6 - SIEMPRE HABRÁ UN MAÑANA

(C'è ancora domani/Italia, 2023)

Dirección: Paola Cortellesi

Guionistas: Furio Andreotti, Giulia Calenda y Paola Cortellesi

Duración: 118 minutos

Intérpretes: Paola Cortellesi, Valerio Mastandrea, Romana Maggiora Vergano, Emanuela Fanelli y Giorgio Colangeli.

Estreno en salas

Siempre habrá un mañana fue un suceso en Italia. Estrenada allí en octubre del año pasado, se mantuvo en la cima de la taquilla durante dos meses y vendió más de seis millones de entradas, convirtiéndose en una de las películas más exitosas de las últimas décadas, por encima incluso de varias producciones de Marvel y del gran tanque del 2023, Barbie. Es válido preguntarse qué tiene el debut en la realización de largometrajes de la hasta ahora actriz y guionista Paola Cortellesi para generar semejante fenómeno. Lo más evidente es un relato que transcurre en un tiempo histórico de enorme relevancia sociopolítica como la posguerra; más precisamente, a comienzos de 1946, en vísperas de las primeras elecciones con el voto femenino permitido. Otra razón posible –que no excluye la anterior– es que Cortellesi indaga en un tópico predominante en la agenda occidental (el machismo enquistado en la rutina de la sociedad) no mediante el drama de denuncia más craso, sino integrando la reivindicación feminista a los pasos clásicos de una comedia orgullosamente inscripta en la larga tradición del género de ese país.

Y vaya si Delia (la propia Cortellesi) necesita empoderarse ante un entorno que la maltrata o, en el mejor de los casos, la ignora. Así como su marido Ivano responde a los buenos días de ella en la cama matrimonial con un golpe en la cara, en la costurería donde se gana algunas liras reparando prendas le pagan menos que al resto de las colaboradoras. Es en ese contexto que un gesto amable con la forma de un chocolate de parte un soldado afroamericano de la policía militar aliada que controla el barrio romano donde vive Delia significa un mimo a su alma en pena. Lo mismo que los cortejos de un viejo interés romántico que trabaja como mecánico y no pierde ocasión de recordarle que continúa esperándola. Pero ella sigue poniéndole el cuerpo a una vida tan gris como la paleta de colores entregada por la fotografía en blanco y negro de Davide Leone, así como también soportando con estoicismo la brutalidad de Ivano y el cinismo de su suegro, quien también vive en la humilde casa que el matrimonio comparte con sus tres hijxs.

La normalidad se interrumpe ante la noticia de que el novio de la hija mayor quiere que sus padres conozcan a sus posibles suegros. Un notición para todos, especialmente para un Ivano contentísimo ante el posible matrimonio de la nena con un hombre de buena posición económica. Las tensiones entre las mujeres, con una espejándose en la otra y viceversa, conforman uno de los nudos dramáticos de un film no demasiado sutil en la construcción de sus personajes (el marido y el suegro son dos monstruos sin redención posible), pero que tiene muy claro que son el vehículo ideal para construir una fábula de liberación que a la vez funcione como el retrato de una generación, tal como contó Cortellesi a Página/12 en la entrevista con Diego Brodersen. Se agradece que evite la moralina más habitual de aquellas películas sobre mujeres débiles que dejan de serlo, y la ligereza que el humor y la emotividad le imprimen a una historia que, en otras manos, hubiera luchado contra viento y marea para arrancarle lágrimas al espectador.