La Audiencia de Barcelona condenó a Dani Alves a cuatro años y medio de prisión por agredir sexualmente a una mujer de 23 años en el baño de la discoteca Sutton de Barcelona. Con esta sentencia, la magistrada da credibilidad al relato de la víctima y considera que el exjugador del F.C. Barcelona la violó, aunque dicta una pena inferior a los nueve años de cárcel solicitados por la Fiscalía y los 12 años que reclamaba la acusación particular.

La sentencia no es firme y puede ser recurrida por la defensa de Alves, que fue condenado tras dos semanas de juicio en las que el futbolista insistió en su inocencia. Su abogada, de hecho, llegó a pedir la suspensión del juicio y acusó a la jueza de estar "contaminada" por las informaciones que se han ido publicando en los medios de comunicación.

La investigación empezó hace prácticamente un año, el 20 de enero de 2023, cuando Alves fue detenido al llegar a España y llevado a declarar ante la jueza de instrucción. Allí, el deportista ofreció tres versiones diferentes de los hechos, lo que le llevó a la magistrada a imponer cárcel preventiva. En un primer momento, dijo que no conocía a la víctima, después alegó que fue ella quien le incitó al sexo y, finalmente, defendió que la penetración vaginal fue consentida. Durante el juicio cambió su relato otras dos veces más.

Según la versión de la mujer –que con esta sentencia es respaldada por la jueza–, Alves y un amigo la invitaron a ella, a una amiga y a su prima al reservado de la discoteca, donde bailaron. En un momento dado, el futbolista agarró de la mano a la chica y se la llevó a sus genitales. Ella le apartó la mano, pero a Alves no le bastó. Minutos más tardes, la condujo con insistencia hacia un baño del reservado y allí empezó a manosearla con fuerza y bloqueó cualquier intento de escapatoria.

El jugador le levantó el vestido e intentó que la mujer le hiciera una felación empleando violencia física. En su declaración, la víctima aseguró que se sintió "impresionada y sin capacidad de reacción" y que Alves aprovechó para penetrarla sin consentimiento. Después de violarla, el futbolista dejó a la mujer en el baño y regresó al reservado.

Cuando la mujer salió del baño, se reunió con su prima y explicó los hechos al personal de la discoteca, que activó de manera inmediata el protocolo contra agresiones sexuales.

La táctica de Alves para rebajar la pena

Alves, que además de modificar su versión varias veces ha cambiado de abogados en dos ocasiones, intentó salir de prisión y defender su inocencia por todos los medios. Su última letrada, Inés Guardiola, al ver que la absolución no era una opción, planteó varios argumentos dirigidos a rebajar una posible condena.

Por un lado, se intentó acreditar como atenuante que Alves actuó en estado de embriaguez. Los psicólogos forenses, sin embargo, desmontaron este argumento ante la jueza y dijeron que, aunque aquella noche el futbolista había bebido alcohol, se encontraba con plenas facultades para saber lo que hacía.

Guardiola también trató de rebajar la pena de cárcel bajo el argumento de que el futbolista había mostrado predisposición a reparar el daño causado. La defensa alegó que Alves pagó sin tratar de negociar los 150.000 euros de indemnización solicitados por el Ministerio Público.

Una predisposición a reparar los daños que contrasta con las acciones del futbolista y su entorno, que, durante el proceso, difundió la identidad de la víctima. La madre del jugador, de hecho, publicó en redes sociales un vídeo en el que aparecían imágenes de la mujer con su nombre completo y edad.

El entorno del deportista, además, trató de desacreditar la versión de la víctima y exponer su vida cotidiana para hacer ver que no sufre ningún trauma y que, por tanto, no sufrió una violación. Una táctica que también fue utilizada por la defesa de La Manada para intentar desmontar la acusación.