Podemos verlo en la fotografía más difundida de la primera marcha del orgullo gay en Argentina (2 de julio de 1992), al centro en la cabecera, con cuello ministerial y una gran cruz. El pastor Roberto González fue el primer religioso que se atrevió a dar la cara en las calles de Buenos Aires por sus hermanos que no podían participar con el rostro descubierto. La misma valentía que tuvo cuando desde 1973 participó en la Comisión Argentina para Personas Refugiadas y Migrantes (CAREF), que ayudaba a ingresar a la Argentina aún democrática a personas perseguidas por las dictaduras de Chile y Uruguay, y de ser posible, colaborar para que obtuvieran asilo en países seguros.

Roberto González, fundador de la Iglesia de la Comunidad Metropolitana en nuestro país y uno de los pioneros del movimiento lgtb argentino durante la década de 1980, falleció el lunes a los 78 años.

Se formó en teología y como pastor en el marco de las iglesias de la tradición protestante. Trabajó en ISEDET (Instituto Evangélico de Estudios Teológicos), donde luchó para que docentes y estudiantes comprendieran que las teologías que excluyen y discriminan no representan los ideales cristianos. Muchas pastoras y pastores escucharon el mensaje de Roberto González y entendieron que incluir a homosexuales, lesbianas y travestis en las iglesias significaba ampliar y enriquecer la comprensión de la experiencia humana.

Cuando Roberto González organizó la Iglesia de la Comunidad Metropolitana en Buenos Aires, pensó en un espacio de religiosidad donde gays y lesbianas pudieran manifestar su fe cristiana y luego incluyó también a travestis y trans. En sus inicios, la Iglesia funcionaba en un bar de la comunidad gay. Durante el día el pastor asistía como voluntario de la fundación Coinsida, en la sala de Infectología del Hospital de Clínicas.

En la década de 1990 se volvió invitado frecuente a programas de televisión junto con otros activistas/militantes gays y lesbianas. No les avisaban que era para cruzarlos al aire con curas fundamentalistas. Roberto González tenía un sentido del humor punzante y ácido, y para la última entrevista que le realizó Matías Máximo para Soy (10 de setiembre de 2021), eligió la siguiente anécdota. “El mejor momento fue cuando en un programa de televisión cordobés le preguntaron a Carlos Jáuregui cómo le gustaba que lo presenten, y Jáuregui dijo ‘puto’. Entonces, cuando estábamos al aire, el conductor le pregunta ‘¿cuántos putos hay en su organización?’”.

Entre 1995 y 1997 el pastor González y su compañero de vida, Norberto D’Amico, continuaron formándose en teología en la ICM de Nueva York. Al regresar a Buenos Aires participaron en la casa comunitaria lgtb de Paraná 157.

La vida de Roberto González puede resumirse en medio siglo de arriesgar su vida y renunciar a las comodidades que pudo haber tenido al llegar a la vejez, para servir a la comunidad lgtb y defender los derechos humanos y la justicia social. Integrantes de las comunidades evangélicas en las que participó Roberto González y del colectivo lgtb lo despidieron en una emotiva ceremonia en la Iglesia Metodista de Flores.