Tras el hallazgo de 500 ataúdes y 200 bolsas de consorcio con restos humanos en cuatro dependencias del cementerio municipal de La Plata, la familia de Jorge Julio López le solicitó a la Justicia investigar si entre los restos humanos encontrados están los del militante peronista desaparecido en 2006.

Rubén López, hijo del albañil secuestrado cuando debía declarar en el juicio contra el represor Miguel Etchecolatz, presentó ante la justicia una "orden de no innovar" en la causa abierta tras la inspección llevada a cabo el pasado martes en la necrópolis platense. La comunicación fue a través de una publicación en Facebook. "En visto de lo sucedido en el cementerio de La Plata, el día de ayer presentamos una orden de no innovar para que se hagan todos los trabajos y cotejos correspondientes a fin de saber si algunos de esos restos podrían corresponder a nuestro padre", posteó el hijo de Julio López, y agregó que con su hermano esperan "que las fiscalías hagan todo lo posible y lo imposible también". Además, indicó que la presentación fue realizada ante la Unidad Fiscal N°15, que lleva la investigación sobre el hallazgo en el cementerio.

"Tengo entendido que después de que se determine de dónde salieron esos cuerpos tendrán un destino, pero antes nosotros queremos que se hagan los peritajes para determinar si alguno es de mi viejo", declaró López a la sobre la medida de no innovar que pretende preservar los cuerpos para poder identificarlos, y agregó: "Queremos que no se toque nada". Por último, aseguró que en una primera instancia la Justicia deberá responder al pedido solicitado y, en caso de hacer lugar a la demanda, podrán presentarse los pedidos de peritaje.

Desidia en el cementerio platense

Durante la jornada del pasado martes, personal de la Municipalidad de La Plata y de la Dirección Provincial de Registro de Personas Desaparecidas del Ministerio de Seguridad bonaerense supervisaron cuatro depósitos del cementerio local en el marco de una auditoría de diversas dependencias municipales ordenada por el intendente Julio Alak. Allí fueron identificados 501 ataúdes abandonados, arrumbados y en estado de deterioro avanzado y 200 bolsas plásticas de consorcio que contenían restos humanos, tanto de niños como de adultos. En muchos casos, sin la identificación correspondiente.

Según informaron las autoridades del distrito, los depósitos no contaban con la estructura para la conservación de cadáveres propia de una morgue, ni estaba previsto su funcionamiento como osario, el lugar destinado a reunir los restos óseos humanos que se sacan de las sepulturas para alojar otras nuevas.

Tareas pendientes

Cabe señalar que ésta no es la primera irregularidad identificada en el cementerio platense. En noviembre de 2021, el Equipo Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) inició la tarea de identificar 66 tumbas del predio que figuraban como NN. El resultado de esa investigación, que también buscaba determinar si allí estaban los restos de Jorge Julio López, todavía está pendiente. 

"Esta parece ser una práctica habitual si se tiene en cuenta que no es la primera vez que se encuentran cuerpos en bolsas, como las halladas hace unos años que correspondían a restos del osario", dijo Rubén López.

La segunda desaparición de López

Jorge Julio López tenía el oficio de albañil y desapareció el 18 de septiembre de 2006, el día en que debía presentarse en el Salón Dorado del Palacio Municipal de La Plata para escuchar los alegatos en el juicio contra el excomisario general Miguel Osvaldo Etchecolatz

López había participado como testigo en esa causa a fines del mes de junio y en su testimonio identificó al represor como uno los hombres les aplicaba torturas a él y a otros detenidos en el centro clandestino de Arana. Además, había  participado del operativo en el que fue secuestrado el propio López a fines de octubre de 1976. Gracias a ese testimonio, entre otros, el exjefe policial, recibió la pena de cadena perpetua. Etchecolatz murió a los 93 años mientras cumplía sus condenas en una cárcel común y repudiado incluso por quienes fueron su familia.

El represor pasó sus últimos días en la Unidad 34 de Campo de Mayo, tras haber sido trasladado allí apenas iniciada la pandemia de COVID-19. Después de un par de semanas en la clínica Estrada de la localidad de Merlo y un paso por la terapia intensiva debía tratarse por una afección cardíaca pero falleció antes. Había obtenido la prisión domiciliaria a través de un fallo de la Cámara de Casación, pero murió antes de poder concretarla.