Desde Roma

En una autobiografía escrita junto al periodista vaticanista Fabio Marchese Ragona, de Mediaset, el Papa Francisco cuenta los momentos importantes de su vida, sin dejar de lado por supuesto los hechos trágicos que vivió durante la dictadura argentina comenzada en 1976.

Fue el diario italiano Corriere della Sera el que tuvo la oportunidad de publicar esta semana una síntesis del libro titulado en italiano “Life. La mia storia nella Storia” (Vida. Mi historia en la Historia, Ed. Herper Collins), en ocasión de que se cumplíó, el 13 de marzo, 11 años del pontificado de Francisco.

Aparte del período del golpe en Argentina, la autobiografía hace referencia también a Maradona y Messi, a la pasión por el fútbol de Francisco, a los abuelos y el padre de Bergoglio que llegaron de Italia a Argentina en 1929, y a hechos de su juventud.

En la dictadura

Bergoglio escondió y protegió a tres seminaristas ligados a Monseñor Angelelli, luego asesinado por la dictadura, contó el artículo del periodista Aldo Cazzullo. Y citó las palabras del Papa: “Esos tres seminaristas me ayudaron a recibir a otros jóvenes que estaban en peligro como ellos. Al menos unos 20 en dos años”, dijo, mencionando también que los servicios secretos seguramente lo controlaban. Se enteró asimismo de otro joven que tenía necesidad de escapar de Argentina. “Me di cuenta que se parecía a mí y así logré hacerlo escapar vestido de cura y con mi cédula de identidad”, contó.

También trató de salvar a dos jesuitas , padre Yorio y padre Jalics, que habían sido secuestrados por los militares. Y para tratar de conseguir su libertad contó que fue a encontrarse con el almirante Massera y con el general Videla. Al final los dos jesuitas fueron liberados y Bergoglio organizó su fuga de la Argentina.

Otra persona a la que intentó salvar pero no pudo, fue a una señora que había sido su profesora y que era comunista. Esther (así llamada en el libro) fue secuestrada, torturada y tirada desde un avión, en los llamados “vuelos de la muerte”.

Francisco mencionó también las críticas que recibió de algunos de izquierda que lo acusaban cuando en realidad, dijo, él se había opuesto a todas las atrocidades de la dictadura.

Su trabajo en el Vaticano

El trabajo de Francisco en el Vaticano no ha sido muy fácil desde que fue elegido en 2013. Como jesuita, como hijo de inmigrantes, siempre estuvo y quiere estar cerca de los pobres, de los niños, de los minusválidos, de los marginalizados en muchos sentidos como por ejemplo los homosexuales. Y por todo esto ha sido atacado como comunista y como uno que quiere destruir las tradiciones de la Iglesia.

“Imagino una Iglesia madre que recibe a todos”, incluidos homosexuales y transexuales “que buscan al Señor”, escribió Francisco.

Y sobre los ataques que recibió y recibe durante su pontificado, el Papa argentino advirtió, según el artículo, que si le hubiera dado importancia a todas las cosas que se han dicho sobre él, habría tenido que ir al psicólogo al menos una vez por semana.

Pero reconoce que una frase lo hirió en particular: “Francisco está destruyendo el Papado”. “¿Qué puedo decir? -respondió Francisco- Que mi vocación es sacerdotal. En primer lugar soy un sacerdote, soy un pastor, y los pastores deben estar entre las personas….Es verdad que el Vaticano es la última monarquía absoluta en Europa y que a menudo aquí dentro se hacen razonamientos y maniobras de corte. Pero estos esquemas de comportamientos deben ser definitivamente abandonados”.

En el cónclave que lo eligió en 2013 “había muchos deseos de cambiar cosas, de abandonar ciertas actitudes que lamentablemente todavía hoy no desaparecen. Hay siempre quien intenta frenar la reforma, quien quisiera que todo quede como era los tiempos del Papa rey”. El Papa gobernó hasta 1870 los Estados Pontificios (que ocupaban todo el centro de Italia) como un Rey, pero también tenía el poder de control religioso sobre el catolicismo en todo el mundo. En 1870 las fuerzas militares del rey Savoia que gobernaba el resto de Italia, invadieron Roma quedándose con los territorios pontificios a excepción de lo que luego sería el Vaticano.

En el libro además el Papa expresa repetidas veces - como lo hace casi cotidianamente-, que está en defensa de la paz, del trabajo, contra los traficantes de armas y los excesos del mundo financiero y lanza un llamado para proteger la creación. “No nos queda mucho tiempo para salvar el planeta”, dice Francisco invitando a los jóvenes a hacerse sentir en este sentido, sin violencia y protegiendo las obras de arte.