“La temporada está empobrecida y gris, como el país”. Luis Caro mira de cerca el marco presente y poco feliz de Mar del Plata, porque es de y está allí, donde edificó buena parte de su trayecto artístico. Buena parte, es decir, de los 17 discos que publicó entre 1982 y la fecha. Y también algunas de sus obras que consisten en ambos formatos: los dos volúmenes del libro-disco País semejante, más El mundo es un caballo y Mareas. “Hay poca gente aquí, bajísimo consumo y caras tensas, en una ciudad que supuestamente debería espejarnos lo contrario”, insiste Caro, sobre lo que observa a su alrededor, mientras piensa una acción a la par: “Habrá que resistir… Como dice el Indio Solari: 'en la resistencia está todo el hidalgo valor de la vida'”.

En eso anda entonces Ausencia de amor, flamante disco de Caro, cuyo objeto central es homenajear al poeta Juan Gelman. “Son poemas que vengo musicalizando desde los '80”, informa el esteta marplatense. Entre ellos, suenan en clave musical, el poema homónimo, “Soneto de dulzura”, “Llamamiento” y “La más mujer”. “¿Por qué Gelman, hoy? Porque el compromiso político con su tiempo, el amor, la poesía como reflexión y el destierro son núcleos poéticos de una vigencia asombrosa”, justifica el artista, cuyo raid biográfico hacia atrás lo detecta en interacción con Alí Primera, Los Jaivas, Amparo Ochoa y Mercedes Sosa, entre muchos otros y otras. También parando la olla no solo como músico y escritor, sino también como actor, titiritero, músico callejero e investigador, siempre con el cuerpo puesto en la militancia.

Exiliado durante la dictadura cívico-militar-neoliberal, ha presidido en efecto la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos, justamente en Mar del Plata, donde también fundó la Red Federal de Cultura, promovió la Ley provincial de Artes y produjo el ciclo de música popular en cárceles federales, cuando el milenio pasado entraba en su ocaso. “Comencé a musicalizar a Gelman en los '80, luego de una lectura apasionada y cotidiana de su obra”, retoma Caro. “Él estaba en la mesita de luz como quien tiene El Corán o La Biblia. Gelman entre las tostadas y los deberes de los chicos, quiero decir, al punto de que mi cuarto hijo lleva su nombre, y en sus cartas el poeta se interesó por la longitud y el peso del bebé, e inclusive guardó en mi casa un poema que les dedicó a todos”.

No es la primera vez que el músico marplatense usa los poemas de Gelman como fuente de inspiración musical. Varios de sus discos (Río de sones y El mundo es un caballo inspirado en el poema “Héroes” del libro Cólera Buey, entre ellos) traen sus poesías en forma de música. Pero Ausencia de amor es el primero en abordar en su totalidad al vate. “Como se ve, me llevó algunos añitos”, ríe Caro. “Dice Margarite Yourcenar que a fuerza de repetir lo que hubiéramos debido hacer, termina por parecernos imposible no haberlo hecho. Eso fue lo que pasó”.

En lo musical, Ausencia de amor –cuyo nombre Caro eligió como título de la obra porque “sintetiza el clima del material, la espesura, el deseo”- es una especie de epítome de todos los géneros que el músico absorbió en casi cincuenta años de andar musical. Desde la trova y la canción de sus comienzos, hasta la milonga, el loncomeo y la vidala, pasando por el jazz, el tango, el flamenco o el fado. “Todo este tuco, a veces lumínico, otras veces no tanto, contribuyó a marcar una búsqueda expresiva”, expresa el artista, que parece haber encontrado la síntesis con su banda actual: Fermín Ferraris en arreglos, Juan Miguel Carotenuto en batería y percusión, Juampi Espina en guitarra española, Diego Amerise en contrabajo, Darío Barozzi en guitarra eléctrica, Lucas Albarracín en trompeta e Iván Simanovsky en trombón. “Lo primero que hicimos fue trabajar con los arreglos, porque para acompañar la poesía es lo más importante. Luego, la diversidad de las formas utilizadas en las composiciones tiene un costado interesante, pero siempre riesgoso. Hubo entonces que laburar y mucho. Por último, buscamos un sonido adecuado, un clima, y una atmósfera sutil y profunda a la vez. Ahí estaban estos músicos jovencísimos con mucho amor por la expresión artística, por nuestra cultura y por lo que significa la palabra Gelman”, detalla Caro sobre el paso a paso laboral del disco.

-Ha sido bastante musicalizado ya Gelman. ¿Qué obras admirás al respecto?

-El “Tata” Cedrón quizá sea el referente más importante de los músicos que trabajaron con nuestros grandes poetas. No solo con Gelmán sino también con Raúl González Tuñón y Leopoldo Marechal, entre otros. Fue él, incluso, quien le llevó a Gelman mis primeros laburos y quien me vinculó al poeta cuando éste vivía su exilio parisino. La obra de Rodolfo Mederos también me parece bellísima, pero entiendo que la distancia de mi trabajo con el de estos autores es bastante clara. Aún sintiendo más cercana la obra de Cedrón, mi búsqueda compositiva ha sido más ecléctica, aunque no por ello más venerable.

-Neoliberalismo otra vez, retomando las palabras del principio. ¿Semblanza epocal?

-Que otra vez nos llevan al matadero con sus recetas ya fallidas y delirantes. Me refiero a la destrucción de las formas productivas, del salario, de la educación pública y el desfinanciamiento de nuestra cultura.