Desde Barcelona

No le gustó a Rajoy la respuesta de Carles Puigdemont a su segundo y último requerimiento para aclarar si el pasado 10 de octubre declaró o no la independencia de Cataluña, por lo tanto el artículo más polémico de la Constitución española se pone en marcha. La suspensión de la autonomía de la región está a un paso de ser aplicada, solo resta esperar hasta mañana cuando el Congreso extraordinario de ministros determine las medidas concretas con las que se intervendrá Cataluña y que las presente luego a un Senado que, formado por una mayoría absoluta del PP, no opondrá ninguna resistencia.

Aunque el líder catalán en su carta remitida a La Moncloa ayer subrayó que en su comparecencia del 10 de octubre el Parlament “no votó” la declaración de independencia, sino que propuso “dejar en suspenso los efectos de aquel mandato popular”, el Ejecutivo español interpretó esta respuesta como “la negativa del presidente de la Generalitat a atender al requerimiento que le fue remitido el pasado 11 de octubre, en el que se le reclamaba que informara de forma clara y precisa si había declarado la independencia y se le instaba a restituir el orden constitucional alterado”. 

Fue el portavoz del gobierno, Íñigo Méndez de Vigo, quien apenas 15 minutos después de conocerse la contestación de Puigdemont, hacía público el baldazo de agua fría que Mariano Rajoy le daba, a su vez, como respuesta. “No se ha contestado al requerimiento, así que se continuará con los trámites previstos en al artículo 155 para restaurar la legalidad en Cataluña y el orden constitucional, y frenar el deterioro que la inseguridad jurídica y política está causando la Generalitat”, rezaba el comunicado oficial leído por el ministro.

El documento firmado ayer por Rajoy pone fin a una semana marcada por la correspondencia cruzada entre su ejecutivo y el de Cataluña. Bloqueada toda posibilidad de diálogo real, la única vía de comunicación finalmente fue la epistolar, lo cual no solo no facilitó el entendimiento sino que aumentó la tensión y la distancia entre ambos dirigentes. Las cuatro cartas  –dos el lunes y dos ayer– en las que el presidente español le requería a Puigdemont un sí o un no sobre la declaración de independencia a las que el líder catalán le respondía con propuestas de diálogo pero sin la claridad solicitada  –confirmaron el antagonismo de sus posturas y, lejos de propiciar un acuerdo, precipitaron el desenlace menos deseado: la aplicación, por primera vez en la historia española, del artículo 155 de la Constitución. 

¿Quién tiene la culpa de que se haya llegado hasta este extremo?, es la pregunta que ahora rebota de una sede de gobierno a otra. Para los de Rajoy, tal como se expresaba en el comunicado de ayer por la mañana, “la responsabilidad de que se vaya a intervenir las competencias de la Administración catalana es única y exclusiva de las autoridades de la Generalitat”. Carles Puigdemont, por su parte, en la breve carta que le mandó ayer a Rajoy en respuesta de su segundo ultimátum le recrimina que no haya asistido a la reunión que le propuso el lunes en la anterior misiva y que el artículo 155 sea “la única respuesta a la voluntad de diálogo” de la Generalitat. “La decisión de aplicar el artículo 155 corresponde al gobierno del Estado, previa autorización del Senado. Pese a todos estos esfuerzos y nuestra voluntad de diálogo, que la única respuesta sea la suspensión de la autonomía, indica que no se es consciente del problema y que no se quiere hablar”, criticó Puigdemont.

El párrafo final de la carta del presidente catalán contiene la clave, tanto sobre la cuestión que desvela al Ejecutivo central sobre si se proclamó o no la independencia el 10 de octubre, como sobre los planes que baraja la Generalitat en respuesta a nuevas posibles represalias. Puigdemont cierra la misiva escribiendo que “si el gobierno del Estado persiste en impedir el diálogo y continuar la represión, el Parlament de Cataluña podrá proceder, si lo estima oportuno, a votar la declaración formal de la independencia que no votó el día 10 de octubre”. O sea que el líder secesionista reconoce que no hubo tal declaración de independencia pero amenaza con ejecutarla si el Estado emprende el camino del artículo 155 de la Carta Magna.

¿Entonces? Entonces hay que esperar a mañana, el nuevo deadline. El equipo de Rajoy no interpretó este último párrafo de la carta de Puigdemont como una confirmación de que la independencia no fue declarada y, por lo tanto, sigue adelante con el procedimiento pautado en el artículo 155, es decir, el establecimiento en un Consejo de ministros extraordinario de las medidas que se usarán para intervenir la Administración catalana y su posterior aprobación en el Senado. Una vez que esto suceda, habrá que ver si desde el lado independentista cumplen también su palabra y, como reacción a la suspensión de la autonomía, declaran unilateralmente la independencia (o levantan la suspensión de la misma realizada por Puigdemont el día 10).

Los socialistas arropan a Rajoy en su resolución de aplicar el artículo 155 y están en estos momentos negociando con el Gobierno las medidas que el Consejo de Ministros aprobará este sábado, apostando –según declaraba  el secretario de Organización del PSOE, José Luis Ábalos– por que la intervención de la Generalitat sea “muy, muy limitada y lo más breve posible”. Pero, más allá de esas contemplaciones, el partido que lidera Pedro Sánchez se expresó con dureza ayer tras conocer la respuesta de Puigdemont e instó al Ejecutivo central a poner fin lo antes posible a lo que considera una “etapa de deslealtad” de los dirigentes de Cataluña. “Urge ya acabar con esta serie agónica que está viviendo el país y con el desgaste y desasosiego que está generando”, afirmó Ábalos quien, además, calificó de “tramposa” la oferta de diálogo del presidente catalán. “Ese marco no lo podemos aceptar. Ni vamos a negociar la independencia de Cataluña, ni asumiremos una negociación bilateral con un supuesto mini-Estado”.

El contacto fluido que durante las últimas semanas están teniendo Rajoy y Sánchez y su total acuerdo en relación a la posible secesión, volvió a encender ayer a Pablo Iglesias con críticas hacia un “nuevo PSOE que envejece prematuramente al sostener a un gobierno corrupto y profundamente irresponsable”, el cual, a su entender, está “detrás de lo que ocurre en Cataluña”. Para el líder de Podemos, la única solución es “el diálogo y no la dinámica de cartas y comunicados” que mantienen los jefes del Ejecutivo central y el catalán, y en cuanto a la aplicación del 155 considera que “llevaría a un escenario inexplorado y a una involución democrática”. 

Desde Europa, en cambio, la resolución de Rajoy de seguir por la senda más dura fue vista como un acierto. En la reunión de jefes de Estado y de gobierno de la Unión Europea (UE) que se celebró ayer mismo en Bruselas –y a la que acudió también el presidente español– la cuestión catalana resonó aunque no estaba en la orden del día y gobernantes como Angela Merkel y Emmanuel Macron apoyaron la posición de Madrid, “basada en la Constitución”. El presidente de Francia, de hecho, no bien llegó a la cumbre de Bruselas adelantó que el Consejo de ayer estaría marcado “por un mensaje de unidad en torno a nuestros Estados miembros frente a los riesgos que afrontan, de unidad en torno a España”.