“Más allá del caso puntual de la madre del presidente, la discusión que se abrió con las declaraciones de Milei es si las mujeres que no tuvieron empleo formal porque su principal tarea fue el trabajo doméstico y de cuidado familiar tienen o no derecho a percibir una jubilación”, dice Eleonor Faur, doctora en ciencias sociales y docente de la Maestría en Cuidados y Género con Perspectiva Latinoamericana del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO).

¿Qué es lo que se logró con las jubilaciones para las amas de casa?

--La jubilación para las amas de casa vino a reparar una deuda histórica en este sentido, al reconocer que el cuidado familiar es un trabajo - aún si no es remunerado- porque supone una enorme cantidad de tiempo, energía, gestión y carga mental, y produce valor social y económico. Su función es reproducir la vida y fortalecer los lazos sociales. Sin este trabajo, la sociedad no se podría sostener.

¿Es un poco lo que plantea Federici con reconocer el trabajo de reproducción de la vida?

--Más que una "elección" de las mujeres, la feminización de esta labor responde a patrones históricos de división sexual del trabajo, que fueron institucionalizados por la vía de las políticas públicas, el mercado laboral y, de manera más general, el sistema económico. Eliminar el derecho a la jubilación de las amas de casa supone un retroceso en términos económicos, simbólicos y en el reconocimiento de un derecho conquistado para las mujeres y femineidades.

Las madres con niñxs pequeñxs dedican más tiempo a las tareas no remuneradas (77,8% de las madres con hijos menores de 6 años, frente al 72,2% de quienes tienen hijos mayores de 6 o no tienen hijos), según datos de la Encuesta Nacional de Uso del Tiempo.

 

La pandemia visibilizó el trabajo doméstico

Quizás fue en la pandemia cuando lo público se mezcló con lo privado, que el mundo terminó de darse cuenta de que el trabajo doméstico y de cuidados también son trabajos. La famosa frase de Silvia Federici “eso que llaman amor es trabajo no pago” se materializó de tal manera que fue imposible seguir invisibilizándolo. Desde hace dos años Clacso lleva adelante la Maestría en Cuidados y Género con Perspectiva Latinoamericana porque entiende que la base de la desigualdad entre los géneros empieza por casa. “En los años 90 comenzamos a cuestionar cómo era posible que se considerara como trabajo solo al empleo remunerado y empezamos a decir que lo que ocurría puertas adentro también era un trabajo y allí fue que el cuidado se me impuso como objeto de investigación por sus especificidades que lo diferenciaban incluso de otras cuestiones domésticas como las tareas de limpieza o de cocina; fue entonces cuando empezamos a desarrollar una agenda propia”, dice Karina Batthyány, directora de la Maestría y especialista en Cuidados.

“El origen de mi interés fue esa diferenciación entre esos dos mundos que eran el trabajo y la familia, nos preguntábamos cómo era posible que no se vieran estas dificultades, cómo no lo veían los sindicatos o las políticas públicas que no era lo mismo ser una mujer trabajadora que un varón trabajador. También había una discusión con la sociología del trabajo que no consideraba trabajo a lo doméstico”, explica la socióloga uruguaya.

Karina Batthyány, directora de la Maestría y especialista en Cuidados.

“En esta Maestría, que llevamos adelante entre Clacso y la UTE de Ecuador, trabajamos la cuestión de los cuidados desde un punto teórico pero también desde el punto de vista de las políticas que se vienen implementando en nuestra región y en el mundo para poder generar reflexión e incidencia en nuestra región latinoamericana y caribeña”, dice Karina.

Desde Clacso entienden que el agotamiento de la actual organización social de los cuidados trae consigo enormes desigualdades en la provisión de los mismos, cuya mayor parte recae en las mujeres y en los sectores de menores recursos, que ven imposibilitadas sus posibilidades de desarrollo. Bien sabemos las mujeres y diversidades que los Estados latinoamericanos no responden adecuadamente a esta demanda y aunque se había avanzado en estas cuestiones en los últimos años, el Gobierno de Milei intenta arrasar con todas las políticas públicas que se habían conseguido con años de lucha del movimiento transfeminista. “Contar con expertas y expertos en cuidados y género con perspectiva latinoamericana que incidan en la promoción de los cuidados como componente crucial del bienestar y nudo estructural de las desigualdades sociales y de género presentes en la región, es un punto crucial para seguir avanzando hacia mejores resultados”, explican desde Clacso.

Los números desdicen a Milei

En Argentina los números desdicen a Milei que desconoce la desigualdad salarial: según una investigación del ex Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidades, las mujeres perciben ingresos por un 26 por ciento menos que los de los varones. El informe señala además que esa diferencia se amplía al 36,5 por ciento en los empleos asalariados informales. Y en ese sentido, la tasa de informalidad es del 39,3 por ciento en las mujeres y de 34,6 por ciento en los varones. En el caso del pluriempleo, alcanza al 11,7 por ciento sobre el total de las mujeres ocupadas contra el 6,2 por ciento de los varones. Acorde a un informe del Instituto de Estudios y Formación (centro miembro de Clacso) y de la Secretaría de Géneros y Diversidades de la CTA Autónoma, en tan solo dos meses la Canasta Básica Alimentaria aumentó un 54,3 por ciento y la Canasta Básica Total un 52,9 por ciento. Por el contrario, el SMVM (salario mínimo) y el Salario Social Complementario sólo crecieron un 6,8 por ciento. 

