Renunció Jorge Lemus. Otra vez. El ministro de Salud nacional dejó su cargo ayer, como lo había hecho en 2012 en el gobierno porteño. En esa oportunidad, había sido cuestionado por el protocolo sobre abortos no punibles. En su paso por el ministerio nacional también cosechó críticas por el plan que lanzó y que, según sostienen sus detractores, apunta a reducir la salud pública, por su manejo de las crisis del zika y del dengue y por la entrega de medicamentos. Dentro del Gobierno lo venían observando desde el año pasado y le habían colocado dos funcionarios para controlarlo, tras la renuncia de Néstor Pérez Baliño, su segundo. Asumirá en su lugar el epidemiólogo Adolfo Rubinstein.

Quizás Lemus sea recordado por la anécdota más contada del último casamiento de Macri: cuando el Presidente se atragantó con un bigote falso, mientras imitaba a Freddie Mercury, Lemus lo ayudó a escupirlo. “Le salvó la vida”, insisten los macristas. Ex director del Hospital Fernández, el médico y aficionado a la pintura había acompañado a Macri durante los cinco primeros años de su gobierno porteño. En ese tiempo sumó polémicas por decir que los porteños tendrían prioridad para atenderse en los hospitales de la Ciudad, por el protocolo para el aborto no punible, por el incremento de la mortalidad infantil, por la subejecución presupuestaria en su ministerio y por los problemas que tuvieron los hospitales con la entrega de insumos. Quien lo tenía definitivamente en su lista de ministros deficientes era María Eugenia Vidal (que también le pidió la renuncia a su ministra de Salud bonaerense, luego de otra polémica por la aplicación de la interrupción legal del embarazo). 

Lemus figuraba el año pasado entre los ministros que el presidente Macri tenía en observación. Ayer el mandatario le pidió la renuncia, pese a que hace una semana el jefe de Gabinete, Marcos Peña, sostuvo que no tenían previstos cambios de gabinete. En la gestión PRO miraban con malos ojos el retraso que había tenido Lemus en las campañas contra el dengue y el zika. De hecho, le colocaron dos viceministros para monitorearlo. Uno de ellos, Andrés Scarsi, debió partir al gobierno bonaerense.

A las deficiencias de gestión que le señalaban en el Gobierno se sumaron otros escándalos, como la compra de dos millones de dosis de vacuna antigripal que tendrán que tirarse (le habían señalado que todavía había stock y que no era necesario incrementar la compra a los laboratorios en un 30 por ciento en 2017, pero igual se adquirieron) y los problemas de entrega de medicamentos (por ejemplo, para la hepatitis C). La última polémica en la que había participado Lemus fue por la implementación de la Cobertura Universal de Salud (CUS), a la que los sindicatos y los opositores consideran una privatización encubierta.

Uno de los que llegó para controlar la situación del ministerio fue precisamente Rubinstein, que asumió como secretario de Producción de Salud, Prevención y Control. Según se decía, había arribado de la mano del radical Ernesto Sanz. Rubinstein es especialista en Epidemiología y fue jefe del servicio de Medicina Familiar del Hospital Italiano. En el Gobierno aclararon que Lemus retornará de un viaje el 20 de noviembre y allí se hará efectiva su renuncia, el primer cambio de gabinete luego de las elecciones.