Durante la tormenta del miércoles, dos ventanales del aula de primer año de la escuela Nº1 del Distrito Escolar 20, ubicada en el Polo Educativo de Piedrabuena, en Villa Lugano, estallaron y cayeron sobre los chicos que estaban sentados debajo de la abertura. Los vidrios lastimaron a tres alumnos. Uno de ellos, una adolescente, sufrió cortes en la cabeza, un brazo y la mano, y debió ser atendida por el SAME. “Hace un año venimos denunciando estas irregularidades; no tuvimos un muerto de milagro”, se quejó el director de la escuela y advirtió que el edificio no tiene final de obra, no está habilitado y no cumple con la ley de Vidrios Seguros, que obliga a los establecimientos educativos a contar con vidrios laminados o blindados para evitar lesiones graves en caso de roturas.  

Las dos ventanas se desprendieron por completo, junto con el marco y los burletes que las sostenían. Las astillas de los vidrios quedaron desparramadas sobre los pupitres y los útiles de los estudiantes. 

“Pasadas las 20, en el momento culmine de la tormenta, dos ventanales de un aula de planta baja literalmente explotaron y cayeron sobre los chicos. No fue una tragedia de milagro, estaba anunciado. Vengo denunciando las falencias estructurales del edificio que ponen en riesgo la seguridad de los alumnos y trabajadores desde que nos mudamos”, dijo a PáginaI12 el director de la escuela, que pidió no hacer público su nombre.

Según el directivo, el edificio es nuevo pero no cuenta con final de obra ni habilitación municipal y tiene varios problemas estructurales. La secundaria, donde cursan 500 alumnos repartidos en dos turnos, funciona allí desde abril de 2016 cuando se terminó el edificio “a las apuradas”. “La escuela está muy mal terminada incluso a contramano de lo que indica la normativa para los establecimientos educativos. No cuenta con vidrios templados ni laminados como exige la ley, no tiene preceptorías ni comedor, todavía estamos con luz de obra y no hay conexión a gas. Llamé al Ministerio de Educación en varias oportunidades y siempre me dicen que ya van a venir pero no vienen”, contó el director, que ayer hizo la denuncia en la Asesoría Tutelar de la Ciudad y adelantó que, de no tener respuesta, acudirá también a la Policía.

También tuvieron que ser clausurados otros cuatro salones más donde los vidrios se rajaron pero no llegaron a desprenderse. Ayer las clases estaban suspendidas. “No se pueden dar clases en estas condiciones, está comprometida la vida de los chicos”, sostuvo el director.  

El debate sobre qué tipo de vidrios debían tener las escuelas surgió luego del accidente fatal que sufrió Amparo Alfonsín, nieta del ex presidente, en 2004. La adolescente de 15 años chocó contra una puerta de vidrio en su colegio y una de las esquirlas le perforó la arteria femoral. La joven falleció en la guardia del Hospital Fernández. En septiembre de 2007 se sancionó la ley 2448 que ordenaba reemplazar las ventanas de las escuelas con vidrios de seguridad que sean irrompibles o no se astillen. La norma fijó un plazo de cinco años para el reemplazo en todas las escuelas porteñas. En las escuelas públicas la norma está lejos de cumplirse. En 2014, una nena de segundo grado de la escuela Nº7 Marcos Sastre tuvo un accidente con un vidrio que no había sido reemplazado, lo que llevó a que una ONG presentara una amparo por el estado de los cristales de todas las escuelas.

“La ley de vidrios seguros es viejísima y no se cumple. Pero además hicimos una inspección en la escuela a principio de este año y el edificio no está en condiciones, presenta problemas estructurales y de mantenimiento”, dijo  Gustavo Moreno, asesor tutelar de la Ciudad que recibió la denuncia por el accidente de los ventanales. Según Moreno, la escuela no tiene final de obra porque toda la construcción del Polo Educativo fue irregular y quedó inconclusa.