Cuando un denuncia se juega en el ámbito de la justicia, puede suceder que alcancen las palabras. Sin embargo, cuando el debate se traslada a los medios audiovisuales, la construcción de una evidencia tiene otros tiempos (breves, condensados, apurados) y requiere de un impacto más evidente a simple vista que el que busca, por su propia naturaleza, el aparato judicial. Por eso, la aparición de un video que entre a formar parte de la noticia que acaba de estallar puede cambiar una situación, o al menos inclinar la balanza con otra contundencia.

–Con las denuncias contra Ari Paluch hubo al principio en algunos casos una especie de cobertura liviana, como restando gravedad a lo que había pasado. 

–Lo que parece que estuviera en juego es el tema de lo punitivo. Las normas ya están establecidas. Se puede hacer una denuncia, y ahí el asunto pasa a otro esquema donde hay un castigo además del castigo social.

–También cambió un poco el discurso cuando apareció el video del momento que denunció la microfonista.

–El tema de esa cámara es central, porque hace falta la validez de la imagen para que después haya un mecanismo de la noticia que se pone en marcha. Porque si el dueño del canal no hubiera tenido la presión de la imagen y un debate que avanza o se amplía a partir de la misma imagen, no sé qué hubiera pasado. Tal vez no hubieran apartado al conductor denunciado, no sé. Por el otro lado, esa imagen se vuelve a transformar en espectáculo, en un debate que se vuelve engranaje de la misma industria cultural. Lo de las cámaras es fuerte porque es la misma lógica noticiosa la que introduce esta imagen como parte, de nuevo, de la lógica de la industria cultural. Se la termina comiendo a sí misma. Y además hace falta la imagen como prueba de validez, de que algo sucedió: ¿qué hubiera pasado, como posiblemente haya pasado en otros casos, si la tocaba en el pasillo? Así y todo, es alentador.

–El registro de ese caso combina muchos puntos altos necesarios para algo así: imagen de una cámara de seguridad, personaje célebre, la posibilidad de repetición.

–Es que la imagen por un lado habilita la discusión de una manera válida, y por el otro lado, forma parte de ese engranaje de la industria cultural donde solamente es válido lo que podés ver. Cuando estos casos suceden en espacios privados, no se captan con cámaras. Entonces, ¿por qué es válido y visible? Por la imagen. ¿Por qué no es legítimo y es invisible como noticia otro hecho? Porque no tienen imagen. Si no hay imagen, no es noticia. Ahora, en este caso en particular, además de no ser noticia, no es legítimo o hubiese costado más que ingresara en el debate. En este caso, lo hace con tanta fuerza porque hay una imagen, y claro, la industria cultura construye qué es válido, discutible, visible o no, considerando también eso.