Pizzas a un promedio de 10 mil pesos, carnes por encima de ese precio, pescados que llegan a superar los 15 mil. Lejos de las tarifas premium de la cocina exclusiva porteña, la clientela de clase media de la Ciudad comenzó a sentir en los últimos meses el impacto de la inflación en los restaurantes tradicionales a los que solía concurrir. En la calle y en los locales, la gente dice a este diario que tuvo que reducir las salidas o inclinarse por promociones, mientras que otros directamente decidieron no comer más afuera. En los restaurantes, en cambio, aseguran que aunque pudo registrarse una leve baja en las últimas semanas, la clientela se mantiene más o menos estable en líneas generales. 

"Antes pedía un plato completo, ahora pido un sánguche". Así explica su situación Jimena, sentada a una mesa de la peatonal de Perú e Hipólito Yrigoyen. En pleno centro porteño, frente al palacio de la Legislatura, ella forma parte de un grupo de cuatro personas que salieron a comer, un jueves al mediodía, en el horario de almuerzo de su trabajo en una oficina del microcentro. Están en el Bar Cabildo, uno de los bares notables de la Ciudad, en el que el grupo elige entre los "sánguches gourmet", que van desde los 6 mil a los 7 mil pesos, y los "platos del día", con promociones algo más económicas. Cuentan que antes acostumbraban almorzar afuera dos o tres veces por semana, pero que ahora redujeron esa frecuencia a una sola vez

Frente al bar también salen las promociones. En el Kentucky de Perú 85 se vende, sobre todo, la pizza al corte. La opción más requerida para los mediodías es la promoción diaria que incluye dos porciones de pizza, dos de fainá y gaseosa por 2.200 pesos. El precio de las pizzas completas, en cambio, se va hacia arriba. La grande de muzzarella viene en promoción con dos fainá y una gaseosa a 9.200 pesos, mientras que la napolitana con gaseosa sube a 10.200. El resto del menú de la cadena de pizzerías, que incluye desde fugazzetas hasta variedades de jamón crudo y rúcula, va desde ese precio hacia arriba. 

La pizza, ese lujo

"Salir a comer pizza en familia ya se hace imposible. Antes íbamos de vez en cuando, pero somos cuatro y por lo menos dos pizzas tenés que pedir. A eso sumale las bebidas, el servicio de mesa y la propina... menos de 30 lucas no gastás. Y si comparás eso con lo que sale hacerlas en casa, la diferencia es abismal: amasando o comprando una buena prepizza gastás mucho menos", se lamenta Juan Cruz Domínguez, otro trabajador que mastica su promoción de pizza al corte sobre la peatonal de Perú. "Te cuestan todas 10 lucas", agrega sobre el precio de las pizzas grandes. 

El promedio del costo de una grande de muzzarella no baja de los 8 mil pesos. En el clásico Banchero de Avenida Corrientes aparece a 8.500, mientras que la napolitana sube a 9.900. En La Continental de Villa Crespo, la de muzzarella se vende a 8 mil, pero las otras opciones llegan hasta los 12 mil, como en el caso de la napolitana o la de jamón y morrones. Las empanadas, siempre un recurso más económico para salir a comer, tampoco aparecen tan baratas. Con un promedio de entre mil y 1.500 pesos la unidad, la docena puede ir desde los 12 hasta los 18 mil pesos. 

Carnes y pescados 

Las carnes son uno de los puntos más altos en cuanto a las subas de precios. En el Pertutti de Plaza de Mayo, por ejemplo, el bife de chorizo solo, sin guarnición, alcanza los 11.400 pesos, mientras que el completo sube a 13.200. En ese mismo precio están las distintas variedades de lomo, acompañados por papas. En la mayoría de los locales la carta de vinos arranca desde los 5 o 6 mil pesos, las gaseosas y aguas individuales están a un promedio de mil pesos, y los postres empiezan desde los 2 mil, por lo que una cena o almuerzo completo puede llegar a salir más de 20 mil pesos. 

