Fueron las ganas de uno contra la convicción del otro. La ansiedad frente a la templanza. El equipo que se esfuerza en florecer contra el que está en la flor de su edad. El que tuvo el empuje de todo un estadio con el que se guareció en la unión de grupo. El que no tiene a Ignacio Malcorra ante el que tiene al diez en su equipo. Fue, al fin y al cabo, el presente de este Newell’s que sigue en la búsqueda angustiante de protagonismo contra el Central campeón del fútbol argentino. Central es campeón, entre varios recursos, por la pegada de Ignacio Malcorra. Por su zurda. La zurda del diez que los leprosos padecieron algunos meses atrás en el Gigante y anoche en el Coloso del Parque. Y otra vez, entre tanta paridad, el canaya sacó el diez para llevarse a Arroyito toda la alegria del parque Independencia.

Cuando lo técnicos pensaron el clásico en el pizarrón plasmaron el deseo de ganar. Newell’s en cancha con cuatro delanteros; Central con dos volantes creativos, Campaz y dos puntas. Si se repartían por posición los 20 jugadores de campo en cancha bien se pudo armar un patido entre los que tienen el oficio de recuperar la peota y los que piensan en la gambeta y el gol. Eso quedó claro. Pero el juego nunca fue con la pelota rondando. Y el fracaso a la apuesta fue generalizado, aunque Newell’s encontró algunas salidas al atolladero para preocupar a Broun.

Sebastián Granata

Las infracciones fue la forma más frecuente de interrumpir el juego. Malcorra estuvo más atento a evitar que el partido tome ritmo y todo lo hizo a paso pausado. Gómez no pudo nunca tomar relevancia con la pelota y así el canaya encontró algunas opciones en pelotas paradas, ninguna que exiga a Macagno. La visita estaba sin coordinación en ataque. De hecho, Campaz no protagonizó una sola acción ofensiva.

Newell’s, en cambio, puso a sus delanteros frente al arco canaya. Lo logró con las apariciones de Martino por izquierda y algunas pelotas cruzadas. A González no le convalidaron un gol por posición adelantada al tomar rebote de Broun. Ramírez ganó por arriba y logró un cabezazo que se fue alto. González apareció por izquierda con pelota al pie y remató por sobre el travesaño y sorprendió en incursión por derecha pero definió, con ángulo cerrado, al cuerpo del arquero canaya. La más exigente para Broun fue un disparo de larga distancia de Aguirre que despejó sobre su palo derecho.

Central nunca se vio superado. Pero nada de lo que se propuso en ataque, con Martínez Dupuy y Cervera, logró imponer. El primer tiempo se fue entre discusiones, con Mastrángelo preocupado en que las disputas no se les desborden. Al canaya le cuesta jugar de visitante. A veces carece de autoestima. No fue el caso de anoche. Russo no hizo ninguna especulación táctica. Armó una formación de características ofensivas como no lo intentó nunca el año pasado.

Russo tuvo más motivos que Larriera para pensar cambios en el entretimpo. En el canaya la tarea ofensiva defecionó por donde se la analice. En los leprosos la posición de May fue la de menos injerencia. El ritmo de juego y paridad se mantuvo en el segundo tiempo. Russo sacó a Damián Martínez porque estaba amonestado y la Lepra volvió a intentar con las proyecciones de Martino. Un gol era mucho pedir a los equipos. Pero hay jugadores que no siempre necesitan de la ayuda de sus compañeros para anotar. En el clásico pasado Malcorra lo hizo todo con un tiro libre. Anoche lo hizo todo en una pelota que no despertó preocupación. Y cuando el deiz resolvió, Macagno vio entrar la pelota por el segundo palo. Malcorra tomó la pelota en posición abierta, de volante por derecha, en diagonal al arco, se paró y en un lapsus abrió el pie zurdo para sacar fuerte la pelota por el palo más lejano. Un golazo. De esos que hacían los diez de antes. Malcorra tiene algo de eso, de jugador que arma juego y que lo puede hacer parado en cancha, sin necesidad de correr a ritmo de maraton como se exige en el fútbol moderno.

Newell’s necesitaba más juego en Aguirre, desbordes de Méndez e ideas para hacer de la posesión de la pelota un valor. No enloqueció el equipo de Larriera. Pero la ansiedad tomó músculo con el paso de cada minuto y el equipo cayó en el pozo de la impotencia. Porque la Lepra no hizo más que tirar centros. Ya no intentó construir jugadas con pelota al pie. Esos centros fueron resueltos por Mallo, Quintana y Broun. Porque el arquero canaya se lució con la firmeza en sus atajadas. Sus guantes fue uno de las razones de la reciente vuelta olímpica. Y anoche se quedaron un remate sobre la línea de Gravinovich, en un rebote, y un remate cruzado de Chiaverano. Fue así como el equipo de Russo marchó a ritmo coordinado a un triunfo merecido. Por su convicción. Por su templanza. Por Malcorra. Y porque el equipo de Arroyito está en la flor de su edad.

Sebastián Granata

0 Newell’s

Macagno 6

Méndez 5

Glavinovich 5

Velázquez 5

Martino 6

J. Fernández 5

R. Fernández 5

May 4

González 6

Ramírez 5

Aguirre 4

DT: Mauricio Larriera

1 Central

Broun 7

D. Martínez 5

Mallo 6

Quintana 6

Sandez 6

M. Martínez 5

Gómez 4

Malcorra 8

Campaz 4

Cervera 4

Martínez Dupuy 4

DT: Miguel Russo

Gol: ST: 11m Malcorra (C).

Cambios: ST: Desde el inicio Coronel por Damián Martínez (C), 12m Lovera y O’Connor por Gómez y Cervera (C), 19m Esteban Fernández por Julián Fernández (N), 26m Chiaverano y Pérez Tica por González y May (N), 36m Schor y Schott por Aguirre y Méndez (N), 40m Módica y Rodríguez por Campaz y Martínez Dupuy (C),

Arbitro: Hernán Mastrángelo

Cancha: Coloso del Parque