“La muerte joven embellece, pero en este caso todo lo que se dice de él, suena a poco, y el dolor agrava la tragedia por el talento y el compromiso que tenía Leandro, y por lo inesperado de su partida”, lamenta el legislador tucumano Javier Noguera al referirse al fallecimiento por dengue de Leandro Flores Rossi ocurrido este jueves por la noche en el Sanatorio 9 de Julio de la capital tucumana. “Fue muy triste y muy rápido, todo por la picadura de un mosquito --agrega Ezequiel Flores, el papá de Leandro-- pero lo que me queda es que nunca me hubiera imaginado que Leandro mueva lo que movió, y genere lo que generó”, comparte luego del velorio de su hijo, el joven abogado tucumano reconocido en octubre pasado por lograr la medalla de plata del Mundial Internacional de Oratoria, de España, “representando a la Argentina y a la educación pública” señala su padre.

El joven, de 22 años, dirigía el área de Diversidad en la municipalidad de Tafí Viejo, donde Noguera fue intendente antes de convertirse en diputado, y es una de las populosas ciudades del gran cordón urbano que rodea a San Miguel de Tucumán. Allí, en su provincia, su muerte causó conmoción, pero fue así también en otros tantos espacios donde el joven “dejó una marca” señala uno de sus amigos, Facundo Pérez Ernst, en diálogo con Página/12. “Era un apasionado y un joven comprometido con su país”, describe Facundo, quien lo conoció en uno de los prestigiosos seminarios de la Fundación Universitaria del Río de la Plata, poco antes del viaje a España donde este joven “talentoso y comprometido” se consagró Subcampeón Mundial de Oratoria.

En España Leandro había ganado su medalla en un debate donde expuso una sólida defensa de la búsqueda que sostienen Abuelas de Plaza de Mayo, contra el discurso negacionista de Javier Milei, entonces candidato a presidente. Y estaba tan orgulloso de eso como de su militancia kirchnerista y LGBT. Pero el joven funcionario, recientemente recibido de abogado, “talentoso”, “brillante”, “gran compañero”; murió a causa del dengue. “No se habla tanto de salud hoy, sino de economía, pero la vacuna contra el dengue cuesta unos 50.000 pesos, y es todo parte de lo mismo” reflexiona su padre, a propósito de las paradojas que observa luego de tener que despedir a su hijo a causa de una enfermedad que en pocos días se llevó la vida del joven activista.

Leandro amaba Buenos Aires, recuerda su familia, pero Tucumán fue su lugar en el mundo. “Hasta la intendenta de Tafí --Alejandra Rodríguez-- vino a despedirlo” cuenta el padre de este joven que comenzaba a desplegar sus alas con determinación. Planeaba entre otras cosas fundar una red de jóvenes universitarios de “primera generación”. “Fue lo último que hablamos”, cuenta Facundo, que espera poner en marcha esa red y que lleve el nombre de su amigo.

Leandro levantaba las banderas de la justicia social y de la educación pública. Buscaba promocionar a quienes pertenecían a familias de trabajadores que por primera vez tenían egresados universitarios. No pudo hacerlo. Falleció a causa de un cuadro de dengue hemorrágico.

“Voy a ser el primer universitario de mi familia" había declarado en la entrevista con Página/12 al volver de España, donde desgajó sus días niños, junto a su madre y sus dos hermanas menores. “Mis padres ahora están juntos, pero en esa época no, y mi madre no tenía trabajo” explicaba sobre las dificultades económicas que los obligaron a “vivir un tiempo en la calle”. Hasta que durante el gobierno de Néstor Kirchner se implementó un plan desarrollo para el Norte Grande y su madre pudo acceder a una vivienda. 

“También con ese plan de Néstor se hizo una escuela cerca de mi casa, entonces pudimos estudiar, y teníamos una casa” recordó con emoción. Esto lo acercó al activismo político y al movimiento de derechos humanos. “Fui testigo del impacto transformador de las políticas de vivienda implementadas durante el gobierno de Néstor”, afirmaba. Y revalorizaba el rol del Estado que les dio acceso a la educación. A él y a sus hermanas, las mellizas Antonella y Jimena, a quienes cuidaba para cubrir la ausencia de Romina, “una mamá que trabajaba todo el día”. Hoy ambas estudian, arquitectura y psicología, detalla Ezequiel, orgulloso, sobre sus hijas.

Leandro fue abanderado. Sin embargo tuvo que sufrir la hostilidad de sus compañeros por su orientación sexual y su militancia LGBT. “Soy gay y nunca estuve en el clóset, desde los 8 años milito por lo mismo, y eso me llevó a formar parte del movimiento de derechos humanos”, explicó entonces. Y agregó: “Sufría mucho de bullying por ser gay, en la primaria. Fue un trabajo arduo egresar, intenso, hasta el día de hoy me cruzo a compañeros que me piden disculpas. Yo entiendo que no se puede culpar a niños de 8 años por decirle a otro niño ‘puto’”.

Quizá residía allí su vocación por defender los derechos ciudadanos en un amplio espectro. Estudió abogacía en la Universidad Nacional de Tucumán. “Una escuela de derecho de excelencia”, subraya Noguera, también egresado de esa universidad. Y quería comenzar a revalidar materias para obtener el título de la Universidad de Buenos Aires cuando fue convocado para integrarse al municipio de Tafí.

La Municipalidad de Tafí lamentó su partida: “Siempre recordaremos que Leandro desempeñó un papel vital en nuestra comunidad, dedicando su esfuerzo y trabajo al servicio de los y las taficeñas. Será recordado por su compromiso y fuertes ideales por todos nosotros” comunicaron. En las redes sociales, donde el joven también dejó su marca, los mensajes demuestran admiración y cariño. Facundo escribió: “Te voy a recordar siempre amigo. Me voy a encargar que todos sepan quien fue Leandro Flores Rossi, un militante comprometido con el pasado, presente y futuro de la República Argentina. Y además, lo digo con mucho orgullo, mi amigo”.

“Era un tipo maravilloso. Llevó una vida muy rápida, se recibió a los 22 años y tenía montones de planes, una idea que estaba armando era la de buscar gente peronista joven, caras nuevas con nuevas ideas, pero este maldito mosquito trajo al dengue y se lo llevó. Me quedo con esa sensación de que en el poco tiempo que estuvo, hizo lo que más pudo para ayudar a la gente” reflexiona su padre.

De sus últimas conversaciones, ya internado, Ezequiel recuerda que su hijo preguntaba “cómo podía ser que el gobernador (Osvaldo) Jaldo haya traicionado al peronismo, porque él se sintió mal el día 25, el día del paro general ya tuvo síntomas, y estando internado preguntaba eso, porque sabía que el gobernador fue el primero que salió a apoyar a la Ley Ómnibus, y el peronista eso lo siente como una traición”. Y concluye: “Se critica mucho la educación en este país, pero Leandro era de una universidad pública, y espero que su ejemplo sirva para que los chicos no sientan que están en el peor país del mundo y que valoren la educación pública”.