Tan incapaz de disimular su frustración como de comprender que ya no es un panelista de TV y aceptar las reglas más elementales de la negociación política, el presidente Javier Milei no pudo ocultar su furia desde Israel tras el fracaso en el tratamiento del proyecto de “Ley Ómnibus”. Retomó su muletilla de campaña contra “la casta” –pese a los notorios esfuerzos para ayudarlo de la denominada oposición amigable– y apuntó en particular a “los gobernadores”, que en su original visión del mundo se habrían complotado para impedirle “resolver los problemas estructurales de la Argentina”.
Lejos de tomar nota de las enseñanzas del diputado Miguel Pichetto, que en plena sesión le aconsejó al oficialismo tener “alguna cuota de flexibilidad” para no “seguir perdiendo”, el jefe de Estado se despachó desde su cuenta en la red X contra lo que llamó “sectores de la política que se resisten a hacer los cambios que le país necesita”, añadió en tono desafiante que “van a tener que explicarle a la sociedad por qué” y aseguró que “vamos a continuar con nuestro programa con o sin el apoyo de la dirigencia política que destruyó nuestro país”, un colectivo cada vez más difuso para los libertarios.
“La casta se puso en contra del cambio que los argentinos votamos en las urnas”, arrancó Milei en su cuenta de X. “Sabemos que no va a ser fácil cambiar un sistema donde los políticos se hicieron ricos a costa de los argentinos que se levantan todos los días a trabajar. Nuestro programa de gobierno fue votado por el 56% de los argentinos y no estamos dispuestos a negociarlo con quienes destruyeron el país”, lanzó, antes de la bravuconada sobre las explicaciones que a su entender deberá dar la oposición y no el Ejecutivo que encabeza. “Viva la libertad, carajo!!!”, cerró como si siguiera en campaña.
En paralelo, en un comunicado de la “oficina del presidente” (sic), señalaron que “no va a permitir que quienes hace años se benefician de un sistema corrupto y empobrecedor frustren el futuro de todos los argentinos”. “Los gobernadores tomaron la decisión de destruir la ‘Ley Bases y Puntos para la Libertad de los Argentinos’ artículo por artículo, horas después de acordar acompañarla”, patalearon. “Decidieron darle la espalda a los argentinos para proteger sus intereses e impedir que el gobierno nacional cuente con las herramientas para resolver los problemas estructurales de la Argentina”, añadieron. Sin identificar a los destinatarios pero en alusión tácita a los sectores menos dóciles de Juntos por el Cambio, les reprocharon que “llegaron a sus puestos y bancas levantando las banderas del cambio (sic) para hoy traicionar a sus votantes”. “No vamos a seguir discutiendo con quienes exigen mantener sus privilegios mientras el 63% de los chicos argentinos no come. La ley se debatirá cuando entiendan que es el pueblo quien la necesita, no el gobierno”, concluye el comunicado.
El ministro del Interior, Guillermo Francos, devenido libertario pese a su experiencia de casi cuatro décadas en distintos cargos políticos, fue el único referente oficialista que se dignó a analizar con un mínimo de frialdad el estrepitoso fracaso legislativo del gobierno en el que confluyen de hecho La Libertad Avanza y el PRO. “Decidimos enviar el proyecto a comisiones nuevamente porque vimos la falta de voluntad de los bloques de acompañar las reformas propuestas. Se rechazaron las facultades delegadas más importantes, que permitían desregular la economía. De esa forma, no tenía sentido avanzar en el tratamiento de la Ley Bases, porque perdía su esencia”, explicó.
Franco habló de “compromisos de votos que no se cumplieron en la práctica”. “Quienes apoyaron en general el proyecto no mantuvieron su voto durante el tratamiento en particular”, dijo, pese a que la mayoría de aquellos apoyos habían sido en disidencia. “Nosotros no tenemos nada que discutir en materia fiscal. Seguiremos gobernando con los elementos que tenemos y lo mismo harán los gobernadores. El tratamiento de una reforma fiscal estaba sujeto a la aprobación de la ley”, cerró las puertas al diálogo, y tampoco se privó de victimizarse: “Hay una intención de obstruir la acción del gobierno, fíjense qué sectores votaron junto a Unión por la Patria para obstruir”, lanzó pese a los ostensibles esfuerzos de gran parte de la oposición por apoyarlos. Y como ya es regla en el micromundo libertario, Francos reflexionó sobre el voto como si sólo incluyera la elección de presidente y no a legisladores y gobernadores. “La política no se hace eco de lo que votó el pueblo argentino. La sociedad votó un cambio y la dirigencia no lo convalida. Esa es la gran disputa”, concluyó.
El titular del bloque libertario, Oscar Zago, también
culpó del fracaso a la oposición. “Si hace tres horas te comprometiste a
acompañar y ahora no acompañás el problema es tuyo, no mío”, fue su original
argumento exculpatorio. El proyecto “vuelve a comisión porque hay diputados que
se habían comprometido a acompañar a través de los gobernadores y no cumplieron”,
dijo. “No vamos a ser flexibles y vamos a continuar con el programa que
teníamos”, aseguró Zago y agregó que “no nos sentimos traicionados sino que
pensamos que se equivocan”, en referencia a los bloques colaboracionistas.
Inmune a la realidad, Zago se ilusionó en que el regreso de la ley a comisión “no
es ningún paso atrás, sino una vuelta a comisión para seguir tratándolo”, y
hasta se esperanzó con que “pueden dar los tiempos para que se trate dentro de
las sesiones extraordinarias”.