Del otro lado de la ciudad, la parrilla Lo de Charly de Álvarez Thomas al 2100 tiene precios algo más accesibles. Allí el bife de chorizo alcanza los 12.850 pesos, pero en una porción para compartir. El restaurant también tiene opciones de parrilladas para dos por 19 mil pesos y para tres por 29 mil. La porción de fritas, en tanto, aparece en 3.150 pesos. Allí las milanesas son de pollo: solas salen 4.500, mientras que la napolitana llega a los 5.800. La Farola de Villa Crespo, en tanto, es una opción más económica para las milanesas, con promociones para compartir que incluyen una napolitana de carne para dos con papas fritas y dos gaseosas a 11.800 pesos. La napolitana individual con papas sale 8.350. 

"La última vez que fui a una parrilla fue hace unos tres meses, más o menos, porque la verdad que ya no salgo a comer afuera", responde a este diario Germán, de 35 años, que pasea a su perro en Parque Los Andes, a unas cuadras de La Farola. "Esa vez fui con un grupo de amigos y pedimos parrillada completa. Si pedís así puede llegar a convenirte, pero si pedís los cortes por separado en algunos casos los precios son un delirio", plantea. 

En esa línea aparecen, por ejemplo, los precios de locales premium de la ciudad, como la parrilla Don Julio, recientemente ganadora de una estrella Michelin. El restaurant estuvo envuelto esta semana en una polémica cuando un usuario de X subió una foto mostrando una carta donde cortes como el bife de lomo llegaba a los 106 mil pesos. El local salió a desmentir la carta asegurando que fue retocada con un 20 por ciento extra, mientras que su dueño "aclaró" que "no cobramos más de 100 mil el bife". En la carta "real", el bife de lomo llega a 85.500 pesos

Sin llegar a ese extremo, los pescados, en particular los salmones, siguen siendo los productos más caros en los locales concurridos por la clase media. En Puerta del Inca, un restaurant "de mar" ubicado en Bolívar al 300, el salmón a la plancha con arroz cremoso y salsa de hongos se sitúa en 16 mil pesos, mismo precio que otras opciones de pescado, como la trucha o el lenguado, mientras que los ceviches van de 12.500 hasta 22.900. Pertutti también ofrece opciones de salmón que van de los 15.600 hasta los 18 mil pesos del "salmón al cedro", el plato más caro de la carta. 

Pastas accesibles

Las pastas, en cambio, siguen siendo una de las opciones más accesibles a la hora de salir a comer y así parece reflejarlo la concurrencia de los restaurantes. El tradicional bodegón Pippo de Paraná al 356 está lleno un jueves al mediodía, con familias, grupos de amigos o trabajadores que paran a almorzar. La concurrencia se debe principalmente a los precios low-cost del restaurant cuna de los famosos "vermicellis tuco & pesto" que algunos señalan como los mejores de la ciudad. Ese plato cuesta 4.200 pesos, pero si se combinan los vermicellis con otras salsas, como una clásica fileto, el precio baja a 3 mil: las pastas van desde los 2.200 hasta los 3.700, mientras que las salsas van de los 800 a los 2 mil. 

Prosciutto, en tanto, otro de los restaurantes de pastas típicamente visitado por la clase media porteña, ofrece platos con precios un poco más elevados pero también razonables entre el panorama general. En su local de Balvanera, la carta tiene opciones de fideos de un promedio de 3 mil pesos, ravioles que rondan los 3.400 y sorrentinos en los 3.700. Las salsas, por su parte, van de los 1.700 a los 3.400, por lo que se puede comer, por ejemplo, unos fettucinis con tuco por 4.600 pesos. 

"Venimos siempre acá porque la comida es buena y accesible, dentro de lo que son los precios hoy, las pastas en general terminan siendo lo más barato", dice a este diario Carla, que sale con un grupo de guías turísticos porteños para volver a trabajar luego de almorzar en Pippo. En el bodegón aseguran que durante todo 2023, y hasta ahora, la afluencia de clientes no bajó en el restaurant y "se trabajó muy bien", manteniendo mínimos aumentos mensuales. En general, desde los locales con los que pudo hablar Página 12 brindaron un panorama similar: la gente recorta algún consumo, sale menos días a comer, pero eso todavía no se tradujo en una baja considerable de la clientela, que se mantiene "estable".