortes de prensa gráfica, pasando por diversas piezas artísticas de toda Latinoamérica. En la muestra se combinan obras y archivos del Archivo de la Memoria Trans Argentina, Archivo y Memoria LGBTIQ Salta, Archivo Nacional de la Memoria, Castiel Vitorino Brasileiro, Eliazar Ort, Giuseppe Campuzano, Javi Vargas Soto Mayor, Jonas Van, Juan van der Hamen y León, Las Yeguas del Apocalipsis (Pedro Lemebel & Pancho Casas) con Gloria Camiruaga, Lukas Avendaño, Pancho Casas, Sebastián Molina Merajver, Seba Calfuqueo, Río Paraná, Theodor de Bry, Tiziano Cruz y Archivo Crónica.

La Pisada del Ñandú se puede ver hasta febrero de 2024. Más info: Centro Cultural Haroldo Conti

La Pisada del Ñandú escapa a la clasificación. No es una exhibición de arte prototípica, no es una instalación, no es una muestra de documentos históricos, tampoco una performance. Se trata de un ensayo vivo que se recorre, se experimenta y se habita

La enorme sala del Centro Cultural “Haroldo Conti” que en el pasado alojaba un taller de navíos, hoy es un rincón donde quemar las naves. Sacchi y De Santo dispusieron del espacio para construir esta constelación de objetos y documentos que se proponen subvertir los enfoques tradicionales sobre el género y la raza, aventurándose a caminar sobre las tensiones y contradicciones de los discursos hegemónicos. El ensayo/exhibición está organizado en cuatro capítulos/salas: el origen, el dominio, el descanso y la duración. Cada uno de estos espacios están construidos como pequeños refugios en cuyas paredes se presentan las diferentes obras y archivos. Al entrar a la sala se advierte rápidamente estos conjuntos, dispuestos como un horizonte de ranchitos coloridos donde podemos explorar.

El nombre de esta propuesta artística nos ofrece pistas sobre el enfoque que los curadores utilizaron en su trabajo. Una antigua leyenda patagónica cuenta que los tehuelches perseguían un ñandú en su huída hacia el sur. Al llegar al filo de un acantilado vieron un colorido arcoiris que se perdía en el horizonte. Arrojaron sus boleadoras para atrapar al ñandú, pero este empezó a caminar sobre las sendas del arcoiris, dejando en su huída la huella de una pisada que se cristalizó en una conjunto de estrellas que tras la conquista de América los navegantes españoles llamarían “la cruz del sur”. 

Esa cruz, es la expresión clara de la imposición colonial que busca desdibujar las huellas de las identidades previas a la conquista. Por eso, en este ensayo visual Río Paraná va al rescate de la pisada del ñandú y de las voces indígenas, marronas y salvajes que hablan el lenguaje de un cuerpo sin marcas, sin etiquetas, inabordable. El cruce de las voces de Sacchi y De Santo permite la construcción de esta cosmovisión andrógina donde se habla del género, del cuerpo y de la sexualidad desde otra clave. A contrapelo de los discursos mainstream que se regocijan en una constante alocución sobre la identidad de género, y reciclan hasta el hartazgo las conceptualizaciones producidas en el norte global para nombrar lo trans, Río Paraná nos lleva hasta el filo de aquel acantilado para indagar en las nociones nativas con las que los pueblos nombraron el sexo y el cuerpo.

La Pisada del Ñandú es una apuesta audaz por hablar sobre los mismos temas de siempre pero en otra lengua. La muestra está plagada de detalles, disposiciones y propuestas en las que el espectador puede sumergirse hasta el ahogo. Cada una de las casitas que alojan el concepto detrás de esta exhibición tiene pequeñas y cuidadosas particularidades que trasladan el cuerpo a un mundo otro, a un territorio despojado de las nociones clásicas y a una ficción momentánea donde es posible imaginar, preguntar y dudar. La muestra está acompañada de una extensa audioguía y de un texto curatorial exhaustivo que permite la comprensión de cada uno de los archivos y obras, pero aún sin estos recursos es perfectamente asequible adentrarse en la pregunta que hay detrás de cada elección. 

La muestra se puede mirar descuidadamente y poniendo el ojo únicamente sobre lo estético, pero aún así algo del pensamiento queda prendado de la propuesta y de la invitación a la pregunta. En mis diferentes recorridos por la exhibición noté que el público no pasa de largo por la sala con indiferencia, sino que se detiene en cada objeto y lo mira de cerca, casi hasta tocar con la punta de la nariz cada fotografía. La forma en que se disponen los archivos, fotografías, proyecciones y obras hacen que el visitante deba tomar parte en la escena, interferir con la obra y enredarse en las ideas que fluyen como el cauce de un río.

