Desde Roma

Poco después de la Encíclica del Papa Francisco de 2015, “Laudato si”, centrada en el cuidado de las personas y del ambiente, un grupo de expertos vaticanos y otros, se vienen reuniendo desde 2014 para discutir sobre los problemas sociales y ambientales del mundo y sus eventuales soluciones. El grupo, al que llamaron “El futuro del Trabajo después de Laudato si”, se reúne periódicamente. Este año, del 8 al 10 de mayo, estuvieron reunidos en Roma y el Vaticano para elaborar nuevas propuestas.

Impulsada por la Comisión Católica Internacional para las Migraciones (CIMC) y el Dicasterio Vaticano para la Promoción del Desarrollo Humano Integral, el encuentro reunió a académicos, empresarios, organizaciones de trabajadores y grupos religiosos, actores comprometidos en la construcción de un futuro más equitativo. La reunión de este año fue titulada “El cuidado es trabajo, el trabajo es cuidado. Construyendo una comunidad transformadora global”.

Todos los participantes aportaron sus diferentes experiencias, sus prioridades, pero al mismo tiempo “descubren toda su riqueza, diversidad y aspiraciones comunes con el objetivo de promover la justicia social para todos”, precisó un comunicado al final del encuentro.

Entre los que participaron este año estuvieron cuatro argentinos: Emilce Cuda, teóloga y secretaria de la Pontificia Comisión para América Latina del Vaticano; Nicolás Meyer, Coordinador Regional de Cáritas para América Latina y el Caribe; Alberto Vicenzi, Secretario de formación y capacitación laboral de la UOLRA (Unión Obrera Ladrillera de la República Argentina) e Ignacio Alonso de la Comisión Católica Internacional de las Migraciones (ICMC).

La palabras de Francisco

El Papa Francisco recibió a los asistentes a esta conferencia el pasado miércoles destacando su trabajo que “propone modelos nuevos para un trabajo ecuo y digno para todas las personas del mundo”, dijo el Pontífice.

Y también subrayó los cinco temas que los participantes identificaron como de “importancia crucial para la entera sociedad”: trabajo digno e industrias mineras, trabajo digno y seguridad alimentaria, trabajo digno y migraciones, trabajo digno y justicia social, trabajo digno y justa transición. “Cinco aspectos que representan un desafío importante para la sociedad”, indicó. Francisco que al mismo tiempo criticó la actitud de ciertas empresas mineras que con tal de vender sus productos, no tienen en cuenta la contaminación ambiental y la muerte de trabajadores que producen a causa del uso de mercurio y azufre en las minas.

En cuanto a la inseguridad alimentaria destacó que “los desastres naturales y las condiciones meteorológicas, ahora intensificadas por el cambio climático, además de las crisis económicas, son factores que determinan la inseguridad alimentaria”. En 2023 eran 280 millones de personas en 59 países los que sufrían de inseguridad alimentaria, indicó el texto.

El otro tema al que siempre Francisco presta mucha atención fue el de las migraciones. “Estas personas, también a causa de prejuicios y de una información imprecisa, son a menudo vistas como un problema..mientras en realidad trabajan, contribuyen al desarrollo económico y social del país que los recibe y del que provienen”. Además, en los países ricos que no hacen hijos, como los europeos, “las migraciones pueden ayudar a la crisis que provoca la falta de nacimientos”, concluyó Francisco.

Los participantes

Según la teóloga Emilce Cuda, esta segunda etapa en la que se está analizando el futuro del trabajo intenta alcanzar nuevas soluciones para la gente que se queda sin trabajo ya que muchos empleos han sido sustituidos por la inteligencia artificial o máquinas.

“Nosotros pusimos el lema “el trabajo es cuidado, el cuidado es trabajo” porque todo trabajo tiene que ser cuidado por la Casa Común. Y el cuidado de la Casa Común no es sólo el cuidado ambiental sino socio-ambiental. Todo cuidado, además, debe ser considerado un trabajo. Las nuevas actividades laborales ahora son más bien de cuidado porque el resto lo está haciendo la inteligencia artificial o máquinas. Pero las actividades de cuidado no siempre tienen protección social porque la sociedad no las reconoce como trabajo”, explicó a Página/12.

Y el mensaje que el Papa leyó cuando recibió a los participantes de este encuentro, hace hincapié en la justicia social y habla de las migraciones que son una consecuencia de la falta de trabajo y del cambio climático," explicó la teóloga. "La gente emigra porque no tiene trabajo o porque le desapareció el pueblo, se inundó o padeció una sequía grave. Las migraciones no son gente que está haciendo turismo. Es importante estudiar lo de las migraciones y analizar cómo se pueden producir trabajos decentes. Estamos pasando de un modo de trabajo a otro pero hay que ver cómo mantener las conquistas sociales que han logrado los trabajadores en el siglo XX. Ahora muchos no tienen empleo porque sus trabajos desaparecieron, y no tienen ninguna protección. Hay que pensar en nuevas formas”, concluyó.

Para Nicolás Meyer “este encuentro tiene la característica de reunir a personas de todos los continentes, lo cual genera una diversidad en la reflexión muy enriquecedora. Los desafíos son muchos y diversos, pero hay mucho consenso de que debemos poner a las personas, sus comunidades y la sostenibilidad como ejes centrales para diseñar el trabajo que deseamos. Nada esta cerrado, acabado; tenemos la posibilidad de incidir para modificar el rumbo de una realidad que hoy es sumamente injusta e inequitativa”, dijo a Página/12.

Las conclusiones

En el documento final del encuentro se destaca una frase: “Nosotros reconocemos que una persona florece con el trabajo. El trabajo es la más común forma de cooperación que la Humanidad ha generado en la historia. El trabajo es una forma de amor civil... un auténtico amor que nos lleva a vivir y a mover el mundo hacia adelante”.

Y entre las propuestas aparecen: promover la justicia social que significa comprometer la propria voz, “la experiencia de vida y la tenacidad de los marginados” creando “nuevas formas de solidaridad” que suponen, entre otras cosas, respetar la dignidad humana, combatir la exclusión y violación de los derechos de los trabajadores y reducir las desigualdades.

Pero también es necesaria una reforma de la producción de alimentos para proteger el planeta y los trabajadores. El 40% de los trabajadores agrícolas vive en pobreza. 112 millones de niños trabajan en peligrosas condiciones, citó el texto.

Es importante también proteger a los migrantes y sus familias, permitiéndoles el acceso a los derechos básicos, a un trabajo decente. “Las migraciones no son una emergencia sino parte de la globalización y de la dinámica del desarrollo”, subrayó el documento.

El impacto de los cambios climáticos debería ser estudiado cuidadosamente, para entender mejor que efectos tienen sobre los trabajadores pero también a nivel físico y mental de las comunidades.

La interdependencia entre el trabajo y el ambiente nos obliga a repensar en las acciones que queremos promover en el futuro, como estimular el uso de las energías renovables, y las que deben ser eliminadas, como la contaminación causada por el uso de combustibles fósiles en la industria.

A nivel más concreto, el documento propone que se organicen plataformas para poner en contacto, a través de encuentros, a las familias, grupos académicos, instituciones sociales, organizaciones de la Iglesia y del mundo, a fin de difundir guías éticas y direcciones en este campo pero también bregar por la implementación de políticas públicas que tengan en cuenta estos cambios.