-Creo que en la vida hay que intentar ir con cierta ligereza, las parejas se terminan, los trabajos también, hay que dar vuelta la página, para mi es todo lo mismo. -Pero mamá, ¿cómo podés comparar una relación amorosa con el trabajo? El diálogo remite a un fragmento de Franca, caos y creación, el documental sobre la vida y la obra de Franca Sozzani, la editora del Vogue Italia que dirigió Francesco Carrozzini, su hijo cineasta y fotógrafo de modas, referido tanto a su labor creativa en la publicación como a la trama familiar. Las conversaciones entre madre e hijo que documenta el film recientemente estrenado en la plataforma Netflix, transcurrieron en interiores de limusinas mientras Franca se dirigía a presentaciones de moda y reuniones vinculadas con su trabajo. Abundan las tomas y el tono intimista; en ocasiones ella se mira al espejo del auto y él le pregunta por el miedo a la vejez y a la enfermedad. Corresponde señalar que Sozzani murió en diciembre de 2016, como consecuencia de un cáncer, y que buena parte del film se grabó mientras ella hacía el tratamiento para intentar curarse. La única alusión a la enfermedad se desprende de la afirmación. “En este momento mi mejor amigo es el médico cuando me da buenas noticias”. Hay diálogos desopilantes, bromas, peleas y puteadas entre madre e hijo: él le muestra una filmación de sus juegos en una plaza y le inquiere “¿Vos me llevabas al parque?”

“Jamás fui a la plaza con el cochecito, ni siquiera llegué a tu graduación de la primaria, estaba en un viaje de trabajo y volví al día siguiente de tu acto escolar”. O bien el planteo y catarsis “En una carta me escribiste que había cosas que querías explicarme: Que fuiste muy criticada por haber sido madre soltera años más tarde y que preferiste no decir durante muchos años quién era mi padre porque él estaba casado con otra mujer” .

Interrogada acerca de su trabajo, señaló: “Soy muy testaruda, prefiero hacer lo que pienso; cuando las investigaciones de mercado encargadas por la editorial decían que me convenía hacer tal o cual cosa, siempre hice exactamente lo opuesto de lo que indicaba el marketing”. Los testimonios del diseñador Valentino y de su pareja, Giacometti, dan fe de que el ojo transgresor se forjó en 1967 y en un viaje a Londres. “Allá me sentí más libre que en Italia, vivíamos de un modo absolutamente antiburgués desde la vestimenta y el estilo de vida. Adoraba llevar los largos vestidos y las minifaldas cortas con botas, creo que si bien me volvía vivir a Italia, mi  mente se quedó en esos años en Londres. Otra gran influencia en mi estilo fue la silueta de mujer masculina que trazó Yves Saint Laurent, él nos dio permiso para vestirnos como el hombre y sus proclamas estuvieron muy cerca de mi modo de pensar porque Saint Laurent rompió con los cánones de la moda”. Con estudios de filosofía y letras y la habilidad para hablar cuatro idiomas aprendidos en un colegio pupilo al que pidió ser enviada cuando tenía siete años, a mediados de 1970 Franca ingresó a la publicación Vogue Bambini con la ayuda de su hermana Carla, célebre por idear la primera tienda multimarcas en Milán y en Corso Como. Su primera labor como editora fue en la revista Lei, dedicada a jóvenes lectoras y donde comenzó a armar un equipo de jóvenes fotógrafos que cuando en 1988 ella recaló en Vogue Italia,  muchos de ellos se sumaron a su equipo creativo y devinieron en la vanguardia de la fotografía de modas de 1990 a la actualidad (de Steven Meisel, el retratista oficial de las portadas de Vogue Italia, a Peter Lindbergh, Bruce Weber, entre muchos otros nombres). Caos y creación aporta un collage de imágenes que admite producciones de moda paródicas de las cirugías plásticas, modelos posando con vestidos de alta costura y énfasis de plumas en las playas del Golfo de México que fueron a afectadas por el derrame de petróleo de la compañía BP; en otro eje abundan tomas en súper ocho de la infancia de Franca: modelando un bello vestido junto a sus amigas como si fuera un anticipo de los desfiles de moda de la adultez o bien cepillándose el pelo largo y con rulos que mantuvo hasta los 66 años, posando en las vacaciones de verano, unas y otras fueron registradas por su padre ingeniero. El listado de testimonios que asoma en el film remite a la historiadora de modas Valerie Steele, quien se refiere a “la llegada de un nuevo estilo que la editora y sus colaboradores construyeron desde la revista”. Continúa con Peter Lindbergh (quien en tono amoroso esgrime “Franca es un ángel pero también un guerrera. Siempre estuve un poco enamorado de ella. Es la mujer con la que compartí más años de mi vida creativa”, mientras que el filósofo Bernard Henri Levy la compara con “una mujer de cuadro de Botticelli o la protagonista de una novela de Stendhal”. El guión insinúa su relación amorosa con Lindbergh pero ella lo niega y cambia de tema. Su labor fue rupturista, en 2008 hubo una edición de Vogue Italia que fue apodada Black Vogue y en relación a su génesis, Franca destacó: “Se me ocurrió mientras estaba cubriendo los desfiles de Nueva York, las únicas ropas que me llamaban la atención y me gustaban eran las que modelaba Liya Kebede, por entonces una de las pocas modelos negras, percibí la disputa entre Obama y Hillary Clinton y me dije `él se está postulando para presidente y hay que reflejarlo en la revista`”. Claro que sus apuestas dispararon las quejas de diversos anunciantes y los ejecutivos del grupo Condé Nast consideraron despedirla. Entre otros  tópicos Vogue Italia se burló de los estándares de la belleza, abordó parodias de alta costura y las costuras y los moretones de las cirugías plásticas. “No quise burlarme de otras mujeres pero sí reflejar una práctica que estaba muy instaurada y naturalizada en la sociedad”). También reflejó la guerras y se manifestó en contra de la violencia doméstica desde una producción apodada “Horror Stories”. Pero volviendo a la trama de familia, rebobino a la escena en que Francesco -notablemente guapo- y su madre miran un video casero de los primeros días del niño: ella señala entre risas y flirteando con su aparente frivolidad, “Eras tan bruto -feo- que  ya pensaba en hacerte un flequillo”. En la actualidad y luego de la muerte de su madre, la vida de Francesco ingresó a las noticias de la prensa del corazón: porque en 2017 anunció su compromiso con Bee Shaffer, la hija de Anna Wintour, la editora del Vogue norteamericano.