Junto con el sector agropecuario, una de las claves para la disponibilidad de divisas a lo largo del año será la marcha del sector energético. En este sentido, la caída de la actividad económica y en consiguiente del consumo energético, junto al impacto de la mejora de la oferta local de gas permitieron obtener números positivos en relación a la balanza entre importaciones y exportaciones de energía.

Según datos del Instituto Argentino de Análisis Fiscal (IARAF), la balanza de dólares de la energía en el primer bimestre fue positiva por 971 millones de dólares. Respecto al año pasado, mejoró en 925 millones. "Al descomponer la variación de la balanza de dólares de la energía, se tiene que el efecto precio generó una caída de 59 millones de dólares y el efecto cantidades una suba de 984 millones", dice el informe.

Por lejos, el principal aporte de dólares vino por el lado del ahorro generado por las menores importaciones de GNL y combustibles líquidos, mientras que en materia de exportaciones, las mayores cantidades exportadas compensaron el menor precio.

Perspectivas

De acuerdo a la consultora Econviews, este año el resultado de la balanza energética podría ser superavitario en 3.300 millones de dólares a partir de la puesta en marcha del Gasoducto Néstor Kircher, más exportaciones de Vaca Muerta y el impacto de la recesión sobre la demanda energética local. Para 2025, el superávit podría incluso ser más amplio.

Por detrás de la mejora del resultado energético hay un factor estructural, como la persistente suba de la oferta proveniente de Vaca Muerta, acompañada de las inversiones en gasoductos necesarias para el transporte del combustible. Por un lado, la finalización de la etapa inicial del Gasoducto Néstor Kirchner aumentó la capacidad de transporte nacional de gas a 11 millones de metros cúbicos por día en 2023. Se espera que la capacidad de transporte se duplique en 2024 a 22 millones de metros cúbicos por día. Para el año próximo también se espera la reversión del flujo en el ducto Norte.

Asimismo, se suma un factor coyuntural, como es la profunda recesión económica en la que está sumergida el país, que deprime el consumo en general y el energético en particular. Con todo, hay una menor demanda de importaciones de gas natural licuado y de combustibles líquidos y mayor peso de la producción nacional.