El 11 de marzo se conmemoró el centésimo aniversario del nacimiento de Franco Basaglia, “l’uomo che ha fatto chiudere I manicmi” en Trieste, Italia. Transcribo aquí un fragmento de lo enunciado en el conversatorio Desinstitucionalización. Claves de las experiencias de transformación, por Giovanna del Giudice, en marzo de 2023: “Italia es un país sin manicomios desde el 1999. Han pasado 24 años desde que Italia ha cerrado todos los manicomios (había 100.000 personas viviendo en los manicomios a principios de los años setenta). Trieste, la ciudad donde hemos trabajado junto a Franco Basaglia, y luego a Franco Rotelli, y donde trabajamos aun los del Equipo italiano (...) es una ciudad que ha cerrado su manicomio en el año 1980, es decir son 43 años que la ciudad vive sin manicomio. Entonces creo que podemos con serenidad testimoniar que es posible no sólo cerrar el manicomio, sino que es posible continuar viviendo de manera armoniosa, más solidaria, más fraterna, más rica en las relaciones, mas igual entre los sujetos, en una comunidad, en un territorio, sin manicomio. Pero el cierre de los manicomios en Italia ha sido también junto a la apertura de una red de Servicios en la comunidad (...) y de políticas de Salud Mental en la comunidad”. 

Y afirma: “El manicomio responde ciertamente también a esas necesidades que no pueden ser negadas. Una de los cuales es las necesidades de un asilo que muchas personas tienen, en particular para las poblaciones (más empobrecidas). La necesidad de tener también un lugar donde ser acogidos, un lugar donde ser protegidos. Un lugar donde recibir no solamente la comida o un mínimo de atención". Estas palabras fueron pronunciadas en Rosario, hace apenas un año, por Giovanna del Giudice.

En Argentina contamos actualmente con la Ley Nacional de Salud Mental 26.657, sancionada en 2010, reglamentada en 2013, cuya implementación depende en gran medida de las políticas de salud, a la hora de su aplicación. Cabe destacar que entre las condiciones que mencionan los triestinos encontramos la profunda transformación cultural de la sociedad, junto a políticas que la acompañaron.

En este sentido, sabemos que en nuestro país se viene gestando un proceso de transformación gradual, anterior a la ley, pero intensificado por su existencia. Por ejemplo, cabe mencionar las Residencias Interdisciplinarias en Salud Mental (RISaM), enmarcadas en lógicas de desmanicomialización. A su vez recordamos que Argentina es extensa, multicultural, heterogénea. De la mano de la ley, se fue trazando y profundizando una apertura, progresiva, pero al momento insuficiente. Pienso este movimiento en varios sentidos. Un mayor reconocimiento del lugar de la Salud Mental en las instituciones públicas y en los equipos de salud; de la necesidad de diversos saberes interviniendo en los tratamientos del padecimiento psíquico; de su incorporación en los contenidos de la formación universitaria. Me interesa decir también que aquí el Psicoanálisis tiene un lugar fundamental en las prácticas de salud, en equipos de salud de las instituciones públicas, en la lectura de las problemáticas subjetivas e institucionales y en la currícula universitaria.

En un encuentro de formación virtual en el año 2021, Giovanna manifestó que el trabajo en Trieste “siempre ha sido de restitución de derechos y de restitución de la ciudadanía”. “La transformación no puede quedarse sólo en los técnicos. Es necesario que la comunidad, los artistas, la política, el ciudadano, sea atravesada de un viento de cambio”, declaró.

Entonces insistimos: las garantías sociales de las que depende la vida en sociedad dependen del Estado, de alguna manera. Y si bien la necesidad de cuidados es inherente a la condición humana, hay sujetos que necesitan, en determinados momentos, de un Estado cuya presencia proteja, asista, cuide, amarrando más cerca, del lado de la vida.

*Psicóloga. Maestría en Psicoanálisis.