Un memorial de experiencias trans

Más allá de la muestra en sí misma, La Pisada del Ñandú funciona como un memorial, como una wak’a (sitio sagrado para el pueblo Inca), en la que se celebra la ancestralidad de las voces y existencias disidentes de la norma cis-heterosexual. En torno a La Pisada se han realizado distintos eventos que buscan agitar al espectador y convocar a más personas a adentrarse en la experiencia. Durante el Festival Futuros se realizó una presentación de Lorena Carpanchay, coplera trans de los Valles Calchaquíes que con su caja y su poncho inundó la sala con el lamento ancestral de su pueblo. Sacchi y De Santo realizaron también varias instancias de visitas guiadas en las que se permite un diálogo distinto con su ensayo visual, ofreciendo alternativas interpretativas y habilitando el debate. 

La experiencia de ser guiados a través de la muestra permite adentrarse en sentidos y detalles que ante un ojo no especializado pueden ser pasados por alto, pero que en compañía de sus curadores se hacen amigables y cercanos. El 2 de diciembre se realizó, dentro del marco de otras actividades por el día de lucha contra el VIH, una charla titulada “¡Qué valor! Charla debate sobre políticas travestis, archivos y arte contemporáneo” con la presencia de Feda Baeza (Directora del Palais de Glace, curadora e historiadora del arte), Marlene Wayar (Psicóloga social, escritora y activista) e Ivana Tintilay (Trabajadora sexual y archivista).

Como parte del devenir de La Pisada del Ñandú, Sacchi y De Santo fueron invitados por parte del Museo de las Américas en Washington D.C. a participar de la muestra “As We Are: Trans, Two-Spirit, Non-Binary, and Gender-Diverse Artists of the Americas” con la obra “Mil sucesos perdidos hasta ahora” que forma parte de La Pisada del Ñandú. Este reconocimiento otorgado por la Organización de Estados Americanos (OEA), es realmente importante porque consiste en la posibilidad de exhibir los desafíos y conquistas del activismo travesti/trans argentino en uno de los principales sitios de memoria, además de que se trata del primer reconocimiento a dos artistas trans-masculinos y habilita la incorporación de la obra a la colección permanente de la institución.

. Duen Neka’hen Sacchi (Argentina). Objetos siderales, 2023. Vista parcial.


El peligro de la exotización

Pero el principal mérito de La Pisada del Ñandú es que no le regala al espectador ninguna certeza. Ante la proliferación de producciones artísticas que abordan lo trans, ha surgido en los últimos años una sensación de descontento por la recurrencia con la que los discursos terminan siendo encausados en los mismos senderos. Muchas de las producciones artísticas conducidas por personas cis se estancan en el lugar común de presentar las vidas trans como una melodramática crónica signada por la violencia y la exclusión. Los sujetos trans, pasamos a ser convertidos en un objeto estático de museo, en una pieza de mármol que canoniza las conceptualizaciones estandarizadas de los estudios de género y las narrativas políticas de un sector de los activismos. Pero los cuerpos trans y sus vivencias son complejos e inabarcables y están atravesados por otras narrativas que exceden al de la permanente víctima. Y esos sentidos se fugan siempre de las curadurías cis que ponen el foco en eventos y aspectos que son curiosos para sus miradas, pero que están resignificados o superados entre la población travesti/trans. 

El peligro de la exotización de lo trans se hace cada vez más visible y anque con nuevas y buenas intenciones muchas personas cis se aventuran a hablar sobre lo trans, muchas veces caen en los mismos errores de la prensa amarillista de los 80s y 90s, reeditando el morbo sobre nuestras vivencias y devolviendo lo trans al terreno de lo monstruoso. Y en ese debate, que aún debemos darnos y que se hace cada día más urgente, La Pisada del Ñandú trae una perspectiva arriesgada: no se propone aleccionar al público, no baja línea de un proyecto partidario, no simplifica lo complejo en pos de la legibilidad de lo trans y aún así sigue ofreciendo una discursividad profundamente política. La propuesta de Río Paraná se arriesga a ser incomprendida, a quedar en offside, antes que a reducir todas las vertientes y trazos complejos de la vivencia disidente a lo largo de la historia en una sola y unívoca línea de tiempo.

¿Es La Pisada del Ñandú un horizonte curatorial para futuras muestras? Quizás, pero no es el único. De seguro es en este momento la muestra más valiente y honesta de la escena porteña, atreviéndose al cruce de tópicos, de registros y formatos en un montaje despojado de grandes certezas, pero plagado de pequeñas e incómodas verdades que son imprescindibles en estos tiempos. Quienes trabajamos en torno a la memoria y la historia de las identidades trans necesitamos hacernos más preguntas, sacudirnos el mármol y embarrarnos. En ese rumbo este ensayo de Río Paraná es una apuesta por ir adentrándose en esos territorios inexplorados de la memoria que invitan a pensar el género, el cuerpo y la sexualidad como una realidad material y enquistada en los procesos de colonización y domesticación de la cultura. Son esos los rumbos que la realidad crítica de este siglo nos exigen, los rumbos de la incerteza y de la duda cómo epistemología de lo trans. Necesitamos seguir trabajando sobre la memoria de nuestras comunidades, pero atreviéndonos a una memoria abierta e incómoda que se arroja al vacío con la esperanza de dejar una huella sobre el arco iris.