“Hay cosas que si se pierden, después son muy difíciles de recuperar. La cultura es mucho más que un espectáculo exitoso en una ciudad grande. Las salas independientes llegan a todos los rincones de la provincia, son parte de la producción cultural de una comunidad, de su identidad”. Quien habla es Laura Torres, integrante de “El Baldío Teatro” y representante de la “Red de salas teatrales de la Provincia de Buenos Aires” creada en 2020 con el objetivo de evitar el cierre de salas durante la pandemia. Este año, la Red se prepara para una temporada difícil, con una disminución en los espectadores y en los inscriptos de sus talleres, un marcado aumento en los gastos de sostenimiento y pagos adeudados del Instituto Nacional del Teatro.

“Las salas independientes del partido de la costa fueron las primeras en programar, en enero y en febrero. Ellas registraron una merma en la cantidad de público de entre un veinte y un treinta por ciento, lo cual pone a las salas en jaque. La Red ya tuvo algunas reuniones para ver cómo afrontar esta temporada, teniendo en cuenta los aumentos en los gastos de alquiler y de luz, entre otras cosas”, dice Torres sobre el presente del centenar de espacios independientes que integran la Red. “Hay salas de Carmen de Patagones, Junín, Chivilcoy, Escobar, del conurbano o de Mar del Plata. El territorio bonaerense es muy vasto y las necesidades son muy diversas”, agrega.

Problemáticas en común

En 2020, a principios de la pandemia, la Red llevó adelante el “Primer Censo Provincial de Salas Teatrales Independientes” con el objetivo de registrar “cuántas salas conforman la enorme cuenca de espacios que el movimiento teatral independiente tiene desplegado en el territorio de la Provincia de Buenos Aires, cuáles son las condiciones en las que desarrollan su trabajo y cómo discriminan los gastos que afrontan para no solo mantenerse, sino resistir”.

De este Censo participaron más de cien salas de toda la provincia que, en ese momento, ofrecían diez mil espectáculos al año para más de trescientos mil espectadores, generando empleo permanente para mil trabajadores y un espacio laboral para mil cuatrocientos talleristas. En total, estas salas recibían a ochenta y cinco mil artistas todos los años y daban clases a catorce mil estudiantes.

Esta experiencia le aportó a la Red un panorama general de las problemáticas que tenían en común los espacios independientes bonaerenses. Entre ellos, el alquiler sigue ocupando un lugar protagónico. “El primer impacto que vamos a tener esta temporada va a ser el alquiler. Más de la mitad de las salas de la provincia alquilan sus espacios. Un aumento del cuarenta o cincuenta por ciento nos pone frente a una enorme dificultad. Hay mucha incertidumbre sobre si se van a poder sostener los espacios”, dice Torres sobre este gasto que, para la mayoría de las salas, significa entre un veinticinco y un cincuenta por ciento de su presupuesto mensual.

Al alquiler se le agregan otros gastos como es la tarifa de luz que, si bien ocupa un porcentaje menor en el presupuesto total de los espacios, se torna significativo en momentos de crisis. “Son gastos que se encadenan. Abrir la sala y prender las luces para una función se convierte en un costo importante en un contexto donde aumentan las tarifas y donde baja la demanda. No podemos aumentar tanto las entradas”, afirma la representante de la Red, que estima que el valor de la entrada promedio en la provincia es de tres mil pesos. “Aunque sea una sala grande, y la tengas llena, el porcentaje que le queda a una sala no siempre alcanza para cubrir este costo”, agrega.

Entablar diálogos y encontrar estrategias

Durante el tratamiento de la Ley Ómnibus, la Red trabajó activamente en defensa del Instituto Nacional de Teatro (INT), a través de encuentros asamblearios regulares. Sobre el diálogo actual con este organismo, Torres afirma que “hasta acá, siempre habíamos tenido un diálogo fluido. Todavía no nos hemos podido reunir con el nuevo director para saber cuáles son los planes para este año y, fundamentalmente, cuándo se harán los pagos adeudados de 2023”. Sobre la demora en el pago del subsidio de “Funcionamiento de Sala” del INT, la representante agrega que “uno se acostumbra a ciertas demoras administrativas, pero en este contexto de inflación un retraso de un año te liquida. A eso se suma la incertidumbre de no saber cuándo realmente el organismo va a poder pagar el dinero”.

Según el Censo realizado en 2020, sólo el treinta por ciento de las salas independientes bonaerenses recibía un aporte estatal. Un número que, según afirma la representante de la Red, “debe haber aumentado, pero sigue siendo bajo”. “Estamos viendo cómo usar la mayor creatividad posible en un momento que es crítico. Los aportes del Instituto Nacional o del Consejo Provincial de Teatro Independiente, los grandes y los chicos, son todos muy importantes”, dice Torres. Y agrega que “con el Instituto Cultural hay una interlocución clara. Veremos qué podemos hacer este año. El año pasado hubieron líneas de apoyo que permitieron sostener espacios y festivales que llevan quince o veinte años en las comunidades”.

“Todos queremos mucho nuestros proyectos y no pretendemos más que ser sustentables. Entre marzo y abril, se terminarán de definir las programaciones y ahí tendremos más claridad, pero se está hablando de reducir las funciones, concentrarlas en fechas y aumentar los talleres. Además, estamos elaborando nuevas estrategias, asociaciones locales, circuitos con promociones y redes de espacios. La búsqueda está direccionada a volver a traer al público a las salas en un momento donde los ingresos cayeron mucho”, concluyó Torres sobre el presente de la Red que, frente a un futuro incierto, apuesta a la organización como vía para proteger los espacios culturales de una pérdida que sería irreparable.