La Comisión Nacional de Monumentos, de Lugares y de Bienes Históricos que preside Teresa de Anchorena acaba de declarar patrimonio nacional al pueblo de Yaguareté Corá, en los esteros del Iberá. La declaratoria es el arranque de una serie que va a abarcar a catorce pueblos históricos en crisis, tanto por su patrimonio como por su pérdida, y es el producto de un largo trabajo de relevamiento y de diálogo con vecinos.

La Comisión es verdaderamente nacional en varios sentidos. Uno, literal, es que tiene representantes en todas las provincias argentinas, gente que localmente conoce el territorio, los patrimonios y las personas. Otro sentido es el de la búsqueda de equilibrio entre centros y periferias, el de atender lugares menos poblados y conocidos justamente porque guardan “secretos”. Yaguareté Corá, por ejemplo, fue fundado por los jesuitas en remotos tiempos coloniales y guarda un patrimonio que merece más difusión y cuidado.

La idea es que las declaratorias patrimoniales de pueblos sirvan de arranque a procesos de restauración de patrimonios, integren los lugares al imaginario turístico y, idealmente, ayuden a sus economías y repoblamiento. No extraña que haya un presupuesto para obras del Ministerio de Cultura, que el BID ya haya aceptado financiar algunas y escuche ideas, que haya partidas del Fondo Nacional de las Artes, de Turismo y de Obras Públicas, que los pueblos que participen vayan a entrar a una Red de Pueblos Auténticos que está creando el Ministerio de Turismo.

La lista sigue con Camarones, un pueblo en Chubut que tiene origen en el siglo XVI, como escala naval en la peligrosa travesía del Atlántico Sur. Es pueblo está muy bien preservado en el sentido de que hay muy poca construcción contemporánea y que guarda una buena colección de arquitecturas patagónicas, con la frutilla del Faro Leones, cerrado desde hace medio siglo. El faro arrancó como una fogata en un peñón, en tiempos de conquistadores, y ahora va a recibir una restauración completa. Muy cerca se va a declarar y trabajar en Gaiman, el más conocido pueblo galés de la Patagonia.

La lista abarca la Isla Martín García, que tiene apenas cien habitantes, la Colonia Avigdor en Entre Ríos, Moisés Ville en Santa Fe, Las Carolinas en San Luis –con sus minas de oro coloniales–, El Chamical en Salta –con un proyecto de restauración de su capilla colonial, tumba de soldados gauchos de la independencia–, Villa Tulumba en Córdoba –un pueblo de 1595 con adobes de época–, San Francisco de Alfarcito en Jujuy –precolombino y colonial–, Medinas en Tucumán y Guanacache en Mendoza.

Se destacan las declaratorias de La Cumbre, en Córdoba, porque incluye la restauración de la casa de Manuel Mujica Láinez para transformarla en una residencia de artistas, y del casco histórico de Goya, en Corrientes, porque finalmente puede ser salvado el entorno. Como bien saben los lectores de este suplemento, Goya es un tesoro nacional bajo ataque por especuladores de la peor clase.

Estas movidas trascienden la cuestión patrimonial en el sentido de los edificios y listo. En todos los casos se busca dar impulso a los pueblos, en particular los que siguen perdiendo población, con lo que los proyectos incluyen que los pobladores participen de las obras, además de iniciativas para retomar actividades económicas ya perdidas.