El próximo viaje a Buenos Aires de Antony Blinken, el Secretario de Estado del presidente Joe Biden, promete terminar de afianzar el vínculo que, más allá de las disparidades ideológicas, la administración demócrata ha venido ensayando con el gobierno argentino.
Según se desprende del comunicado de la Secretaría de Estado resulta claro que, más allá de la importancia atribuida a la “gobernanza democrática” y a los “derechos humanos”, el eje de la visita estará puesto en el “impulso al comercio y a la inversión”, y especialmente, en el interés por los así llamados “minerales críticos”, cuya demanda en alza es vital para una nueva matriz energética.
En el esquema productivo que se impone a nivel global, el lugar preponderante es ocupado por el litio, si bien existen otros recursos como el níquel, el cobre, el titanio y el cobalto que resultan fundamentales para la fabricación de vehículos eléctricos (nuevo símbolo de consumo en los países del norte), así como también para la producción de turbinas eólicas y paneles solares.
Pero Estados Unidos tiene serios motivos para preocuparse ya que en la actualidad China es el líder indiscutible en la cadena global de suministro de minerales críticos, representando aproximadamente el 60% de la producción mundial de materiales provenientes de “tierras raras”.
De ahí que cualquier giro hacia fuentes de energía bajas en carbono o hacia una “economía verde” (como a la Administración Biden le gusta denominar), se encuentra hoy condicionada desde Beijing gracias a su capacidad de influencia internacional y a su enorme poder de mercado que, al menos en este terreno, es superior a lo que Washington pretenda llevar adelante, en una situación que se prolongará durante varias décadas sin que pueda modificarse de plano.
Para contrabalancear los amplios recursos y la autoridad ejercida por China en el escenario de los minerales raros, Estados Unidos naturalmente, se ha asociado con la Unión Europea la que, a su vez, libra su propia guerra comercial con Rusia por estos mismos recursos. Entre ambos socios se está terminando de delinear un nuevo “Foro de Asociación para la Seguridad de los Minerales” de indudable impacto internacional para los próximos años.
En estas circunstancias, para Estados Unidos resulta fundamental establecer una alianza sólida con Argentina, superadora incluso, de las divergencias ideológicas que pudieran subsistir entre el gobierno demócrata en el norte y el pretendido mandato libertario (en realidad, un simple régimen ultraneoliberal) establecido en el sur del continente.
Desde Washington el interés prioritario (aunque no exclusivo) en los minerales de origen local está centrado en el litio, recurso clave para la construcción de baterías para motores eléctricos. En 2023 Argentina extrajo casi 33 mil toneladas de litio carbonatado, siendo el cuarto productor mundial detrás de Australia, Chile y China.
Distintas previsiones aseguran que para 2030, Argentina devendría en el tercer productor mundial de litio y el principal proveedor latinoamericano, en gran medida, por el alto número de proyectos de extracción en desarrollo, facilitado por un régimen normativo abierto a la inversión extranjera.
Los beneficios para su explotación se ven acompañados por mínimas regalías, de carácter provincial, y que benefician especialmente a las gobernaciones de Catamarca, Salta y Jujuy, donde se encuentran los principales yacimientos de litio.
Opera también como aliciente la limitada supervisión estatal a las operaciones de las compañías extranjeras, en donde se destaca la flamante Arcadium Lithium, con capitales de Estados Unidos y Australia, y otras corporaciones de la misma procedencia como Lake Resources, Lilac Solutions y Albemarle, además de empresas canadienses, británicas y holandesas.
Sin embargo, hoy el mercado del litio en Argentina está permeado por recursos de origen chino en siete emprendimientos, en los que se destaca la empresa Jiangxi Ganfeng Lithium Co. En tanto que la exportación del litio argentino también está mayormente orientada hacia China, en un mercado que hasta 2021 estaba más diversificado y era liderado por Estados Unidos, reducido en la actualidad a un comprador de cuarto nivel.
La visita de Blinken a Buenos Aires se enmarca en una tensión geopolítica cada vez más amplia en torno al litio y a otros metales críticos y apunta a preservar a Argentina como un proveedor privilegiado para los Estados Unidos y al desplazamiento de China como principal comprador e inversionista de este nuevo oro blanco. De ahí que las negociaciones darían lugar a un acuerdo de cooperación para la provisión de minerales, semejante a un tratado de libre comercio.
Tal como se desprende del comunicado de la Secretaría de Estado, resulta claro el contraste marcado por la Casa Blanca en sus relaciones con Brasil y con Argentina.
En Brasilia, Blinken mantendrá reuniones con el presidente Lula da Silva y con la cúpula del gobierno del PT para, entre otros asuntos, promover la “gobernanza mundial”, analizar asuntos transversales como la crisis ambiental y el desarrollo sostenible, y verificar el impacto de la situación política en Venezuela y sus derivaciones regionales.
Con Argentina, en cambio, la agenda planteada será muy diferente, mucho más acotada. Como también se verificó a partir del nuevo diálogo con Ucrania y con la renuncia a los BRICS, esta misión se centrará en la provisión de recursos estratégicos a los principales aliados, comenzando por Estados Unidos y Gran Bretaña, y en una nueva cruzada contra China y contra Rusia que, incluso, podría tener derivaciones a nivel regional.