“Por más que el gobierno niegue las desigualdades de géneros, lo cierto es que las compañeras históricamente son quienes gestionan la comida en sus hogares y comedores barriales, asumen las tareas de cuidado y del hogar conociendo mejor que nadie el incremento del precio y el desgaste mental y físico que implican esas tareas, son empleadas en sectores con salarios más bajos por eso saben que hace rato que no se llega a fin de mes y pierden días de salario porque generalmente no tienen otra opción que cuidar a su núcleo familiar cuando algune lo necesita. Hace muchos años que en los feminismos discutimos esas desigualdades y buscamos visibilizar que los cuidados de otres son tareas no valorizadas en ninguna sociedad del mundo y que si se realizan en forma remunerada cuentan con los salarios y condiciones laborales más precarias de todo el mercado de fuerza trabajo”, se lee en el documento de la CTA A.

La Maestría tiene como objetivo formar profesionales con competencias avanzadas en la teoría de los cuidados y el género para el análisis, la producción de conocimiento y la intervención política y social que colaboren con la comprensión de esta función social y su vínculo con las desigualdades sociales y de género, a través del abordaje crítico de las herramientas teóricas e investigaciones empíricas disponibles con énfasis en las realizadas en la región latinoamericana.

Clacso nació en 1967 y en la actualidad reúne 916 centros de investigación y posgrado en el campo de las ciencias sociales y las humanidades en 56 países de América Latina y otros continentes y lo interesante es que incluye dentro de sus ámbitos de trabajo, de investigación y de estudio, a los movimientos sociales y a las organizaciones sindicales.

Este programa, que es latinoamericano y caribeño, cuenta con las más reconocidas teóricas, académicas e intelectuales tanto desde la perspectiva teórica como de las incidencias en políticas públicas en estos temas como Eleonor Faur (Argentina), Mara Viveros (Colombia), Valentina Perrotta (Uruguay), Magela Romero Almodóvar (Cuba), María Ángeles Durán (España), Laura Pautassi (Argentina), Nadya Araujo Guimarães (Brasil), Lucía Scuro (Uruguay), Bila Sorj (Brasil) y Claudia Mora Del Valle (Chile).

“En todo el mundo la discusión sobre el cuidado indica con claridad su feminización, pero también sus dimensiones de clase, raza y etnia. Las cargas de cuidado no son iguales entre distintas mujeres”, dice Eleonor Faur, doctora en ciencias sociales, especialista en temas de género y cuidado, docente de la Maestría.

La autora de, entre otros libros El cuidado infantil en el siglo XXI, mujeres malabaristas en una sociedad desigual (Siglo XXI), explica además que los cuidados no se proveen de manera exclusiva en los hogares: “comprender la organización social que sostiene las desigualdades en el cuidado implica analizar en qué medida las políticas públicas reproducen la carga de cuidados en las familias y, con ello, en las mujeres, de qué manera intervienen los servicios estatales, las políticas y la distribución de derechos en torno al cuidado. Pero también, dar cuenta del lugar del cuidado comunitario. Comprender las dinámicas entre estas cuatro instituciones (Estado, mercado, familias y comunidades) nos permite un acercamiento más profundo a lo que sucede en diferentes sociedades y el modo en el cual se deben diseñar e implementar políticas de cuidado situadas y transformadoras”.

Eleonor Faur: para ella el aspecto más crítico de la crisis de reproducción social en este contexto es la situación actual de los comedores comunitarios, con una demanda de alimentos creciente y la suspensión de la entrega de mercadería por parte del gobierno nacional

Para Faur, cuyos libros sobre cuidados fueron de los primeros en Argentina, contextualizar el análisis sobre los cuidados es crítico y permite comprender de qué manera un contexto de agudización de la crisis económica, y empobrecimiento, como el de Argentina, corroe el bienestar de las mujeres y sus hogares, y trae una novedad contradictoria: “por un lado limita fuertemente el tiempo disponible para los cuidados pues todas terminamos invirtiendo más tiempo en obtener ingresos para cubrir las necesidades de vivienda, alimentación, salud, etc. Por otro, demanda mayor tiempo para las tareas no remuneradas, por ejemplo, en la búsqueda de precios de los productos básicos y en la sustitución de bienes y servicios que antes se compraban en el mercado y ahora se producen en los hogares o se proveen en las comunidades”.

Y, en este sentido, dice Faur, el aspecto más crítico de la crisis de reproducción social en este contexto es la situación actual de los comedores comunitarios, con una demanda de alimentos creciente y la suspensión de la entrega de mercadería por parte del gobierno nacional y la novedad de eliminar el plan Potenciar trabajo, que cubría a un porcentaje de las cocineras y otras trabajadoras de cuidado comunitario con un ingreso mínimo. En sus palabras: “comprender el modo en el cual todas estas dimensiones se entretejen permite fortalecer la mirada como cientistas sociales, tanto para profundizar el abordaje académico, como también para precisar el tipo de políticas públicas requeridas en distintos contextos y sus alcances”.