Hipolito Yigoyen es el lugar desde donde nacen los relatos, un territorio ubicado 260 kilómetros al norte de la capital provincial y apenas a 50 de la frontera con Bolivia. Desde aquellas latitudes escriben Alcira Figueroa, su compañero Mario “Mato” Cortez y su hija Lihue, vecinos y militantes sociales que se propusieron dejar una marca de época para generaciones futuras.

La pandemia, el dengue, el golpe de Estado en Bolivia, y con ello la recepción de los perseguidos políticos, poemas y otros relatos diversos, se inscriben en un libro que tiene como eje central la solidaridad y la organización, y como fuente de inspiración y guía, la sabiduría de los habitantes ancestrales de la zona, expresados en la imagen de tapa: una lechuza que lleva el multicolor de las Yungas y representa una figura venerada por los originarios de esa geografía.

Desde este lugar y en el marco de la presentación del libro en la ciudad capital de la provincia, las autoras y el autor reflexionan y comentan las circunstancias en las que decidieron escribir las páginas que hoy ya recorren territorios y encuentros, y que denominaron simple y profundamente, Yungas. 

-¿Cómo nace la idea del libro?

Alcira: -Nosotros veníamos realizando actividades con los exiliados de Bolivia, con los desocupados del ingenio y también otras acciones a través de los organismos de derechos humanos, eran muchas y no teníamos nada escrito. Entonces en este libro queda plasmada nuestra manera de ver las cosas y de actuar en el territorio, que es compartida con un grupo de compañeros y compañeras, que son artistas autoconvocados de distintos partidos políticos siempre pensando en lo nacional, en lo popular, en la igualdad, en la justicia y en tantas cosas que nos unen en el trabajo diario y nunca hemos escrito nada de toda esa experiencia que tenemos desde hace muchos años. Entonces surgió esa idea, más que nada desde el 2018 y 2019 cuando trabajamos con los compañeros y compañeras de Bolivia cuando fue el golpe de Estado de (Jeanine) Áñez. Ahí armamos una red solidaria para contener a los exiliados entrando al país por distintos puntos de la frontera, y un grupo entró por Aguas Blancas que es a 50 kilómetros de donde nosotros estamos. Previamente al golpe nos reunimos con los compañeros y compañeras para trabajar en equipo distintas problemáticas y ver qué íbamos a hacer con el tema porque ya sabíamos que iban a venir los compañeros de allá. Entonces había aque ver cómo íbamos a prepararnos para recibirlos o para hacer alguna ayuda solidaria para que ellos puedan salvar su vida y la de otros también que venían diariamente,  cruzando la frontera escapando de la dictadura con lo puesto y perseguidos, porque ellos ya estaban señalados. Era gente que trabajaba, por ejemplo, con las radios comunitarias, con la organización socio comunitaria, tenían distintos frentes de acción con la cuestión de la formación de grupos, los cooperativistas, la zona rural y las zonas urbanas, mucha gente que tenía que pasar porque estaban siendo perseguidos. Y de toda esa experiencia que habíamos vivido no habíamos dejado nada escrito, y queríamos hacerlo porque es una experiencia que nadie conocía.

-¿Desde qué momento empiezan los relatos?

-Empezamos a escribir desde el 2016 todo lo que estábamos viviendo a consecuencia del gobierno de Macri en nuestra zona principalmente, lo que fueron los despidos masivos desde la Seabord Corporation, compañía azucarera, después con los incendios, las inundaciones, el dengue, todas cosas que vivimos y sufrimos en el territorio por ese gobierno de Macri que hizo tanto daño en la zona. A pesar de este panorama este panorama, al libro le pusimos Yungas porque queremos resaltar por un lado que las Yungas son un territorio de enorme de biodiversidad, de bienes naturales que tenemos, como el agua dulce, y la selva, que queda muy poco, la diversidad única de aves de todo el país que tenemos allí, y sin embargo, es una zona de disputa permanente entre los intereses de las multinacionales, también de empresarios que se tratan de apropiar todo el tiempo, y se apropian de hecho, de todos los bienes que tenemos. Entonces es una zona de alta conflictividad pero a su vez, un espacio precioso en biodiversidad y en la gente que tenemos porque convergen distintas culturas especialmente las guaraní, de la cual nosotros aprendemos muchísimo y de la cual somos en parte también descendientes: mi compañero es descendiente de guaraníes; yo, descendiente de aymara por parte de mi abuela. Entonces al ser originarios de ahí, queremos poner en relieve y en valor también la riqueza cultural que, a pesar de esa disputa permanente de conflicto territorial que tenemos en la zona, nosotros podemos sobrevivir y destacamos mucho en ese libro, gracias a la solidaridad y a los conocimientos ancestrales en distintos temas.

Presentación en la Biblioteca Provincial.

-También narran lo sucedido en la pandemia...

-Sí, relatamos cómo lo hemos resuelto, cómo hemos enfrentando todo eso flagelo gracias a la organización y a la solidaridad. Por ejemplo, el primer año de pandemia no tuvimos ningún muerto y creemos que eso se debió mucho a la organización y solidaridad entre vecinos. Nos pusimos a trabajar y sostener a la gente enferma o con síntomas, también con el uso de hierbas medicinales en conjunto con el hospital y el centro de salud, trabajamos algunas cuestiones de la medicina natural. Nosotros podemos salir siempre adelante y creo que es el mensaje esperanzador que tratamos de transmitir, que si nuestros pueblos originarios sobrevivieron tantos siglos, es justamente por esas cuestiones relacionadas a la solidaridad, el conocimiento ancestral y la unidad que se da con la naturaleza.

