Entre las funciones destructivas del gobierno libertario, se observa que tiene una especial relevancia lo que sus supuestos intelectuales denominan la guerra con lo que llaman el "marxismo cultural". Es una suerte de obsesión gramsciana sin haber leído nunca al pensador italiano. Lo cierto es que se repite en distintos lugares del mundo, donde las ultraderechas tienen la posibilidad de jugar con su ofensiva cultural.
La elección obsesiva que mantienen en relación a esta cuestión se basa en la siguiente premisa: la ultraderecha no debe disponer solo de militantes sino también reclutar un equipo intelectual que revierta la presencia de las izquierdas o de lo nacional - popular en el mundo de las artes. Pero para lograr esto han decidido que la verdadera infraestructura del marxismo cultural, su verdadero logro, es haber generado un mundo de prácticas y orientaciones sexuales que ya no pueden ser reguladas por la dominación patriarcal.
En este aspecto su apuesta es muy básica, los educadores y trabajadores sociales que escuchan los conflictos de género y facilitan otras aperturas, en realidad son verdaderos manipuladores que no solo no facilitan ni ayudan al que transita su relación con otra orientación, sino que las inducen y promueven.
Dicho de otro modo, para la ultraderecha libertaria la cultura trans y el LGTBIQ+ constituyen no solo un obstáculo a la reproducción heteronormativa, sino una captura de miles de niñ@s que serán inducidos, lavado de cerebro mediante, a cambiar de orientación o de género. Por esto se trata de generar un odio absoluto y masivo hacia aquellos que van a arrancar a los hij@s de su supuesta "armonía sexual reproductora".
Más allá de la fuerza política concreta y positiva de los feminismos y el movimiento LGTBIQ+, la batalla contra el marxismo cultural que organiza la ultraderecha pretende obtener rédito sobre la fantasmática popular -que se organiza también por ella-, en torno a la suposición de un temor a tener hijos desviados de la "norma macho".
La propuesta de un individuo standard perfectamente adaptado al sistema de dominación patriarcal, constituye la clave principal de la guerra contra el marxismo cultural que los libertarios han entendido como su misión fundamental en el mundo contemporáneo.