Mato: -Volviendo a lo del golpe de Estado en Bolivia, como nosotros somos de Familiares de Detenidos Desaparecidos, empezamos a organizarnos porque sabíamos que los militantes populares de Bolivia iban a empezar a venir. Fuimos designados para recibir y buscar en la frontera a los compañeros que venían. Me acuerdo que estábamos en Aguas Blancas y un compañero boliviano miraba a Bolivia y miraba Argentina y se le cayeron algunas lágrimas, entonces yo que soy militante viejo, he sufrido persecuciones, le digo “hermano, no es momento de llorar porque nosotros elegimos esta vida de militancia. Venga, despídase de su patria que pronto volveremos a esa patria”. Entonces los cargamos en el auto y lo llevamos para recibirlos. Son cuestiones muy terribles el exilio, igual que los despidos, que existen en nuestro pueblo a través de la empresa azucarera, la Seabord Corporation. Nosotros somos de un pueblo chico, mayormente trabajadores del ingenio que son amigos y me relataban lo terrible del despido, porque los sueños y la esperanza de los trabajadores se pierden totalmente. Había hijos de trabajadores que estudiaban en la Universidad de Salta y me decían “no puedo ya bancar los estudios, tienen que volverse". Eso también relatamos en el libro.

Presentación en Orán.

-En relación al concepto sobre el que ustedes retornan, el de “territorio en disputa”, ¿Cómo se vivencia en una localidad pequeña del norte de Salta, como resulta aquella disputa?

Mato: -La disputa es terrible. Tenemos una corporación extranjera que maneja nuestros recursos. Se adueñaron del agua, se adueñaron del bosque, se adueñaron de la tierra, se adueñaron de la gente de nuestro pueblo y no aportan nada. De hecho, nosotros hicimos un proyecto para la creación de la Escuela Técnica en Hipólito Yrigoyen, tenemos un polo industrial y traen técnicos de Brasil y de otros países. ¿Por qué no preparar a nuestros hijos para que sean los técnicos como tienen todas las empresas multinacionales? La empresa Ford tiene su escuela técnica, los astilleros tienen su escuela técnica, la Chevrolet tiene su escuela técnica, Ledesma, otro ingenio, tiene su escuela técnica, y a nosotros nos saquean, sacan todo y no aportan nada, le estamos produciendo la riqueza y la utilidad que se va a otro país, ¿por qué no queda algo en nuestro pueblo?

Alcira: -La verdad que es es complicado porque también tiene que ver mucho con la política. Muchas veces las empresas ponen los senadores, los diputados, los intendentes. Entonces por eso también es muy difícil cambiar nuestra realidad, ellos responden a la empresa. Algo tan sencillo como una escuela técnica no la podemos lograr todavía. Una vez nos enfrentamos en diálogo con las autoridades de la empresa y ellos nos dijeron: “Mirá, acá nuestro plan es que haya 300 familias en el pueblo", y nosotros somos más del 3000 familias, entonces a largo plazo lo que quieren es que uno se vaya, eso está muy claro, porque estamos en un pueblo donde vivimos rodeado por canales de desagüe, no tenemos la autopista, la localidad no tiene un ingreso y egreso como estaba el diseño y como tienen todos los pueblos del país y de la provincia. Entonces ahí ya te das cuenta que hay toda una intencionalidad de que nosotros nos acobardemos y nos vayamos, pero nosotros no nos vamos a ir, eso lo tenemos en claro junto con los demás compañeros y compañeras.

Mato: -En el momento de crisis hay que escribir y prepararse para un nuevo gobierno, prepararse porque va a llegar un momento en que vamos a volver, entonces hay que prepararse y escribir los libros y manifestar a través de ello todas nuestras esperanzas para el país.

-¿Qué esperan generar con la salida y las presentaciones de libro?

Alcira: -Para nosotros la presentación del libro es un relato de la época del macrismo y de todo lo que hemos vivido, y creemos que es un hecho de resistencia el libro, es un disparador para encontrarnos, una excusa para decir que el arte vive, que la cultura vive y existe y que no van a poder con eso. Queremos generar espacios de discusión, de debate, de autocrítica por qué no, pero nosotros lo que pretendemos es un acto de resistencia. Y mientras lo vamos presentando vamos charlando, comentando con los compañeros teniendo una mirada crítica y también, sentirnos acompañados, que no estamos solos, somos muchos los que pensamos que podemos sacar el país adelante.

-A pesar de que muchos de los relatos refieren a momentos duros para la sociedad, el libro, la tapa, los colores, transmiten esperanza, vida. ¿Fue elegida con esa intención?

Alcira: -Hay algo de eso en la elección. Nosotros justamente le pedimos a Mónica Rodríguez, que es la plástica que hizo la tapa, que le ponga colores vivos a la lechuza, que no tiene ese color pero que son los colores de la selva. Entonces ahí está representada la tierra, el monte con el verde, las frutas con el naranja, es toda una manera de presentarnos desde nuestra enorme biodiversidad y riqueza de nuestra zona. Y también la lechuza es un ser que existe en la selva, es una una diosa menor de nuestras culturas que ha sido demonizada y, sin embargo, es la que anuncia las cosas que van a ocurrir, y por eso también anuncia cosas buenas. Resulta un poco la síntesis de lo que nosotros quisimos presentar con este libro.